/ viernes 23 de abril de 2021

Restaura nuestra tierra

Nuestras voces individuales son poderosas. Una balada puede emocionarnos profundamente. Un discurso puede detonar un movimiento global.

Es en ese momento, cuando nuestras voces se unen, que tenemos el poder para cambiar, para hacer historia. El Día de la Tierra se estableció hace 51 años, cuando miles de personas en Estados Unidos unieron sus voces para exigir aire y agua limpios.

En 1990 el Día de la Tierra se hizo global cuando doscientos millones de personas en 141 países alzaron su voz al unísono para hablar de problemas ambientales –The Nature Conservancy–.

Para abordar el Día de la Tierra, que tuvo lugar el 22 de abril, se le ha asociado con el consumismo; Borja López en unComo.com señala la frase que ejemplifica perfectamente el consumismo: "más consumo más feliz me siento". Y una de las consecuencias a nivel global es: el daño sobre el equilibrio ecológico en su totalidad, ya que actualmente existen muchos problemas relacionados con el excesivo dispendio de recursos naturales que se hace a nivel mundial, así como el que los procesos de producción en su gran mayoría generan contaminación.

En suma, el consumo no es un modo adecuado ni inteligente de lograr la felicidad. Por todo esto, se puede afirmar que el consumismo es injusto, insolidario y deshumanizador. Es injusto e insolidario tanto con respecto a la mayoría de la humanidad, que no tiene acceso a bienes y servicios esenciales, como con respecto a las generaciones futuras, que se encontrarán con una naturaleza agotada y contaminada por los afanes consumistas de sus precedentes.

El smog, que es el resultado de la reacción química entre los rayos solares y los gases de combustión de automóviles, refinerías, plantas químicas y otros agentes contaminantes, es el principal elemento de los contaminantes atmosféricos y se le relaciona con el calentamiento global. Lo mismo sucede con el aumento de la población, hay más quema de combustible y mayor calentamiento global. Esto intensifica los fenómenos climáticos como sequías, inundaciones y huracanes. El calor, causante de los derretimientos de hielo en los polos, ha desencadenado la posibilidad de inviernos más largos y fríos, explica la National Wildlife Federation.

Igualmente, los osos y otras 10 especies están en peligro de extinción por el calentamiento global.

No menos sucede con la Antártida y Groenlandia, que han perdido más hielo en los últimos 20 años que en los anteriores 10.000, según la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA). La pérdida de hielo en los polos aumenta el nivel del mar, genera cambios en las corrientes oceánicas, altera las condiciones de vida de los organismos marinos y ocasiona la pérdida de los humedales costeros por inundaciones y, en consecuencia, afecta al hombre.

Qué decir de los problemas agrícolas. Los cambios extremos de clima representan desafíos para granjeros y agricultores, que ven sus cultivos crecer más rápido cuando suben las temperaturas. Cada vez hay mas afectados por inundaciones, sequías y otros fenómenos. Los granjeros y agricultores habrán de atravesar fronteras buscando mejores tierras y formas de subsistir.

El agua es vital para todas las actividades sociales y económicas del hombre, quien depende del agua dulce y su calidad y hoy solamente el 2.5% del agua del planeta es dulce y corre el riesgo de escasear por factores como el aumento de la población, los agresivos usos agrícolas e industriales y el calentamiento global.

Hay que volver los ojos a la historia de la Tierra y considerar que hace 3 mil 500 millones de años ya existe evidencia directa de vida en la Tierra: organismos primitivos y microscópicos como las bacterias y que a 4 millones de años después hacen su aparición los primeros homínidos en África y a los 200 mil años el Homo Sapiens también en ese continente. La Tierra pasó por un proceso de millones de años para generar diversos climas y espacios naturales, así como una extraordinaria variedad de plantas y animales, océanos, mares, montañas, glaciares. ¿Qué hemos hecho para conservarla, aprovecharla, protegerla? Esta pregunta permite reflexionar que siendo el hombre el último en aparecer en la Tierra se ha convertido en el primero en destruirla.

Es momento de cambiar el paradigma, sobre todo por los niños y jóvenes. “Si bien el ‘22 de abril’ es un día dedicado a nuestro planeta, hay que reconocer a la Tierra como nuestro hogar, nuestra madre”. Debemos cambiar de mentalidad, no esperar al 22 de abril para hacer cosas en favor del planeta. Todos los días se puede hacer algo por él. “Solo tenemos que cambiar nuestros malos hábitos”. No se deben consumir los recursos en exceso, no derrochar energía, ni generar desechos innecesarios. La mejor herencia que se puede dejar a las nuevas generaciones es conocimiento y un planeta habitable.

“La Tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la Tierra”.

Nuestras voces individuales son poderosas. Una balada puede emocionarnos profundamente. Un discurso puede detonar un movimiento global.

Es en ese momento, cuando nuestras voces se unen, que tenemos el poder para cambiar, para hacer historia. El Día de la Tierra se estableció hace 51 años, cuando miles de personas en Estados Unidos unieron sus voces para exigir aire y agua limpios.

En 1990 el Día de la Tierra se hizo global cuando doscientos millones de personas en 141 países alzaron su voz al unísono para hablar de problemas ambientales –The Nature Conservancy–.

Para abordar el Día de la Tierra, que tuvo lugar el 22 de abril, se le ha asociado con el consumismo; Borja López en unComo.com señala la frase que ejemplifica perfectamente el consumismo: "más consumo más feliz me siento". Y una de las consecuencias a nivel global es: el daño sobre el equilibrio ecológico en su totalidad, ya que actualmente existen muchos problemas relacionados con el excesivo dispendio de recursos naturales que se hace a nivel mundial, así como el que los procesos de producción en su gran mayoría generan contaminación.

En suma, el consumo no es un modo adecuado ni inteligente de lograr la felicidad. Por todo esto, se puede afirmar que el consumismo es injusto, insolidario y deshumanizador. Es injusto e insolidario tanto con respecto a la mayoría de la humanidad, que no tiene acceso a bienes y servicios esenciales, como con respecto a las generaciones futuras, que se encontrarán con una naturaleza agotada y contaminada por los afanes consumistas de sus precedentes.

El smog, que es el resultado de la reacción química entre los rayos solares y los gases de combustión de automóviles, refinerías, plantas químicas y otros agentes contaminantes, es el principal elemento de los contaminantes atmosféricos y se le relaciona con el calentamiento global. Lo mismo sucede con el aumento de la población, hay más quema de combustible y mayor calentamiento global. Esto intensifica los fenómenos climáticos como sequías, inundaciones y huracanes. El calor, causante de los derretimientos de hielo en los polos, ha desencadenado la posibilidad de inviernos más largos y fríos, explica la National Wildlife Federation.

Igualmente, los osos y otras 10 especies están en peligro de extinción por el calentamiento global.

No menos sucede con la Antártida y Groenlandia, que han perdido más hielo en los últimos 20 años que en los anteriores 10.000, según la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA). La pérdida de hielo en los polos aumenta el nivel del mar, genera cambios en las corrientes oceánicas, altera las condiciones de vida de los organismos marinos y ocasiona la pérdida de los humedales costeros por inundaciones y, en consecuencia, afecta al hombre.

Qué decir de los problemas agrícolas. Los cambios extremos de clima representan desafíos para granjeros y agricultores, que ven sus cultivos crecer más rápido cuando suben las temperaturas. Cada vez hay mas afectados por inundaciones, sequías y otros fenómenos. Los granjeros y agricultores habrán de atravesar fronteras buscando mejores tierras y formas de subsistir.

El agua es vital para todas las actividades sociales y económicas del hombre, quien depende del agua dulce y su calidad y hoy solamente el 2.5% del agua del planeta es dulce y corre el riesgo de escasear por factores como el aumento de la población, los agresivos usos agrícolas e industriales y el calentamiento global.

Hay que volver los ojos a la historia de la Tierra y considerar que hace 3 mil 500 millones de años ya existe evidencia directa de vida en la Tierra: organismos primitivos y microscópicos como las bacterias y que a 4 millones de años después hacen su aparición los primeros homínidos en África y a los 200 mil años el Homo Sapiens también en ese continente. La Tierra pasó por un proceso de millones de años para generar diversos climas y espacios naturales, así como una extraordinaria variedad de plantas y animales, océanos, mares, montañas, glaciares. ¿Qué hemos hecho para conservarla, aprovecharla, protegerla? Esta pregunta permite reflexionar que siendo el hombre el último en aparecer en la Tierra se ha convertido en el primero en destruirla.

Es momento de cambiar el paradigma, sobre todo por los niños y jóvenes. “Si bien el ‘22 de abril’ es un día dedicado a nuestro planeta, hay que reconocer a la Tierra como nuestro hogar, nuestra madre”. Debemos cambiar de mentalidad, no esperar al 22 de abril para hacer cosas en favor del planeta. Todos los días se puede hacer algo por él. “Solo tenemos que cambiar nuestros malos hábitos”. No se deben consumir los recursos en exceso, no derrochar energía, ni generar desechos innecesarios. La mejor herencia que se puede dejar a las nuevas generaciones es conocimiento y un planeta habitable.

“La Tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la Tierra”.