/ martes 21 de junio de 2022

Todos en el mismo barco

Permítanme comentarles que los partidos políticos tienen una guía por el poder que jamás ocultan, se muestran mermados ideológicamente y entre todos le han propinado una verdadera paliza a la ética.

Evidentemente la política es un asunto terrenal, de hombres y mujeres y no dioses, sólo que los desfiguros se multiplican para que tengamos élites onerosas, opacas como decadentes. En la actualidad nuestros partidos políticos navegan en la nada del pensamiento político, un día son aliados de ocasión al filo del más incomprensible pragmatismo, después se cuestionan y parece que su única misión es ganar poder al más alto típico estilo maquiavélico como sea "haiga sido como haiga sido", diría un clásico. En estos tiempos, los cuadros de los diferentes partidos políticos exhiben sin pudor alguno su grado superlativo de ignorancia, los debates se anulan, las ideas palidecen ante la lluvia de exabruptos lanzados por doquier como sistema. La política como tal es ciencia, arte, teóricamente, es algo muy distinto a lo que ocurre en la práctica, en donde prevalece la condición humana que tiene mucho de miserable.

No hay referentes intelectuales importantes, la formación de cuadros se posterga y por ello vemos las mismas caras, idénticos estilos, así hasta el hastío.

Las ideologías están al borde de la extinción porque muchas las suplantan a través de su catarsis, por pragmatismo rampante.

Cuando uno lee el libro La conquista de México, de Hugh Thomas, se puede dar cuenta y entender varias cosas. No sé si dentro de las premoniciones de los dioses o en los anuncios divinos hechos al imperio mexica y a los aztecas se preveía la venida de un dios rubio y con ojos azules que le cambiaría la vida. Pero lo que sí sé es que la estructura del gobierno al que decía servir a Hernán Cortés tenía muchas similitudes con la del oro composición de la estructura de poder del imperio mexica. Era evidente que, tarde o temprano, por encima de los dioses, del oro, de las plumas, de los miedos, de los conquistados, y los conquistadores, se tenía que producir una identificación que estuviera por encima de los hechos.

El Imperio español fue un imperio brutal basado muchas veces en la doblez de sus protagonistas.

Los psiquiatras y los psicólogos nunca se han puesto de acuerdo sobre cuánta perdura la semilla del odio en el corazón de los hombres. Es más, William Shakespeare escribió un célebre discurso llamado El funeral de Julio César. Un discurso que describía la pauta del comportamiento de los hombres del poder y que quedaría en la memoria colectiva y en el subconsciente de los pueblos.

En dicho discurso, el dramaturgo inglés expuso entre otras líneas, las que supuestamente habrían sido las palabras de Marco Antonio durante el funeral de Julio César. Para efectos del presente artículo, hay una frase que me gustaría destacar y que es: "El mal que hacen los hombres, les sobrevive. Mientras que el bien que hacen queda frecuentemente sepultado con sus huesos". ¿Será ese el alimento del odio de los pueblos? ¿Todas las brutalidades cometidas, se transmitirán de generación en generación? A estas alturas ha llegado el momento de derrumbar el análisis de la lógica. No hay partidos. La mayor tragedia y el único análisis político no es el de la lógica.

El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) está cada vez más dispuesto a caminar sobre los linderos de la ilegalidad con tal de llegar en ventaja electoral irreversible a los comicios presidenciales de 2024.

Así lo reafirmó la dirigencia nacional de este movimiento con el mitin realizado en la capital del Estado de México. Una concentración de liderazgos y simpatizantes que no puede ser catalogada como simple evento de unidad entre aspirantes ni como una "asamblea informativa", sino como un claro acto anticipado de campaña en busca de posicionar a sus precandidatos presidenciales entre las amplias audiencias. Es un proceso marcado por las reglas no escritas de los cánones priistas, en donde la figura del "tapado" era el epítome de la sucesión presidencial, el Presidente ha abierto el proceso con más de tres años de antelación a la elección presidencial, provocando con esa precipitada decisión, entre muchos efectos, que los aspirantes no solo se distraigan de sus tareas sustantivas en el cargo que ocupan, sino en iniciar hostilidades entre ellos con una ferocidad pocas veces vista.

El maniqueo que hace AMLO con sus corcholatas es perverso, inhumano, desleal, burlón y soberbio, ya que no solo juega con sus sentimientos y aspiraciones, sino que se da el lujo, en un día abrir la baraja a 8 o 9 colaboradores, y otro, cerrarla a tan solo 3 precandidatos.

Del que más se ha mofado es de Ricardo Monreal, aún pastor de los senadores de Morena, ya que de ser uno de sus consentidos en la Legislatura, en virtud de su eficiencia en impulsar la aprobación de la agenda legislativa del Presidente, pasó a ser un apestado y con ello, ser receptor de toda la furia de las huestes radicales de Morena.

Yo me pregunto, hoy Monreal está de nuevo lejos de López Obrador, como en septiembre y octubre de 2017. Hace un año que no se ven, y aunque las razones no están claras, se entenderá que él ya está en la acera opuesta, hacia donde lo han ido empujando de forma cada vez más obvia.

Si es así, lo habrán vuelto su adversario. De nuevo me vuelvo a preguntar si eso quieren en el oficialismo: tener a Monreal como adversario, con las cosas que él les sabe y con el daño electoral que les puede ocasionar.

Se dice que la política es el arte de lo posible. Esta premisa surgió en una plática, analizando la situación actual. Lo cierto es que esta afirmación ha perdido solidez, como lo afirma Sloterdijk en su texto En el mismo barco. Distinguir con certeza entre lo políticamente posible y lo imposible es la característica del tiempo que vivimos en este país, que es nuestro barco.

Permítanme comentarles que los partidos políticos tienen una guía por el poder que jamás ocultan, se muestran mermados ideológicamente y entre todos le han propinado una verdadera paliza a la ética.

Evidentemente la política es un asunto terrenal, de hombres y mujeres y no dioses, sólo que los desfiguros se multiplican para que tengamos élites onerosas, opacas como decadentes. En la actualidad nuestros partidos políticos navegan en la nada del pensamiento político, un día son aliados de ocasión al filo del más incomprensible pragmatismo, después se cuestionan y parece que su única misión es ganar poder al más alto típico estilo maquiavélico como sea "haiga sido como haiga sido", diría un clásico. En estos tiempos, los cuadros de los diferentes partidos políticos exhiben sin pudor alguno su grado superlativo de ignorancia, los debates se anulan, las ideas palidecen ante la lluvia de exabruptos lanzados por doquier como sistema. La política como tal es ciencia, arte, teóricamente, es algo muy distinto a lo que ocurre en la práctica, en donde prevalece la condición humana que tiene mucho de miserable.

No hay referentes intelectuales importantes, la formación de cuadros se posterga y por ello vemos las mismas caras, idénticos estilos, así hasta el hastío.

Las ideologías están al borde de la extinción porque muchas las suplantan a través de su catarsis, por pragmatismo rampante.

Cuando uno lee el libro La conquista de México, de Hugh Thomas, se puede dar cuenta y entender varias cosas. No sé si dentro de las premoniciones de los dioses o en los anuncios divinos hechos al imperio mexica y a los aztecas se preveía la venida de un dios rubio y con ojos azules que le cambiaría la vida. Pero lo que sí sé es que la estructura del gobierno al que decía servir a Hernán Cortés tenía muchas similitudes con la del oro composición de la estructura de poder del imperio mexica. Era evidente que, tarde o temprano, por encima de los dioses, del oro, de las plumas, de los miedos, de los conquistados, y los conquistadores, se tenía que producir una identificación que estuviera por encima de los hechos.

El Imperio español fue un imperio brutal basado muchas veces en la doblez de sus protagonistas.

Los psiquiatras y los psicólogos nunca se han puesto de acuerdo sobre cuánta perdura la semilla del odio en el corazón de los hombres. Es más, William Shakespeare escribió un célebre discurso llamado El funeral de Julio César. Un discurso que describía la pauta del comportamiento de los hombres del poder y que quedaría en la memoria colectiva y en el subconsciente de los pueblos.

En dicho discurso, el dramaturgo inglés expuso entre otras líneas, las que supuestamente habrían sido las palabras de Marco Antonio durante el funeral de Julio César. Para efectos del presente artículo, hay una frase que me gustaría destacar y que es: "El mal que hacen los hombres, les sobrevive. Mientras que el bien que hacen queda frecuentemente sepultado con sus huesos". ¿Será ese el alimento del odio de los pueblos? ¿Todas las brutalidades cometidas, se transmitirán de generación en generación? A estas alturas ha llegado el momento de derrumbar el análisis de la lógica. No hay partidos. La mayor tragedia y el único análisis político no es el de la lógica.

El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) está cada vez más dispuesto a caminar sobre los linderos de la ilegalidad con tal de llegar en ventaja electoral irreversible a los comicios presidenciales de 2024.

Así lo reafirmó la dirigencia nacional de este movimiento con el mitin realizado en la capital del Estado de México. Una concentración de liderazgos y simpatizantes que no puede ser catalogada como simple evento de unidad entre aspirantes ni como una "asamblea informativa", sino como un claro acto anticipado de campaña en busca de posicionar a sus precandidatos presidenciales entre las amplias audiencias. Es un proceso marcado por las reglas no escritas de los cánones priistas, en donde la figura del "tapado" era el epítome de la sucesión presidencial, el Presidente ha abierto el proceso con más de tres años de antelación a la elección presidencial, provocando con esa precipitada decisión, entre muchos efectos, que los aspirantes no solo se distraigan de sus tareas sustantivas en el cargo que ocupan, sino en iniciar hostilidades entre ellos con una ferocidad pocas veces vista.

El maniqueo que hace AMLO con sus corcholatas es perverso, inhumano, desleal, burlón y soberbio, ya que no solo juega con sus sentimientos y aspiraciones, sino que se da el lujo, en un día abrir la baraja a 8 o 9 colaboradores, y otro, cerrarla a tan solo 3 precandidatos.

Del que más se ha mofado es de Ricardo Monreal, aún pastor de los senadores de Morena, ya que de ser uno de sus consentidos en la Legislatura, en virtud de su eficiencia en impulsar la aprobación de la agenda legislativa del Presidente, pasó a ser un apestado y con ello, ser receptor de toda la furia de las huestes radicales de Morena.

Yo me pregunto, hoy Monreal está de nuevo lejos de López Obrador, como en septiembre y octubre de 2017. Hace un año que no se ven, y aunque las razones no están claras, se entenderá que él ya está en la acera opuesta, hacia donde lo han ido empujando de forma cada vez más obvia.

Si es así, lo habrán vuelto su adversario. De nuevo me vuelvo a preguntar si eso quieren en el oficialismo: tener a Monreal como adversario, con las cosas que él les sabe y con el daño electoral que les puede ocasionar.

Se dice que la política es el arte de lo posible. Esta premisa surgió en una plática, analizando la situación actual. Lo cierto es que esta afirmación ha perdido solidez, como lo afirma Sloterdijk en su texto En el mismo barco. Distinguir con certeza entre lo políticamente posible y lo imposible es la característica del tiempo que vivimos en este país, que es nuestro barco.