/ miércoles 19 de septiembre de 2018

Sucesos imborrables del movimiento estudiantil del 68

Sobre el movimiento estudiantil de 1968, las proclamas que entusiasmaron a los estudiantes de la época para sumarse a las manifestaciones que generaron el amotinamiento de miles de estudiantes, eran en realidad derechos fundamentales consagrados en la Constitución; todo ocurrió, en un símil a las manifestaciones ocurridas en París, Francia, reprimidas también, pero no con la agresividad criminal de quienes masacraron a los estudiantes mexicanos en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en el mitin que se celebraba el fatídico 2 de octubre del 68, en cuyo calendario también se realizaría la primera Olimpiada, que tuvo como sede a nuestro país.

Mucho antes de que corriera la sangre de los manifestantes, ya existía un repudio generalizado en contra del expresidente Gustavo Díaz Ordáz, por su carácter autoritario y déspota, quien sin titubeos dio la orden que recibió el Ejército para disolver esa manifestación; con la participación de francotiradores y personajes armados, vestidos de civil, que pertenecían a la Dirección Federal de Seguridad y a otras corporaciones policiacas, que arremetieron en contra de los estudiantes.

Los elementos paramilitares más agresivos y sanguinarios que los propios uniformados, infiltrados como estaban entre los asistentes a las manifestaciones, donde se proclamaba el derecho de todos a las libertades de reunión, asociación, manifestación, expresión de las ideas y difusión por medio de la prensa; esos elementos que aparecen en las imágenes de las grabaciones de la represión, son los mismos que en 1971, con armas cortas y varas de bambú se convirtieron en halcones y reprimieron, asesinaron y secuestraron a otros estudiantes que se manifestaban en contra del gobierno del presidente Luis Echeverría Álvarez, sucesor de Gustavo Díaz Ordaz.

Gustavo Díaz Ordaz en su último informe de gobierno, asumió la responsabilidad total de la participación del ejército para reprimir y disolver la manifestación estudiantil del 2 de octubre del 68. El argumento del presidente Díaz Ordaz, fue que no podía poner en riesgo la estabilidad política y social, por considerar un grave riesgo para el Estado Mexicano y sus Instituciones.

Ante la proximidad del cincuentenario del fatal suceso, debe quedar claro a las autoridades de este país, que el “Dos de Octubre, no se olvida” y que nunca tendrán cabida los autoritarios y represores en el Gobierno mexicano.


Sobre el movimiento estudiantil de 1968, las proclamas que entusiasmaron a los estudiantes de la época para sumarse a las manifestaciones que generaron el amotinamiento de miles de estudiantes, eran en realidad derechos fundamentales consagrados en la Constitución; todo ocurrió, en un símil a las manifestaciones ocurridas en París, Francia, reprimidas también, pero no con la agresividad criminal de quienes masacraron a los estudiantes mexicanos en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en el mitin que se celebraba el fatídico 2 de octubre del 68, en cuyo calendario también se realizaría la primera Olimpiada, que tuvo como sede a nuestro país.

Mucho antes de que corriera la sangre de los manifestantes, ya existía un repudio generalizado en contra del expresidente Gustavo Díaz Ordáz, por su carácter autoritario y déspota, quien sin titubeos dio la orden que recibió el Ejército para disolver esa manifestación; con la participación de francotiradores y personajes armados, vestidos de civil, que pertenecían a la Dirección Federal de Seguridad y a otras corporaciones policiacas, que arremetieron en contra de los estudiantes.

Los elementos paramilitares más agresivos y sanguinarios que los propios uniformados, infiltrados como estaban entre los asistentes a las manifestaciones, donde se proclamaba el derecho de todos a las libertades de reunión, asociación, manifestación, expresión de las ideas y difusión por medio de la prensa; esos elementos que aparecen en las imágenes de las grabaciones de la represión, son los mismos que en 1971, con armas cortas y varas de bambú se convirtieron en halcones y reprimieron, asesinaron y secuestraron a otros estudiantes que se manifestaban en contra del gobierno del presidente Luis Echeverría Álvarez, sucesor de Gustavo Díaz Ordaz.

Gustavo Díaz Ordaz en su último informe de gobierno, asumió la responsabilidad total de la participación del ejército para reprimir y disolver la manifestación estudiantil del 2 de octubre del 68. El argumento del presidente Díaz Ordaz, fue que no podía poner en riesgo la estabilidad política y social, por considerar un grave riesgo para el Estado Mexicano y sus Instituciones.

Ante la proximidad del cincuentenario del fatal suceso, debe quedar claro a las autoridades de este país, que el “Dos de Octubre, no se olvida” y que nunca tendrán cabida los autoritarios y represores en el Gobierno mexicano.