/ viernes 24 de junio de 2022

SEP: vigente el acuerdo de no reprobar a estudiantes

La SEP mantiene el acuerdo de no reprobar estudiantes. Como se recordará desde el 22 de junio del año pasado la secretaría publicó un ordenamiento que considera no reprobar a ningún estudiante debido a la pandemia, al señalar que no “podrá retenerse a los educandos en el grado escolar en el cual se encuentran inscritos, considerando que se encuentran sujetos a un proceso de valoración extraordinaria”.

Posiblemente la medida se dio porque algunos consideran que la reprobación escolar, en particular, ha sido referida como la antesala de la deserción; un problema claramente identificado en México en los diferentes niveles educativos.

A pesar de que en este ciclo escolar se normalizaron las clases presenciales, la secretaría dio a conocer que se mantiene vigente el acuerdo tomado durante la pandemia. Expertos en educación consideran que eso limita el aprendizaje de los alumnos al percibir que no se requiere trabajar para pasar de año. Durante dos años se ha visto “una disminución tremenda de aprendizajes. Muchos niños no saben ni leer, ni buscar ideas principales en un texto, ni mucho menos hacer operaciones matemáticas. Entonces, lo que procede hacer al maestro es valorar los trabajos, la asistencia y el ‘esfuerzo’ de los estudiantes para pasarlos de año”. “Para los especialistas en educación Patricia Ganem, Eduardo Backhoff y Erik Avilés, esta decisión es un error más de la autoridad educativa porque desmotiva el esfuerzo de los estudiantes al no haber herramientas que permitan ver su avance; también porque puede alejarlos de mejorar su aprendizaje al percibir que no se requiere esfuerzo para pasar de grado escolar”.

La evaluación es imprescindible en el ámbito educativo. El análisis y la valoración de las tareas, aptitudes y capacidades de los alumnos, supone un pilar fundamental en la educación. Pero este proceso se refiere también a los programas, objetivos, materiales, aprendizajes y profesores que intervienen en la vida escolar, así como el material didáctico físico o de software. La finalidad de evaluar es determinar en qué medida se está cumpliendo con las metas de calidad asociadas al aprendizaje que se espera logren los estudiantes en el transcurso de determinado tiempo.

Evaluar al estudiante le permite al docente hacerse preguntas: ¿Cuál es nuestro eje a la hora de evaluar? ¿Cómo calificamos? ¿Qué sistema usamos y qué otro podríamos usar? ¿Cómo podríamos mejorarlo? ¿Vale la pena modificarlo? Estas preguntas son los disparadores para invitar a los docentes a plantearse esas interrogantes e intentar buscar algunas posibles respuestas o al menos comenzar a esbozarlas.

Por otra parte, “es relevante tener conciencia de que aún existen grandes retos para evaluar de forma adecuada varios atributos fundamentales de los futuros profesionistas que requiere la sociedad moderna, como empatía, liderazgo, asertividad, creatividad, trabajo en equipo, entre otros muchos, por lo que el campo de estudio de la evaluación educativa debe seguir modernizandose para enfrentar los constantes cambios de nuestra sociedad”.

“La importancia de la evaluación va más allá del seguimiento escolar de los propios estudiantes. Se trata de un instrumento de seguimiento y valoración de los resultados obtenidos por los escolares para, al mismo tiempo, poder determinar si los procedimientos y metodologías educativas elegidas están siendo los adecuados. Además, aunque al pensar en evaluación educativa normalmente nos enfoquemos en los exámenes, el proceso de evaluación se extiende más. También incluye a los distintos ámbitos y agentes de la actividad educativa, es decir: a los docentes, a los centros, a la idoneidad de los currículos e, incluso, la actividad de las administraciones educativas. La evaluación es un recurso para asegurar unos niveles de formación común y garantizar que se reúnen una serie de capacidades, competencias y conocimientos concretos para avanzar dentro de los niveles del sistema educativo, logrando los títulos homologados correspondientes”.

Los maestros son el centro de atención en esta decisión de la SEP. En este sentido, la vocera de la organización civil Educación con Rumbo, Patricia Ganem, comentó que, en los dos años de la pandemia, los docentes han realizado valoraciones y observaciones muy superficiales, además de generar mecanismos- de seguro no lo que ellos quisieran- para no reprobar a ningún estudiante de educación básica. Por supuesto, acatan las instrucciones de la autoridad en este proceso. “Para el expresidente de la Junta de Gobierno del desaparecido Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), Eduardo Backhoff Escudero, en este ciclo escolar se aprobará a los estudiantes con un mínimo de aprendizaje, y llegarán a un nuevo grado para el que no están preparados”. Backhoff también comenta: “En Francia no hay reprobación en primaria, los estudiantes pasan de grado porque la reprobación no resuelve la falta de aprendizaje y sí fomenta el acoso escolar y las burlas. Pero a los estudiantes que presentan bajos aprendizajes no los dejan al garete en el siguiente ciclo escolar, porque les ponen clases de regularización y maestros que les ayudan a que se nivelen. Aquí los pasan y que el estudiante cache lo que pueda”, comentó.

Por su lado, Erick Avilés, académico del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación José María Morelos y especialista en temas educativos, considera que el principal objetivo de la SEP es evitar la reprobación, sin importar si aprenden o no.

Melchor Sánchez Mendiola, de la UNAM, opina que la “evaluación educativa es tan buena como la metodología utilizada y el uso que se hace de los resultados. Los actores de la educación deben adquirir conciencia de los alcances y limitaciones de los instrumentos de evaluación del aprendizaje”. “Como ha dicho un académico mexicano, el Dr. Tiburcio Moreno, la evaluación tiene muchas caras, y en países como el nuestro ha estado permeada por una visión empirista que descansa en el principio: “Todos sabemos de evaluación, porque alguna vez hemos sido evaluados”. Debemos mejorar nuestros conocimientos y habilidades en evaluación, como una obligación ética y moral de todos los docentes, e informar al resto de la sociedad sobre las virtudes, alcances y limitaciones de este fascinante y controversial tema”.

La SEP mantiene el acuerdo de no reprobar estudiantes. Como se recordará desde el 22 de junio del año pasado la secretaría publicó un ordenamiento que considera no reprobar a ningún estudiante debido a la pandemia, al señalar que no “podrá retenerse a los educandos en el grado escolar en el cual se encuentran inscritos, considerando que se encuentran sujetos a un proceso de valoración extraordinaria”.

Posiblemente la medida se dio porque algunos consideran que la reprobación escolar, en particular, ha sido referida como la antesala de la deserción; un problema claramente identificado en México en los diferentes niveles educativos.

A pesar de que en este ciclo escolar se normalizaron las clases presenciales, la secretaría dio a conocer que se mantiene vigente el acuerdo tomado durante la pandemia. Expertos en educación consideran que eso limita el aprendizaje de los alumnos al percibir que no se requiere trabajar para pasar de año. Durante dos años se ha visto “una disminución tremenda de aprendizajes. Muchos niños no saben ni leer, ni buscar ideas principales en un texto, ni mucho menos hacer operaciones matemáticas. Entonces, lo que procede hacer al maestro es valorar los trabajos, la asistencia y el ‘esfuerzo’ de los estudiantes para pasarlos de año”. “Para los especialistas en educación Patricia Ganem, Eduardo Backhoff y Erik Avilés, esta decisión es un error más de la autoridad educativa porque desmotiva el esfuerzo de los estudiantes al no haber herramientas que permitan ver su avance; también porque puede alejarlos de mejorar su aprendizaje al percibir que no se requiere esfuerzo para pasar de grado escolar”.

La evaluación es imprescindible en el ámbito educativo. El análisis y la valoración de las tareas, aptitudes y capacidades de los alumnos, supone un pilar fundamental en la educación. Pero este proceso se refiere también a los programas, objetivos, materiales, aprendizajes y profesores que intervienen en la vida escolar, así como el material didáctico físico o de software. La finalidad de evaluar es determinar en qué medida se está cumpliendo con las metas de calidad asociadas al aprendizaje que se espera logren los estudiantes en el transcurso de determinado tiempo.

Evaluar al estudiante le permite al docente hacerse preguntas: ¿Cuál es nuestro eje a la hora de evaluar? ¿Cómo calificamos? ¿Qué sistema usamos y qué otro podríamos usar? ¿Cómo podríamos mejorarlo? ¿Vale la pena modificarlo? Estas preguntas son los disparadores para invitar a los docentes a plantearse esas interrogantes e intentar buscar algunas posibles respuestas o al menos comenzar a esbozarlas.

Por otra parte, “es relevante tener conciencia de que aún existen grandes retos para evaluar de forma adecuada varios atributos fundamentales de los futuros profesionistas que requiere la sociedad moderna, como empatía, liderazgo, asertividad, creatividad, trabajo en equipo, entre otros muchos, por lo que el campo de estudio de la evaluación educativa debe seguir modernizandose para enfrentar los constantes cambios de nuestra sociedad”.

“La importancia de la evaluación va más allá del seguimiento escolar de los propios estudiantes. Se trata de un instrumento de seguimiento y valoración de los resultados obtenidos por los escolares para, al mismo tiempo, poder determinar si los procedimientos y metodologías educativas elegidas están siendo los adecuados. Además, aunque al pensar en evaluación educativa normalmente nos enfoquemos en los exámenes, el proceso de evaluación se extiende más. También incluye a los distintos ámbitos y agentes de la actividad educativa, es decir: a los docentes, a los centros, a la idoneidad de los currículos e, incluso, la actividad de las administraciones educativas. La evaluación es un recurso para asegurar unos niveles de formación común y garantizar que se reúnen una serie de capacidades, competencias y conocimientos concretos para avanzar dentro de los niveles del sistema educativo, logrando los títulos homologados correspondientes”.

Los maestros son el centro de atención en esta decisión de la SEP. En este sentido, la vocera de la organización civil Educación con Rumbo, Patricia Ganem, comentó que, en los dos años de la pandemia, los docentes han realizado valoraciones y observaciones muy superficiales, además de generar mecanismos- de seguro no lo que ellos quisieran- para no reprobar a ningún estudiante de educación básica. Por supuesto, acatan las instrucciones de la autoridad en este proceso. “Para el expresidente de la Junta de Gobierno del desaparecido Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), Eduardo Backhoff Escudero, en este ciclo escolar se aprobará a los estudiantes con un mínimo de aprendizaje, y llegarán a un nuevo grado para el que no están preparados”. Backhoff también comenta: “En Francia no hay reprobación en primaria, los estudiantes pasan de grado porque la reprobación no resuelve la falta de aprendizaje y sí fomenta el acoso escolar y las burlas. Pero a los estudiantes que presentan bajos aprendizajes no los dejan al garete en el siguiente ciclo escolar, porque les ponen clases de regularización y maestros que les ayudan a que se nivelen. Aquí los pasan y que el estudiante cache lo que pueda”, comentó.

Por su lado, Erick Avilés, académico del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación José María Morelos y especialista en temas educativos, considera que el principal objetivo de la SEP es evitar la reprobación, sin importar si aprenden o no.

Melchor Sánchez Mendiola, de la UNAM, opina que la “evaluación educativa es tan buena como la metodología utilizada y el uso que se hace de los resultados. Los actores de la educación deben adquirir conciencia de los alcances y limitaciones de los instrumentos de evaluación del aprendizaje”. “Como ha dicho un académico mexicano, el Dr. Tiburcio Moreno, la evaluación tiene muchas caras, y en países como el nuestro ha estado permeada por una visión empirista que descansa en el principio: “Todos sabemos de evaluación, porque alguna vez hemos sido evaluados”. Debemos mejorar nuestros conocimientos y habilidades en evaluación, como una obligación ética y moral de todos los docentes, e informar al resto de la sociedad sobre las virtudes, alcances y limitaciones de este fascinante y controversial tema”.