/ jueves 3 de junio de 2021

Totalitarismo

Crear una línea vertical de mando para un férreo control de gobierno, es el estilo de los dictadores. Solo la ignorancia y la permisibilidad de un pueblo pueden hacer posible este esquema lacerante.

El presidente yanqui Joe Biden se lanzó contra Vladimir Putin y lo tachó de asesino, lo cual es un atributo inverso de la democracia parlamentaria, al hacerlo extensivo a la opinión pública generó inestabilidad dentro de Rusia. Sin olvidar que el conflicto armado entre Israel y los palestinos ha dejado innumerables pérdidas humanas y materiales, se dice que los cohetes y armas convencionales usadas por el pueblo palestino fueron suministradas por el dictador ruso Vladimir Putin, no de forma directa pero sí triangulando las entregas de los pertrechos bélicos para cuidar su imagen de estadista y guardián de la paz. Y aunque no se le podrá demostrar a ciencia cierta si esto fue así, entonces la afirmación de Joe Biden cobra vigencia al tacharlo de asesino.

Ningún hombre que tenga y mantenga el poder por la fuerza de la sumisión, el engaño y la simulación podrá ser bien visto por la comunidad internacional. Los ciclos alternos de la democracia se han revigorizado en muchas latitudes, debido a que no resulta benéfico para ningún pueblo tener un gobierno verticalista, dictador y autoritario, que coarta la libertad de expresión y desdeña la utilidad de los derechos humanos, como una forma de generar armonía ante los desbalances de por sí existentes en toda sociedad, pero el reto de las democracias no sólo es cambiarle el cabo al hacha, sino además evitar que se cuelen mandarines autoritarios a la administración pública, instigados y alentados por otros órdenes del poder político.

El constituyente de 1917, aquí en México, es una clara señal de abolición de los mandatos verticalistas y desdeñosos para con las libertades sociales, económicas, democráticas, de derechos humanos, muy bien reflejados y mejor observados, y en otros puntos debe generarse una reconfiguración libertaria con un sentido de madurez y responsabilidad plena.

Dictar y atropellar no será el estilo que acepten las clases pensantes de un país, por ende, inteligente. La variabilidad de pensamiento, pero también de los volubles y convenencieros es llamada lucrativa en ocasiones, para simple y llanamente sustentar una democracia disfrazada de tolerancia y apertura, cuando por dentro podrían estar encaminándose al abismo dictatorial.

Los ciclos alternos de la democracia se han revigorizado en muchas latitudes, debido a que no resulta benéfico para ningún pueblo tener un gobierno verticalista, dictador y autoritario, que coarta la libertad de expresión y desdeña la utilidad de los derechos humanos.

Crear una línea vertical de mando para un férreo control de gobierno, es el estilo de los dictadores. Solo la ignorancia y la permisibilidad de un pueblo pueden hacer posible este esquema lacerante.

El presidente yanqui Joe Biden se lanzó contra Vladimir Putin y lo tachó de asesino, lo cual es un atributo inverso de la democracia parlamentaria, al hacerlo extensivo a la opinión pública generó inestabilidad dentro de Rusia. Sin olvidar que el conflicto armado entre Israel y los palestinos ha dejado innumerables pérdidas humanas y materiales, se dice que los cohetes y armas convencionales usadas por el pueblo palestino fueron suministradas por el dictador ruso Vladimir Putin, no de forma directa pero sí triangulando las entregas de los pertrechos bélicos para cuidar su imagen de estadista y guardián de la paz. Y aunque no se le podrá demostrar a ciencia cierta si esto fue así, entonces la afirmación de Joe Biden cobra vigencia al tacharlo de asesino.

Ningún hombre que tenga y mantenga el poder por la fuerza de la sumisión, el engaño y la simulación podrá ser bien visto por la comunidad internacional. Los ciclos alternos de la democracia se han revigorizado en muchas latitudes, debido a que no resulta benéfico para ningún pueblo tener un gobierno verticalista, dictador y autoritario, que coarta la libertad de expresión y desdeña la utilidad de los derechos humanos, como una forma de generar armonía ante los desbalances de por sí existentes en toda sociedad, pero el reto de las democracias no sólo es cambiarle el cabo al hacha, sino además evitar que se cuelen mandarines autoritarios a la administración pública, instigados y alentados por otros órdenes del poder político.

El constituyente de 1917, aquí en México, es una clara señal de abolición de los mandatos verticalistas y desdeñosos para con las libertades sociales, económicas, democráticas, de derechos humanos, muy bien reflejados y mejor observados, y en otros puntos debe generarse una reconfiguración libertaria con un sentido de madurez y responsabilidad plena.

Dictar y atropellar no será el estilo que acepten las clases pensantes de un país, por ende, inteligente. La variabilidad de pensamiento, pero también de los volubles y convenencieros es llamada lucrativa en ocasiones, para simple y llanamente sustentar una democracia disfrazada de tolerancia y apertura, cuando por dentro podrían estar encaminándose al abismo dictatorial.

Los ciclos alternos de la democracia se han revigorizado en muchas latitudes, debido a que no resulta benéfico para ningún pueblo tener un gobierno verticalista, dictador y autoritario, que coarta la libertad de expresión y desdeña la utilidad de los derechos humanos.