/ lunes 10 de septiembre de 2018

Septiembre bajo la lluvia y en el recuerdo

Escucho la melodía de 1937 “Septiembre bajo la lluvia”, de Warren y Dubin, con orquesta de Daniel Michaels, poca gente del presente ha disfrutado escucharla en el apacible silencio externo y la armonía interior, viendo caer la lluvia en una tarde de septiembre, como la de hoy. Presumo la fortuna de haber disfrutado 80 septiembres, los primeros 12 sin sentirlo, pero desde 1950, viviendo con intensidad creciente los meses de septiembre de mi vida, siempre frescos, lluviosos e impregnados de vivencias, recuerdos y nostalgias que nutren las tardes de lluvia y calma de cada noveno mes del año.

Principio de los 50, época de post guerra impregnada del pesar de la gran conflagración, recuerdos amargos, limitaciones económicas, carencia de materias primas, pero se escuchaban, más que lamentos, pedimentos al señor y a gobernantes que podrían darnos la tranquilidad perdida desde el 39. Paliativos que hicieron nuestra vida más digna de vivirse fueron la música y películas, no teníamos más. Disfrutamos y hoy recordamos cómo nos envolvía la alegría al bailar el chachachá con el cubanísimo Enrique Jorrín y gozar los “huesos” juveniles de los viernes, que en Xalapa dejaron huella para toda la vida en quienes vivimos aquella poca en aquel Xalapa perdido para siempre.

El cine de los domingos era diversión esperada toda la semana, “Ben Hur”, “Rebelde sin causa” y “Cantando bajo la lluvia” fueron películas inolvidables que propiciaron romances y amistades, algunas perdurables otras fugaces, pero inolvidables. Aquellas “colas” en la calle de Zamora hasta Enríquez donde encontrábamos a vecinos y amigos que no habíamos visto en la semana, pero en esa larga espera nos nutríamos de lo sucedido en nuestras escuelas, barrios o cafés de Enríquez, sitios de reunión de los jóvenes, en el Emir de la “palomilla” de la Prepa, y el Principal, de la “bola” de apretados, jamás una provocación o falta de respeto, simplemente como agua y aceite.

En el 57, último año de la prepa, día a día sentíamos la inminente separación de nuestros compañeros durante cinco años, pues nos dispersaríamos por diversos lares para quizá nunca volver a vernos, como sucedió con muchos. Al finalizar septiembre el destino nos alcanzó, la prepa terminó, en el hermoso baile de bachilleres nos despedimos para tomar cada quien la senda trazada y nos dimos un adiós que aún siento en mis adentros.

En 58 iniciamos la carrera de Medicina en Veracruz, muchos queridos amigos xalapeños vivimos esa emoción indescriptible y convivimos alegrías y angustias en exámenes, noches de estudio, la mayoría con pobreza y limitaciones.

Razones familiares me llevaron a la UNAM a partir del tercer año, conocí la Ciudad Universitaria, caminé en los jardines de Hospital general, hermosa estructura porfiriana, hoy no existe; no olvido los sobrios pasillos del “Juárez”, tuve la fortuna de ser alumno del “Burro” Quiroz, Ignacio Chávez, Guillermo Bosque Pichardo, Octavio Rivero, Fernando Latapi y el enorme Ruy Pérez Tamayo.

Febrero del 66 a septiembre del 70, años de especialidad, sin descanso ni autoridad, con la consigna de obedecer y saber la condición de 30 pacientes, sus resultados de laboratorio, conocer con erudición la enfermedad de cada uno y exponerla al jefe diariamente a la 7 de la mañana. Cinco años inolvidables, angustiosos y productivos dejaron marca en nuestro espíritu con la satisfacción de que sabríamos hacer lo debido y, si no, indagar para saber antes que engañar a quien nos depositaría su confianza. Me siento confortado hoy, disfrutando mi septiembre número 80, en paz y satisfecho de estar aquí con ustedes. Saludo fraterno amigos queridos.

hsilva_mendoza@hotmail.com


Escucho la melodía de 1937 “Septiembre bajo la lluvia”, de Warren y Dubin, con orquesta de Daniel Michaels, poca gente del presente ha disfrutado escucharla en el apacible silencio externo y la armonía interior, viendo caer la lluvia en una tarde de septiembre, como la de hoy. Presumo la fortuna de haber disfrutado 80 septiembres, los primeros 12 sin sentirlo, pero desde 1950, viviendo con intensidad creciente los meses de septiembre de mi vida, siempre frescos, lluviosos e impregnados de vivencias, recuerdos y nostalgias que nutren las tardes de lluvia y calma de cada noveno mes del año.

Principio de los 50, época de post guerra impregnada del pesar de la gran conflagración, recuerdos amargos, limitaciones económicas, carencia de materias primas, pero se escuchaban, más que lamentos, pedimentos al señor y a gobernantes que podrían darnos la tranquilidad perdida desde el 39. Paliativos que hicieron nuestra vida más digna de vivirse fueron la música y películas, no teníamos más. Disfrutamos y hoy recordamos cómo nos envolvía la alegría al bailar el chachachá con el cubanísimo Enrique Jorrín y gozar los “huesos” juveniles de los viernes, que en Xalapa dejaron huella para toda la vida en quienes vivimos aquella poca en aquel Xalapa perdido para siempre.

El cine de los domingos era diversión esperada toda la semana, “Ben Hur”, “Rebelde sin causa” y “Cantando bajo la lluvia” fueron películas inolvidables que propiciaron romances y amistades, algunas perdurables otras fugaces, pero inolvidables. Aquellas “colas” en la calle de Zamora hasta Enríquez donde encontrábamos a vecinos y amigos que no habíamos visto en la semana, pero en esa larga espera nos nutríamos de lo sucedido en nuestras escuelas, barrios o cafés de Enríquez, sitios de reunión de los jóvenes, en el Emir de la “palomilla” de la Prepa, y el Principal, de la “bola” de apretados, jamás una provocación o falta de respeto, simplemente como agua y aceite.

En el 57, último año de la prepa, día a día sentíamos la inminente separación de nuestros compañeros durante cinco años, pues nos dispersaríamos por diversos lares para quizá nunca volver a vernos, como sucedió con muchos. Al finalizar septiembre el destino nos alcanzó, la prepa terminó, en el hermoso baile de bachilleres nos despedimos para tomar cada quien la senda trazada y nos dimos un adiós que aún siento en mis adentros.

En 58 iniciamos la carrera de Medicina en Veracruz, muchos queridos amigos xalapeños vivimos esa emoción indescriptible y convivimos alegrías y angustias en exámenes, noches de estudio, la mayoría con pobreza y limitaciones.

Razones familiares me llevaron a la UNAM a partir del tercer año, conocí la Ciudad Universitaria, caminé en los jardines de Hospital general, hermosa estructura porfiriana, hoy no existe; no olvido los sobrios pasillos del “Juárez”, tuve la fortuna de ser alumno del “Burro” Quiroz, Ignacio Chávez, Guillermo Bosque Pichardo, Octavio Rivero, Fernando Latapi y el enorme Ruy Pérez Tamayo.

Febrero del 66 a septiembre del 70, años de especialidad, sin descanso ni autoridad, con la consigna de obedecer y saber la condición de 30 pacientes, sus resultados de laboratorio, conocer con erudición la enfermedad de cada uno y exponerla al jefe diariamente a la 7 de la mañana. Cinco años inolvidables, angustiosos y productivos dejaron marca en nuestro espíritu con la satisfacción de que sabríamos hacer lo debido y, si no, indagar para saber antes que engañar a quien nos depositaría su confianza. Me siento confortado hoy, disfrutando mi septiembre número 80, en paz y satisfecho de estar aquí con ustedes. Saludo fraterno amigos queridos.

hsilva_mendoza@hotmail.com