/ viernes 20 de agosto de 2021

"Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a tí mismo"

El hombre no ha aprendido a convivir lo suficiente, a vivir de manera sencilla, a cuidar sus actos. A lo largo de su historia se ha perdido la interacción con los otros de manera armoniosa, considerada, respetuosa y solidaria.

Esto se da en muchos ámbitos. Comienza en el hogar, dentro de la familia, para expandirse a la escuela, el trabajo, los espacios públicos, y todo aquello que forma parte de la sociedad en general, en lo económico, social, político e incluso religioso. Y en ella no solamente deben convivir individuos, sino también instituciones, organizaciones.

Para que una buena interacción se haga presente los individuos deben estar plenos de valores y esta cualidad será la que los ayude a desarrollarse personalmente y socialmente y lo que permitirá que aprendan a expresarse, a conversar, a resolver las diferencias, los conflictos y a solidarizarse con las demás personas en la solución de sus problemas, y más aún cuando éstos se traducen en condiciones que afectan negativamente a un número desmedido de individuos, de un modo considerado inconveniente y que según se cree deben corregirse mediante la acción colectiva, es decir, por toda la sociedad.

Este es el caso del cambio climático, problema que afecta al mundo globalizado y a México en lo local. El cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando. Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado en los primeros días de agosto de este año, los científicos están observando cambios en el clima de la Tierra en todas las regiones y en el sistema climático en su conjunto.

Muchos de los cambios observados en el clima no tienen precedentes en miles, sino en cientos de miles de años, y algunos de los cambios que ya se están produciendo, como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir hasta dentro de varios siglos o milenios.

El cambio climático ha provocado la intensificación de determinados fenómenos meteorológicos y climáticos, como las olas de calor extremas y las precipitaciones intensas.

En el informe también se pone de manifiesto que las acciones humanas determinan el curso futuro del clima.

Hay pruebas claras de que el dióxido de carbono (CO2) es el principal causante del cambio climático, aunque otros gases de efecto invernadero y contaminantes atmosféricos también afectan al clima.

En los últimos años, los niveles mundiales de metano han estado alcanzando nuevos máximos. Más del 60 por ciento de las emisiones globales de metano provienen de actividades humanas como la industria, la agricultura y la gestión de residuos.

La población humana creció a un ritmo asombroso, de 1.6 mil millones a 6.1 mil millones durante el siglo 20 solamente, y se espera que supere los 9 mil millones en los próximos 50 años. Este crecimiento aumentará la demanda de combustibles fósiles, con el consiguiente aumento de las emisiones de carbono.

Según la Administración Internacional de Energía, "... el carbón suministra un tercio de toda la energía utilizada en todo el mundo y representa el 38% de la generación de electricidad, además de desempeñar un papel crucial en industrias como la siderúrgica. Para evitar un calentamiento catastrófico, el uso del carbón como fuente de electricidad debe reducirse a entre el 1 y el 7 % para 2050.

"A medida que el mundo busca frenar el ritmo del cambio climático, preservar la vida silvestre y apoyar a miles de millones de personas, los árboles inevitablemente tienen una parte importante de la respuesta. Sin embargo, la destrucción masiva de árboles –la deforestación provocada por el hombre– continúa, sacrificando los beneficios a largo plazo de los árboles en pie para obtener ganancias a corto plazo".

Los bosques todavía cubren alrededor del 30 por ciento de la superficie terrestre del mundo, pero están desapareciendo a un ritmo alarmante. Entre 1990 y 2016, el mundo perdió 1,3 millones de kilómetros cuadrados de bosque, según el Banco Mundial, un área más grande que Sudáfrica.

Los adultos son los responsables de esta cascada de calamidades dramáticas, impredecibles y posiblemente irreversibles en el clima por sus actos. Y viene la pregunta, ¿qué sucederá con los niños, niñas y jóvenes en el futuro?

¿Al educarlos y prepararlos para el mañana hemos sido socialmente honestos con ellos? ¿Sólo en el discurso les pedimos respeto a las normas, honestidad, tolerancia, paz, diálogo, solidaridad, justicia?

El clima de la Tierra seguirá cambiando a lo largo de este siglo y más allá. Pasado mediados de siglo, cuántos cambios climáticos dependen principalmente de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y de la respuesta del sistema climático de la Tierra al calentamiento inducido por el hombre. Ante un problema como éste debe haber una acción individual y colectiva y hay que estar preparado para ello. Aún hay la esperanza de preparar a las nuevas generaciones. Diría Gandhi: "No debemos perder la fe en la humanidad que es como un océano; ella no se mancha porque algunas de sus gotas estén sucias".

El hombre no ha aprendido a convivir lo suficiente, a vivir de manera sencilla, a cuidar sus actos. A lo largo de su historia se ha perdido la interacción con los otros de manera armoniosa, considerada, respetuosa y solidaria.

Esto se da en muchos ámbitos. Comienza en el hogar, dentro de la familia, para expandirse a la escuela, el trabajo, los espacios públicos, y todo aquello que forma parte de la sociedad en general, en lo económico, social, político e incluso religioso. Y en ella no solamente deben convivir individuos, sino también instituciones, organizaciones.

Para que una buena interacción se haga presente los individuos deben estar plenos de valores y esta cualidad será la que los ayude a desarrollarse personalmente y socialmente y lo que permitirá que aprendan a expresarse, a conversar, a resolver las diferencias, los conflictos y a solidarizarse con las demás personas en la solución de sus problemas, y más aún cuando éstos se traducen en condiciones que afectan negativamente a un número desmedido de individuos, de un modo considerado inconveniente y que según se cree deben corregirse mediante la acción colectiva, es decir, por toda la sociedad.

Este es el caso del cambio climático, problema que afecta al mundo globalizado y a México en lo local. El cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando. Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado en los primeros días de agosto de este año, los científicos están observando cambios en el clima de la Tierra en todas las regiones y en el sistema climático en su conjunto.

Muchos de los cambios observados en el clima no tienen precedentes en miles, sino en cientos de miles de años, y algunos de los cambios que ya se están produciendo, como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir hasta dentro de varios siglos o milenios.

El cambio climático ha provocado la intensificación de determinados fenómenos meteorológicos y climáticos, como las olas de calor extremas y las precipitaciones intensas.

En el informe también se pone de manifiesto que las acciones humanas determinan el curso futuro del clima.

Hay pruebas claras de que el dióxido de carbono (CO2) es el principal causante del cambio climático, aunque otros gases de efecto invernadero y contaminantes atmosféricos también afectan al clima.

En los últimos años, los niveles mundiales de metano han estado alcanzando nuevos máximos. Más del 60 por ciento de las emisiones globales de metano provienen de actividades humanas como la industria, la agricultura y la gestión de residuos.

La población humana creció a un ritmo asombroso, de 1.6 mil millones a 6.1 mil millones durante el siglo 20 solamente, y se espera que supere los 9 mil millones en los próximos 50 años. Este crecimiento aumentará la demanda de combustibles fósiles, con el consiguiente aumento de las emisiones de carbono.

Según la Administración Internacional de Energía, "... el carbón suministra un tercio de toda la energía utilizada en todo el mundo y representa el 38% de la generación de electricidad, además de desempeñar un papel crucial en industrias como la siderúrgica. Para evitar un calentamiento catastrófico, el uso del carbón como fuente de electricidad debe reducirse a entre el 1 y el 7 % para 2050.

"A medida que el mundo busca frenar el ritmo del cambio climático, preservar la vida silvestre y apoyar a miles de millones de personas, los árboles inevitablemente tienen una parte importante de la respuesta. Sin embargo, la destrucción masiva de árboles –la deforestación provocada por el hombre– continúa, sacrificando los beneficios a largo plazo de los árboles en pie para obtener ganancias a corto plazo".

Los bosques todavía cubren alrededor del 30 por ciento de la superficie terrestre del mundo, pero están desapareciendo a un ritmo alarmante. Entre 1990 y 2016, el mundo perdió 1,3 millones de kilómetros cuadrados de bosque, según el Banco Mundial, un área más grande que Sudáfrica.

Los adultos son los responsables de esta cascada de calamidades dramáticas, impredecibles y posiblemente irreversibles en el clima por sus actos. Y viene la pregunta, ¿qué sucederá con los niños, niñas y jóvenes en el futuro?

¿Al educarlos y prepararlos para el mañana hemos sido socialmente honestos con ellos? ¿Sólo en el discurso les pedimos respeto a las normas, honestidad, tolerancia, paz, diálogo, solidaridad, justicia?

El clima de la Tierra seguirá cambiando a lo largo de este siglo y más allá. Pasado mediados de siglo, cuántos cambios climáticos dependen principalmente de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y de la respuesta del sistema climático de la Tierra al calentamiento inducido por el hombre. Ante un problema como éste debe haber una acción individual y colectiva y hay que estar preparado para ello. Aún hay la esperanza de preparar a las nuevas generaciones. Diría Gandhi: "No debemos perder la fe en la humanidad que es como un océano; ella no se mancha porque algunas de sus gotas estén sucias".