/ lunes 12 de agosto de 2019

Sergio Obeso, cardenal

El domingo 11 de agosto escuché en compañía de mi esposa Sandra, al principio de la misa de 7 de la tarde, que pidiéramos por el cardenal Sergio Obeso porque estaba agonizando. Al llegar a casa nos dispusimos a cenar y preparar el material para el inicio de cursos cuando sonó el teléfono. Era un diputado que me preguntó si había fallecido el cardenal a lo que le contesté que investigaría. Inmediatamente llamé a una fuente confiable porque en las redes sociales sólo había una nota. Al confirmar que había partido al Padre sólo alcancé a decir: “Se ha ido un hombre de Dios, un santo y un sabio…”

Al siguiente día me llamó por teléfono Lolita Mateos de Lara para decirme: “tienen que saber todo lo que ha hecho don Sergio” y acudí a verla. Cuando estuvo en el seminario —me dijo— el joven Sergio formó un grupo de estudiantes católicos universitarios, recordaba vagamente el nombre de “Corporación de Estudiantes Universitarios” en el que participaban entre otros muchachos Margarita Roa, Martha Eugenia Lara, Rosa María Lara, Alberto Zamora, Rafael Lara y Jorge Ortiz. Su lema fue ganar la Universidad para Cristo y lo hacían ocupando los mejores lugares de aprovechamiento académico. Lolita recuerda así el nombre del grupo de muchachas universitarias: “Unión Femenil de Estudiantes Católicas” y cuenta que en misa se citaban pasando un “papelito” que decía: “Nos vemos con el Güero”.

El señor Obeso contribuyó a fortalecer también a la Unión Femenina Católica Mexicana (UFCM) de muchas maneras y organizaba retiros que se celebraban en la ciudad de Puebla. Recuerda Lolita cómo el arzobispo de Xalapa ayudó a la fundación de la Casa Hogar Tepeyac para atender a madres solteras y su intervención ante su familia y el gobierno para comprar la casa que hoy alberga dichas instalaciones. Don Sergio siempre gozó de la confianza de muchos bienhechores que colaboraron con obras pías. En una ocasión, estando de retiro, con la Acción Católica, Lolita recibió las llaves de un Sedán Volkswagen que le enviaron de regalo para el servicio y atención de la Arquidiócesis.

Un amigo político que fue candidato en los ochentas no olvida el consejo del arzobispo: la violencia genera violencia ante la consulta de tomar medidas radicales contra el fraude electoral en un municipio cañero, “sé lo que estás pasando, pero no lo hagan” la resistencia civil activa pacífica fue el camino para resolver el problema gracias a consejo sabio.

A un amigo le llamó la atención la bandera de México sobre el ataúd durante su velorio. Le recordó la participación del cardenal en el restablecimiento de las relaciones Estado- Iglesia en los años noventa. Cuenta que en un trayecto le dijo: “Sabía que la reforma del artículo 130 beneficiaria más a otras iglesias, pero estaba consciente que era lo justo y había que hacerla”.

Don Sergio es velado en “su Catedral”, allí serán depositados sus restos después de que su ataúd fuera depositado en el piso y puesto el cirio pascual al frente. Sobre la caja de madera sin ningún tipo de adorno y asidero, su birreta cardenalicia, su pectoral, su crucifijo, la bandera del Vaticano y de México, todos ellos signos de una vida al servicio de los demás, de su país y de Cristo. Su palabra siempre fue precisa, oportuna, sabia, elocuente y convincente, pero su testimonio contundente. Que descanse en paz y en la certeza de la vida eterna.

@basiliodelavega

El domingo 11 de agosto escuché en compañía de mi esposa Sandra, al principio de la misa de 7 de la tarde, que pidiéramos por el cardenal Sergio Obeso porque estaba agonizando. Al llegar a casa nos dispusimos a cenar y preparar el material para el inicio de cursos cuando sonó el teléfono. Era un diputado que me preguntó si había fallecido el cardenal a lo que le contesté que investigaría. Inmediatamente llamé a una fuente confiable porque en las redes sociales sólo había una nota. Al confirmar que había partido al Padre sólo alcancé a decir: “Se ha ido un hombre de Dios, un santo y un sabio…”

Al siguiente día me llamó por teléfono Lolita Mateos de Lara para decirme: “tienen que saber todo lo que ha hecho don Sergio” y acudí a verla. Cuando estuvo en el seminario —me dijo— el joven Sergio formó un grupo de estudiantes católicos universitarios, recordaba vagamente el nombre de “Corporación de Estudiantes Universitarios” en el que participaban entre otros muchachos Margarita Roa, Martha Eugenia Lara, Rosa María Lara, Alberto Zamora, Rafael Lara y Jorge Ortiz. Su lema fue ganar la Universidad para Cristo y lo hacían ocupando los mejores lugares de aprovechamiento académico. Lolita recuerda así el nombre del grupo de muchachas universitarias: “Unión Femenil de Estudiantes Católicas” y cuenta que en misa se citaban pasando un “papelito” que decía: “Nos vemos con el Güero”.

El señor Obeso contribuyó a fortalecer también a la Unión Femenina Católica Mexicana (UFCM) de muchas maneras y organizaba retiros que se celebraban en la ciudad de Puebla. Recuerda Lolita cómo el arzobispo de Xalapa ayudó a la fundación de la Casa Hogar Tepeyac para atender a madres solteras y su intervención ante su familia y el gobierno para comprar la casa que hoy alberga dichas instalaciones. Don Sergio siempre gozó de la confianza de muchos bienhechores que colaboraron con obras pías. En una ocasión, estando de retiro, con la Acción Católica, Lolita recibió las llaves de un Sedán Volkswagen que le enviaron de regalo para el servicio y atención de la Arquidiócesis.

Un amigo político que fue candidato en los ochentas no olvida el consejo del arzobispo: la violencia genera violencia ante la consulta de tomar medidas radicales contra el fraude electoral en un municipio cañero, “sé lo que estás pasando, pero no lo hagan” la resistencia civil activa pacífica fue el camino para resolver el problema gracias a consejo sabio.

A un amigo le llamó la atención la bandera de México sobre el ataúd durante su velorio. Le recordó la participación del cardenal en el restablecimiento de las relaciones Estado- Iglesia en los años noventa. Cuenta que en un trayecto le dijo: “Sabía que la reforma del artículo 130 beneficiaria más a otras iglesias, pero estaba consciente que era lo justo y había que hacerla”.

Don Sergio es velado en “su Catedral”, allí serán depositados sus restos después de que su ataúd fuera depositado en el piso y puesto el cirio pascual al frente. Sobre la caja de madera sin ningún tipo de adorno y asidero, su birreta cardenalicia, su pectoral, su crucifijo, la bandera del Vaticano y de México, todos ellos signos de una vida al servicio de los demás, de su país y de Cristo. Su palabra siempre fue precisa, oportuna, sabia, elocuente y convincente, pero su testimonio contundente. Que descanse en paz y en la certeza de la vida eterna.

@basiliodelavega

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