/ sábado 6 de marzo de 2021

Tolerancia como práctica social

¿Cómo enseñarles desde el aula a los estudiantes a ser tolerantes?, hacerles reflexionar sobre el valor de la palabra: ¿cómo la lengua, el lenguaje no verbal o el modo de expresarse pueden suponer un foco de conflicto o de falta de respeto? Fuera de la escuela abundan los ejemplos de una falta de conciencia individual sobre el valor de la tolerancia y ello constituye un reto en el campo de la educación, también para los padres de familia y sociedad en general. Y a la par, ¿cómo afrontar también desde el aula los conflictos ideológicos que dividen y conmueven al pueblo mexicano?

Ligada estrechamente a otros valores como el respeto, la empatía, la humildad, la sencillez y la sociabilidad, la tolerancia hace que un individuo se relacione con otros, independientemente si éstos no son igual a él en cuanto a su tendencia política, posición social, condiciones físicas e intelectuales o su color de piel, prácticas de fe, entre cientos de otras diferencias sustanciales que puedan existir con las personas. Igualmente la tolerancia está relacionada con la tarea de dejar los prejuicios a un lado y no rechazar a una persona desde las ideas preconcebidas, dándose la oportunidad mutua de conocerse.

Asimismo, aun si la relación o el intercambio no sucediera, la tolerancia también indica el no atacar, agredir, criticar o juzgar desde el ámbito social, económico, cultural o político a un individuo solo porque no tiene la apariencia o el comportamiento considerado como “normal” en un colectivo, señala El pensante.com.

El papel del docente es importante al hacer ver a los alumnos que una persona debe respetar las opiniones, ideas o actitudes de las demás personas, aunque no coincidan con las propias.

De ahí que el docente debe ser tolerante para promover la tolerancia. Padres, profesores, gobernantes y sociedad son el espejo donde los niños y jóvenes se miran. Sus acciones y reacciones, sus prejuicios y miedos son, en muchas ocasiones, reflejo de lo que han visto o han vivido en los distintos contextos en lo que se mueven. Se reitera, la principal herramienta pedagógica en el camino de la enseñanza y ejercicio de la tolerancia y el respeto a los otros será el ejemplo.

De esta manera, un niño o joven que se eduque en un ambiente de diversidad y convivencia será una persona que valore a los otros.

Es necesario que cada día nuestros actos educativos tengan un contenido que proyecte un hombre nuevo, tolerante, que promueva la unidad. Que los estudiantes expresen: “soy quien soy porque somos todos nosotros”, y superen la concepción de “unidad” que se tiene desde el ámbito extraescolar. Es claro por ejemplo que, aunque los mexicanos somos diferentes por nuestra historia local, regional todos tenemos un pasado común con un símbolo común como es la bandera, que nos identifica y une.

Valores que tienen el propósito de arraigar un símbolo de pertenencia y buscan la unidad de los mexicanos. La escuela debe mostrar que la unidad para cada grupo ideológico que llega al poder es cuando sus objetivos pueden alcanzarse de manera fácil si toda la comunidad siente el mismo apego, cercanía sentimental e identificación ideológica hacia la “idea de nación” que ellos mismos han elaborado y manipulado a conciencia.

En la medida que se eduque para convivir y se busque que la tolerancia forme parte de un contenido propio de la educación nacional y se eviten los objetivos ideológicos que manipulan la unidad, los estudiantes tendrán la oportunidad de conocer otras realidades, ampliando sus perspectivas y conocimientos. Tendrán también la coyuntura apropiada “para abrir los horizontes de aquel que enfrenta al mundo con la aceptación y la convivencia como banderas”.

¿Cómo enseñarles desde el aula a los estudiantes a ser tolerantes?, hacerles reflexionar sobre el valor de la palabra: ¿cómo la lengua, el lenguaje no verbal o el modo de expresarse pueden suponer un foco de conflicto o de falta de respeto? Fuera de la escuela abundan los ejemplos de una falta de conciencia individual sobre el valor de la tolerancia y ello constituye un reto en el campo de la educación, también para los padres de familia y sociedad en general. Y a la par, ¿cómo afrontar también desde el aula los conflictos ideológicos que dividen y conmueven al pueblo mexicano?

Ligada estrechamente a otros valores como el respeto, la empatía, la humildad, la sencillez y la sociabilidad, la tolerancia hace que un individuo se relacione con otros, independientemente si éstos no son igual a él en cuanto a su tendencia política, posición social, condiciones físicas e intelectuales o su color de piel, prácticas de fe, entre cientos de otras diferencias sustanciales que puedan existir con las personas. Igualmente la tolerancia está relacionada con la tarea de dejar los prejuicios a un lado y no rechazar a una persona desde las ideas preconcebidas, dándose la oportunidad mutua de conocerse.

Asimismo, aun si la relación o el intercambio no sucediera, la tolerancia también indica el no atacar, agredir, criticar o juzgar desde el ámbito social, económico, cultural o político a un individuo solo porque no tiene la apariencia o el comportamiento considerado como “normal” en un colectivo, señala El pensante.com.

El papel del docente es importante al hacer ver a los alumnos que una persona debe respetar las opiniones, ideas o actitudes de las demás personas, aunque no coincidan con las propias.

De ahí que el docente debe ser tolerante para promover la tolerancia. Padres, profesores, gobernantes y sociedad son el espejo donde los niños y jóvenes se miran. Sus acciones y reacciones, sus prejuicios y miedos son, en muchas ocasiones, reflejo de lo que han visto o han vivido en los distintos contextos en lo que se mueven. Se reitera, la principal herramienta pedagógica en el camino de la enseñanza y ejercicio de la tolerancia y el respeto a los otros será el ejemplo.

De esta manera, un niño o joven que se eduque en un ambiente de diversidad y convivencia será una persona que valore a los otros.

Es necesario que cada día nuestros actos educativos tengan un contenido que proyecte un hombre nuevo, tolerante, que promueva la unidad. Que los estudiantes expresen: “soy quien soy porque somos todos nosotros”, y superen la concepción de “unidad” que se tiene desde el ámbito extraescolar. Es claro por ejemplo que, aunque los mexicanos somos diferentes por nuestra historia local, regional todos tenemos un pasado común con un símbolo común como es la bandera, que nos identifica y une.

Valores que tienen el propósito de arraigar un símbolo de pertenencia y buscan la unidad de los mexicanos. La escuela debe mostrar que la unidad para cada grupo ideológico que llega al poder es cuando sus objetivos pueden alcanzarse de manera fácil si toda la comunidad siente el mismo apego, cercanía sentimental e identificación ideológica hacia la “idea de nación” que ellos mismos han elaborado y manipulado a conciencia.

En la medida que se eduque para convivir y se busque que la tolerancia forme parte de un contenido propio de la educación nacional y se eviten los objetivos ideológicos que manipulan la unidad, los estudiantes tendrán la oportunidad de conocer otras realidades, ampliando sus perspectivas y conocimientos. Tendrán también la coyuntura apropiada “para abrir los horizontes de aquel que enfrenta al mundo con la aceptación y la convivencia como banderas”.