/ jueves 2 de septiembre de 2021

Tercer informe, medio sexenio

Este primero de septiembre el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador, dio un mensaje con motivo de su tercer informe de gobierno. El formato es tradicional: se entrega al Congreso por escrito mediante el secretario de Gobernación y el Presidente dirige un mensaje en Palacio Nacional. Es un momento importante para nuestro país. Se hace un balance a la vez que se rinden cuentas. Merece un análisis amplio, no sólo en la glosa legislativa, de suyo indispensable. Amerita que se someta al escrutinio de la sociedad en los más diversos foros. Es necesario que se estudie y critique con los enfoques más amplios posibles.

Instituciones de todo tipo, especialistas, analistas, representantes y ciudadanía en general deben involucrarse en su debate. Este documento será importante en la medida de que deje claro sus datos y resultados. Para que contribuya a la información sobre este momento nacional, para que esclarezca los efectos de las políticas públicas implementadas y dé cuenta clara de la salud democrática de nuestro país, tiene que desmenuzarse y dejar claro con evidencias concretas la diferencia entre el pasado y el presente, así como los logros sólidos y trascendentes del actual gobierno. No podemos evitar que la centralidad del debate sobre el informe lo tengan los partidos y los legisladores. Pero siempre será parcial, faccioso, interesado y hasta desproporcionado en el sentido de que todo está mal o todo está bien. No esperemos autocrítica en el oficialismo, sin ella sus aportaciones son limitados. Tampoco una crítica constructiva de las oposiciones. En la polarización del caso la verdad y la razón pierden. Si ese debate se va a los extremos, la sociedad queda en oscuras y no habrá ningún efecto realmente positivo del informe. Se requiere la apertura de espacios ciudadanos, sin afanes proselitistas, para que intentemos ubicar claramente la coyuntura en que nos encontramos. Deben hablar los expertos pero hacerlo pronto, inmediatamente; de otra manera, todo queda en ruido demagógico para que, en unos cuantos días, el informe se vaya al olvido.

La ventaja del comentario, análisis y crítica desde la sociedad civil y la ciudadanía en general es que parte de la buena fe, de una actitud auténtica y con fines democráticos. No se hace proselitismo, se promueve una postura constructiva y se alienta la participación informada de la ciudadanía. Es mucho mejor esta condición que contrasta con las posiciones partidistas donde su atrincheramiento los hace deshacerse de la verdad. Aunque hay mucho de donde tomar no es fácil el cuestionamiento al presidente Obrador desde una postura de izquierda y progresista. No es fácil por los antecedentes con al menos los tres o cuatro presidentes más recientes. En especial en el caso de Peña Nieto, de un sexenio que naufragó en la frivolidad, la ignorancia y la corrupción extrema. Esa sombra densa del pasado de atracos y arbitrariedades de alguna manera permite a AMLO gozar de un margen ancho y estable de reconocimiento.

Otro asunto es su estilo de gobernar y los resultados de su gobierno. Sin duda lo debemos ver como ser humano, como político, si bien no tradicional, como presidente sujeto a reglas y contrapesos. Por mucho que el mismo lo promueva no es democrático el seguidismo acrítico, pues disminuye las capacidades sociales para la convivencia tolerante y configura masas amorfas con escaso criterio para reconocer o juzgar. Es un buen momento para que las izquierdas sobrevivientes, incluidas las porciones correspondientes en el partido Morena, recuperen las tradiciones intelectuales, deliberativas y autocríticas que las caracterizaban. Las críticas son normales y necesarias. Son parte de la democracia. La clase política que ha derivado en casta tiene la obligación de atenderla, estimularla y responderle con resultados. Si se le estigmatiza, se le omite o, peor aun, se le reprime como ocurre en ámbitos locales, simplemente nadie puede hablar de cambio alguno. Este tercer informe es una magnífica oportunidad para la participación ciudadana en su análisis y conclusiones, para que no quede en lo anecdótico y en la escenografía.

Recadito: La UV debería estrenar rector promoviendo el análisis del informe presidencial.

mail:

ufa.1959@gmail.com

ufa.1959@gmail.com

Este primero de septiembre el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador, dio un mensaje con motivo de su tercer informe de gobierno. El formato es tradicional: se entrega al Congreso por escrito mediante el secretario de Gobernación y el Presidente dirige un mensaje en Palacio Nacional. Es un momento importante para nuestro país. Se hace un balance a la vez que se rinden cuentas. Merece un análisis amplio, no sólo en la glosa legislativa, de suyo indispensable. Amerita que se someta al escrutinio de la sociedad en los más diversos foros. Es necesario que se estudie y critique con los enfoques más amplios posibles.

Instituciones de todo tipo, especialistas, analistas, representantes y ciudadanía en general deben involucrarse en su debate. Este documento será importante en la medida de que deje claro sus datos y resultados. Para que contribuya a la información sobre este momento nacional, para que esclarezca los efectos de las políticas públicas implementadas y dé cuenta clara de la salud democrática de nuestro país, tiene que desmenuzarse y dejar claro con evidencias concretas la diferencia entre el pasado y el presente, así como los logros sólidos y trascendentes del actual gobierno. No podemos evitar que la centralidad del debate sobre el informe lo tengan los partidos y los legisladores. Pero siempre será parcial, faccioso, interesado y hasta desproporcionado en el sentido de que todo está mal o todo está bien. No esperemos autocrítica en el oficialismo, sin ella sus aportaciones son limitados. Tampoco una crítica constructiva de las oposiciones. En la polarización del caso la verdad y la razón pierden. Si ese debate se va a los extremos, la sociedad queda en oscuras y no habrá ningún efecto realmente positivo del informe. Se requiere la apertura de espacios ciudadanos, sin afanes proselitistas, para que intentemos ubicar claramente la coyuntura en que nos encontramos. Deben hablar los expertos pero hacerlo pronto, inmediatamente; de otra manera, todo queda en ruido demagógico para que, en unos cuantos días, el informe se vaya al olvido.

La ventaja del comentario, análisis y crítica desde la sociedad civil y la ciudadanía en general es que parte de la buena fe, de una actitud auténtica y con fines democráticos. No se hace proselitismo, se promueve una postura constructiva y se alienta la participación informada de la ciudadanía. Es mucho mejor esta condición que contrasta con las posiciones partidistas donde su atrincheramiento los hace deshacerse de la verdad. Aunque hay mucho de donde tomar no es fácil el cuestionamiento al presidente Obrador desde una postura de izquierda y progresista. No es fácil por los antecedentes con al menos los tres o cuatro presidentes más recientes. En especial en el caso de Peña Nieto, de un sexenio que naufragó en la frivolidad, la ignorancia y la corrupción extrema. Esa sombra densa del pasado de atracos y arbitrariedades de alguna manera permite a AMLO gozar de un margen ancho y estable de reconocimiento.

Otro asunto es su estilo de gobernar y los resultados de su gobierno. Sin duda lo debemos ver como ser humano, como político, si bien no tradicional, como presidente sujeto a reglas y contrapesos. Por mucho que el mismo lo promueva no es democrático el seguidismo acrítico, pues disminuye las capacidades sociales para la convivencia tolerante y configura masas amorfas con escaso criterio para reconocer o juzgar. Es un buen momento para que las izquierdas sobrevivientes, incluidas las porciones correspondientes en el partido Morena, recuperen las tradiciones intelectuales, deliberativas y autocríticas que las caracterizaban. Las críticas son normales y necesarias. Son parte de la democracia. La clase política que ha derivado en casta tiene la obligación de atenderla, estimularla y responderle con resultados. Si se le estigmatiza, se le omite o, peor aun, se le reprime como ocurre en ámbitos locales, simplemente nadie puede hablar de cambio alguno. Este tercer informe es una magnífica oportunidad para la participación ciudadana en su análisis y conclusiones, para que no quede en lo anecdótico y en la escenografía.

Recadito: La UV debería estrenar rector promoviendo el análisis del informe presidencial.

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ufa.1959@gmail.com

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