/ jueves 12 de marzo de 2020

Tendederos, ¿denuncias o infamias?

En los últimos días, en universidades y escuelas de bachillerato y secundaria prolifera lo que coloquialmente han dado en llamar “tendederos”. Los cuales literalmente son utilizados para “sacar los trapitos al sol”, es decir, ventilar verdades que habían permanecido ocultas.

Los alumnos cuelgan hojas y cartulinas con manuscritos para señalar a maestros, autoridades o trabajadores de planteles que en algún momento cometen o han cometido en su contra actos de acoso, en muchos casos con nombres y apellidos.

No hay restricciones, los jóvenes actúan en el anonimato, y son tantas las acusaciones que pareciera una silenciosa enfermedad que la sociedad consentía o no se daba cuenta que padecía en ese nivel de gravedad, en particular en el sector educativo y oficinas de gobierno. En la Universidad Veracruzana los señalamientos han sido concretos en distintos campus y en Comunicación y Medicina en el puerto, por sólo citar dos ejemplos, y tiene en la mira a catedráticos a quienes se les abrieron expedientes para revisar sus conductas.

Es una "caja de Pandora" que se abrió hace mucho tiempo, desde los años 70, pero se reabrió a raíz de denuncias presentadas por actrices de cine y recientemente en el vecino país del norte por empleadas del productor Harvey Weinstein por delitos sexuales, a quien un juez acaba de declararlo culpable y fue sentenciado a 25 años de prisión. Tomó mayor fuerza con el movimiento de protesta contra la violencia de género de miles y miles de mujeres en todo el país el pasado día 9.

Este movimiento liberó de miedos a muchas mujeres, sólo falta que terminen lo que iniciaron: darle valor a esas acusaciones y formalizar las denuncias penales para que se proceda en contra de los presuntos acosadores, con testimonios de las afectadas, contextos y hechos, para que no haya lugar a que este movimiento pueda tomar el camino de la infamia y generar descrédito contra los señalados por maldad o vileza, situación que también puede estar escondida en el anonimato. Tan importante es hacer cumplir la ley, sin signo de duda de la protección hacia las mujeres, como también evitar que puedan cometerse actos de injusticia. Hay un video que circula en las redes donde el director de una escuela tecnológica acude a dialogar con sus alumnos que colocaron uno de esos tendederos y lo que encuentra son insultos y gritos. Un profesor hace poco tiempo fue sacado a golpes por estudiantes del CCH Azcatpotzalco de la UNAM, acusado de acoso. Ese tipo de enfrentamientos verbales o físicos tampoco deben permitirse ni generalizarse, porque van a crear un ambiente tan dañino como el mal que se quiere eliminar. Cuidado.

NUEVO CASO DE AGRESIÓN A UNA PERIODISTA

La periodista Mireya Ulloa Valencia fue cobardemente atacada a puñaladas anteayer miércoles afuera de su casa, cuando llegaba de cumplir sus labores. Fue herida de gravedad y advertida de que la próxima vez no vivirá para contarlo. Desde luego que todo indica que se trata de un ataque a la libertad de expresión, motivada por el trabajo que desempeña: otro más que se presenta en el estado de Veracruz. En 2005 Raúl Gibb Guerrero fue asesinado a balazos y el crimen aún no es resuelto. Las amenazas también las han recibido otros comunicadores de esa convulsionada zona donde dominan los grupos delincuenciales, al igual que en el norte y centro de la entidad. De hecho, ya todo Veracruz es territorio criminal. ¿Qué pasa? La impunidad hace que los malosos actúen sin temor a la ley, y en este caso, inquieta el peligro en que se encuentra la vida de Mireya. Debe esperarse que el gobierno de la República, y en particular el de Cuitláhuac García Jiménez, garanticen su vida y den protección a la periodista y, en general, a todos los comunicadores de la entidad.

opedro2006@gmail.com

En los últimos días, en universidades y escuelas de bachillerato y secundaria prolifera lo que coloquialmente han dado en llamar “tendederos”. Los cuales literalmente son utilizados para “sacar los trapitos al sol”, es decir, ventilar verdades que habían permanecido ocultas.

Los alumnos cuelgan hojas y cartulinas con manuscritos para señalar a maestros, autoridades o trabajadores de planteles que en algún momento cometen o han cometido en su contra actos de acoso, en muchos casos con nombres y apellidos.

No hay restricciones, los jóvenes actúan en el anonimato, y son tantas las acusaciones que pareciera una silenciosa enfermedad que la sociedad consentía o no se daba cuenta que padecía en ese nivel de gravedad, en particular en el sector educativo y oficinas de gobierno. En la Universidad Veracruzana los señalamientos han sido concretos en distintos campus y en Comunicación y Medicina en el puerto, por sólo citar dos ejemplos, y tiene en la mira a catedráticos a quienes se les abrieron expedientes para revisar sus conductas.

Es una "caja de Pandora" que se abrió hace mucho tiempo, desde los años 70, pero se reabrió a raíz de denuncias presentadas por actrices de cine y recientemente en el vecino país del norte por empleadas del productor Harvey Weinstein por delitos sexuales, a quien un juez acaba de declararlo culpable y fue sentenciado a 25 años de prisión. Tomó mayor fuerza con el movimiento de protesta contra la violencia de género de miles y miles de mujeres en todo el país el pasado día 9.

Este movimiento liberó de miedos a muchas mujeres, sólo falta que terminen lo que iniciaron: darle valor a esas acusaciones y formalizar las denuncias penales para que se proceda en contra de los presuntos acosadores, con testimonios de las afectadas, contextos y hechos, para que no haya lugar a que este movimiento pueda tomar el camino de la infamia y generar descrédito contra los señalados por maldad o vileza, situación que también puede estar escondida en el anonimato. Tan importante es hacer cumplir la ley, sin signo de duda de la protección hacia las mujeres, como también evitar que puedan cometerse actos de injusticia. Hay un video que circula en las redes donde el director de una escuela tecnológica acude a dialogar con sus alumnos que colocaron uno de esos tendederos y lo que encuentra son insultos y gritos. Un profesor hace poco tiempo fue sacado a golpes por estudiantes del CCH Azcatpotzalco de la UNAM, acusado de acoso. Ese tipo de enfrentamientos verbales o físicos tampoco deben permitirse ni generalizarse, porque van a crear un ambiente tan dañino como el mal que se quiere eliminar. Cuidado.

NUEVO CASO DE AGRESIÓN A UNA PERIODISTA

La periodista Mireya Ulloa Valencia fue cobardemente atacada a puñaladas anteayer miércoles afuera de su casa, cuando llegaba de cumplir sus labores. Fue herida de gravedad y advertida de que la próxima vez no vivirá para contarlo. Desde luego que todo indica que se trata de un ataque a la libertad de expresión, motivada por el trabajo que desempeña: otro más que se presenta en el estado de Veracruz. En 2005 Raúl Gibb Guerrero fue asesinado a balazos y el crimen aún no es resuelto. Las amenazas también las han recibido otros comunicadores de esa convulsionada zona donde dominan los grupos delincuenciales, al igual que en el norte y centro de la entidad. De hecho, ya todo Veracruz es territorio criminal. ¿Qué pasa? La impunidad hace que los malosos actúen sin temor a la ley, y en este caso, inquieta el peligro en que se encuentra la vida de Mireya. Debe esperarse que el gobierno de la República, y en particular el de Cuitláhuac García Jiménez, garanticen su vida y den protección a la periodista y, en general, a todos los comunicadores de la entidad.

opedro2006@gmail.com