/ martes 29 de octubre de 2019

Sin crecimiento económico, prometido para 2019

El impacto negativo por la división de la sociedad entre liberales y conservadores, fifís y chairos, según la visión del gobierno, ha generado la desaparición de la esperanza de crecimiento económico del 4% que se prometía en campaña. Y si en los tiempos del gobierno de Enrique Peña Nieto México se convirtió en un pueblo triste, ahora ha llegado a la desesperación por el desinterés que prevalece en el gobierno para resolver la crisis que nos afecta a todos.

Entre los factores que contribuyen al desencanto de la población hay que señalar el miedo de las clases empresarial y patronal, que en lugar de invertir sus recursos en empresas productivas para generar empleos, han preferido guardar su dinero en bancos nacionales y extranjeros, aumentando la crisis por la incertidumbre que se palpa en la disminución del consumo y la falta de empleos.

Y a la falta de empleos y oportunidades habría que agregar los costos por la urgencia de “pedir prestado”, pues las tasas de interés se han elevado y las instituciones financieras se han vuelto escrupulosamente cuidadosas para garantizar que el crédito otorgado se recupere en los tiempos y condiciones que mejor convenga a los dueños del dinero.

De ahí que quien no dispone de un patrimonio inmobiliario se vea obligado a deshacerse de alhajas, vehículos y cuanto objeto de valor sea aceptado por los practicantes del agiotismo y por las mafias que constituyen las casas privadas de empeño y prenda, cuya identidad de los propietarios se desconoce.

La incertidumbre propicia mayor criminalidad, por la falta de aplicación estricta de la ley; la corrupción imperante en los tribunales y la impunidad permite a los delincuentes reincidir como un círculo vicioso y les vuelve a absolver de cualquier culpa. En la incidencia de corrupción del año que está por terminar, México ha sido calificado con 28 puntos sobre 100, que constituyen el índice de competitividad global y en el ranking mundial, México llegó al lugar 116, entre Bolivia y Guatemala.

Organismos privados nacionales y extranjeros, que agrupan a empresarios afiliados al Consejo Coordinador Empresarial y a la American Chamber, que representa mil 450 empresas estadounidenses, han perdido en negocios comerciales realizados en México por negarse a la corrupción, en operaciones de compras y licitaciones del sector público, donde históricamente todo se manipula para beneficiar a los socios del poder político.

El impacto negativo por la división de la sociedad entre liberales y conservadores, fifís y chairos, según la visión del gobierno, ha generado la desaparición de la esperanza de crecimiento económico del 4% que se prometía en campaña. Y si en los tiempos del gobierno de Enrique Peña Nieto México se convirtió en un pueblo triste, ahora ha llegado a la desesperación por el desinterés que prevalece en el gobierno para resolver la crisis que nos afecta a todos.

Entre los factores que contribuyen al desencanto de la población hay que señalar el miedo de las clases empresarial y patronal, que en lugar de invertir sus recursos en empresas productivas para generar empleos, han preferido guardar su dinero en bancos nacionales y extranjeros, aumentando la crisis por la incertidumbre que se palpa en la disminución del consumo y la falta de empleos.

Y a la falta de empleos y oportunidades habría que agregar los costos por la urgencia de “pedir prestado”, pues las tasas de interés se han elevado y las instituciones financieras se han vuelto escrupulosamente cuidadosas para garantizar que el crédito otorgado se recupere en los tiempos y condiciones que mejor convenga a los dueños del dinero.

De ahí que quien no dispone de un patrimonio inmobiliario se vea obligado a deshacerse de alhajas, vehículos y cuanto objeto de valor sea aceptado por los practicantes del agiotismo y por las mafias que constituyen las casas privadas de empeño y prenda, cuya identidad de los propietarios se desconoce.

La incertidumbre propicia mayor criminalidad, por la falta de aplicación estricta de la ley; la corrupción imperante en los tribunales y la impunidad permite a los delincuentes reincidir como un círculo vicioso y les vuelve a absolver de cualquier culpa. En la incidencia de corrupción del año que está por terminar, México ha sido calificado con 28 puntos sobre 100, que constituyen el índice de competitividad global y en el ranking mundial, México llegó al lugar 116, entre Bolivia y Guatemala.

Organismos privados nacionales y extranjeros, que agrupan a empresarios afiliados al Consejo Coordinador Empresarial y a la American Chamber, que representa mil 450 empresas estadounidenses, han perdido en negocios comerciales realizados en México por negarse a la corrupción, en operaciones de compras y licitaciones del sector público, donde históricamente todo se manipula para beneficiar a los socios del poder político.