/ lunes 8 de junio de 2020

Tatahuicapan, un día de cólera

No es la primera vez que protestas derivan en hechos violentos contra las autoridades municipales.

El caso de Tatahuicapan, municipio ubicado en la zona de Catemaco, Soteapan y Mecayapan, en Veracruz, es un llamado de atención.

Por la noche del pasado viernes, el director de Educación Indígena en la SEV provocó un accidente que cobró una vida. Conducía su camioneta presuntamente alcoholizado por las calles de Tatahuicapan de Juárez, perdió el control, arrolló un mototaxi y terminó su marcha al impactarse contra una vivienda.

El saldo inicial: una joven muerta y dos lesionados de gravedad. El presunto responsable del accidente fue detenido de inmediato; se le acusaba por homicidio culposo y lesiones, pero dada la gravedad de su estado de salud, consecuencia de los golpes por el choque, fue trasladado a una clínica de Acayucan.

El caso desató la cólera, la ira de la población del lugar, que buscó sin éxito al sujeto en la cárcel local. Probablemente lo hubiera linchado la turba enardecida, pero a esa hora los médicos de Acayucan buscaban salvarle la vida.

El sábado, al igual que la joven atropellada, murió el director de Educación Indígena de la SEV.

Por la noche del viernes y madrugada del sábado, cientos de personas comenzaron a congregarse en el centro de Tatahuicapan para exigir justicia; ingresaron a la cárcel municipal en busca del funcionario estatal señalado por el lamentable hecho y al no encontrarlo, iniciaron los destrozos en el Palacio Municipal.

Hubo patrullas incendiadas y en general fueron horas de caos en este pequeño municipio.

Es probable que el parentesco del detenido con el alcalde (el edil es sobrino del funcionario estatal) haya sido determinante en la percepción de la población del lugar sobre un probable caso de impunidad; al final, la muchedumbre provocó destrozos en el inmueble municipal.

Éste no es el primer caso de este tipo; en noviembre de 2016, pobladores de Catemaco irrumpieron en las oficinas municipales para protestar por la ola de inseguridad y por la desaparición del sacerdote José Luis Sánchez Ruiz. En aquella ocasión, le prendieron fuego a las computadoras, el mobiliario y el archivo del Ayuntamiento local.

Antes de eso, en la zona norte de Veracruz, en junio de 2015 un grupo de habitantes de Tamiahua incendió al inmueble municipal, en protesta por el presunto asesinato de un joven al que los policías habrían sacado de su domicilio para propinarle una brutal golpiza.

El entonces alcalde del lugar, Martín Cristóbal, fue retenido por los manifestantes.

Ese mismo mes, junio de 2015, un grupo de personas de Tlachichilco, también en la zona norte de Veracruz, incendió el Palacio Municipal en protesta por el asesinato de exfuncionarios locales, que ocurrió un año antes.

En general, aunque indeseables, las tomas y los incendios de palacios municipales en la entidad se han registrado de manera más o menos frecuente.

Obedecen, en casos como el reciente de Tatahuicapan, a la indignación, a la impotencia y a la ira de una población que se siente agraviada.

No es la primera vez que protestas derivan en hechos violentos contra las autoridades municipales.

El caso de Tatahuicapan, municipio ubicado en la zona de Catemaco, Soteapan y Mecayapan, en Veracruz, es un llamado de atención.

Por la noche del pasado viernes, el director de Educación Indígena en la SEV provocó un accidente que cobró una vida. Conducía su camioneta presuntamente alcoholizado por las calles de Tatahuicapan de Juárez, perdió el control, arrolló un mototaxi y terminó su marcha al impactarse contra una vivienda.

El saldo inicial: una joven muerta y dos lesionados de gravedad. El presunto responsable del accidente fue detenido de inmediato; se le acusaba por homicidio culposo y lesiones, pero dada la gravedad de su estado de salud, consecuencia de los golpes por el choque, fue trasladado a una clínica de Acayucan.

El caso desató la cólera, la ira de la población del lugar, que buscó sin éxito al sujeto en la cárcel local. Probablemente lo hubiera linchado la turba enardecida, pero a esa hora los médicos de Acayucan buscaban salvarle la vida.

El sábado, al igual que la joven atropellada, murió el director de Educación Indígena de la SEV.

Por la noche del viernes y madrugada del sábado, cientos de personas comenzaron a congregarse en el centro de Tatahuicapan para exigir justicia; ingresaron a la cárcel municipal en busca del funcionario estatal señalado por el lamentable hecho y al no encontrarlo, iniciaron los destrozos en el Palacio Municipal.

Hubo patrullas incendiadas y en general fueron horas de caos en este pequeño municipio.

Es probable que el parentesco del detenido con el alcalde (el edil es sobrino del funcionario estatal) haya sido determinante en la percepción de la población del lugar sobre un probable caso de impunidad; al final, la muchedumbre provocó destrozos en el inmueble municipal.

Éste no es el primer caso de este tipo; en noviembre de 2016, pobladores de Catemaco irrumpieron en las oficinas municipales para protestar por la ola de inseguridad y por la desaparición del sacerdote José Luis Sánchez Ruiz. En aquella ocasión, le prendieron fuego a las computadoras, el mobiliario y el archivo del Ayuntamiento local.

Antes de eso, en la zona norte de Veracruz, en junio de 2015 un grupo de habitantes de Tamiahua incendió al inmueble municipal, en protesta por el presunto asesinato de un joven al que los policías habrían sacado de su domicilio para propinarle una brutal golpiza.

El entonces alcalde del lugar, Martín Cristóbal, fue retenido por los manifestantes.

Ese mismo mes, junio de 2015, un grupo de personas de Tlachichilco, también en la zona norte de Veracruz, incendió el Palacio Municipal en protesta por el asesinato de exfuncionarios locales, que ocurrió un año antes.

En general, aunque indeseables, las tomas y los incendios de palacios municipales en la entidad se han registrado de manera más o menos frecuente.

Obedecen, en casos como el reciente de Tatahuicapan, a la indignación, a la impotencia y a la ira de una población que se siente agraviada.