/ viernes 24 de enero de 2020

Trágico destino de políticos

Muchos políticos tuvieron destino trágico. Durante años, encaramados en la cresta más alta del poder. Y luego, el infierno. Incluso, viviendo “a salta de mata”.

Entre otros, los siguientes: Javier Duarte. Preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México. El presidente AMLO ya se metió en el boomerang y anunciado, por lo pronto, ningún perdón. Políticos así, dijo, han de devolver el dinero público sustraído.

César Duarte, exgobernador de Chihuahua. Con orden de aprehensión, buscado por la policía.

Rosario Robles Berlanga, exsecretaria de Desarrollo Social y de Desarrollo Urbano con Enrique Peña Nieto, encarcelada, con la libertad colgando de alfileres.

Enrique Peña Nieto, el presidente de la República que terminará en hippie.

Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, otro prófugo de la justicia.

Carlos Romero Deschamps, más de veinte años en el trono imperial y faraónico sindical, destituido. Ya se verá si investigan el origen de su fortuna cuantiosa (hasta avión particular y yate para pasear a la perrita/mascota de su hija) y encarcelan.

Los exgobernadores de Tamaulipas, Emilio Flores Hernández y Tomás Yarrington, presos. Y también el ex mandatario de Quintana Roo, amiguito de Javier Duarte, Roberto Borge Angulo.

Trágico destino

La historia está llena también de políticos, figuras públicas, con destino trágico, sin que signifique comparar a los anteriores.

Por ejemplo, Miguel Hidalgo y José María Morelos, decapitados, y exhibidas sus cabezas durante diez años en la plaza pública.

Francisco Ignacio Madero, sólo quince meses en el poder presidencial y asesinado con su vicepresidente José María Pino Suárez y hasta el tiro de gracia.

Emiliano Zapata, emboscado y asesinado con su caballo en la hacienda de Chinameca.

Pancho Villa, emboscado en unas calles de Parral, Chihuahua, cuando iba a una fiesta familiar.

Cien seguidores de José Vasconcelos, candidato presidencial opositor, asesinados en Topilejo por órdenes de Plutarco Elías Calles.

Álvaro Obregón, asesinado en el restaurante “La bombilla”, reelecto presidente de la república, y su cabeza tendida sobre un plato de mole, su platillo preferido, que le habían servido.

Luis Donaldo Colosio, asesinado en Lomas Taurinas, como candidato presidencial del priista Carlos Salinas de Gortari.

El mismo Porfirio Díaz, exiliado en París, Francia, luego de 34 años de dictadura.

Benito Juárez, después de quince años de reelección presidencial, fallecido en Palacio Nacional, háganos favor, por una angina de pecho.

23 políticos ejecutados

Lo más canijo es que durante unos sexenios muchos políticos viven encaramados en la parte más alta del poder, glorificados por los suyos, sintiéndose los mesías enviados a la tierra, dueños del día y de la noche.

“El Bienamado” intituló Televisa a una de sus telenovelas sobre un político en la cumbre del poder, Ordorico Cienfuegos.

Así, y ejerciendo el poder que suele corromper de una manera absoluta y total como dice el clásico, se enriquecen de manera brutal y asquerosa, seguros de que la impunidad los favorecerá.

Y de pronto, ¡zas!, son tumbados del reino imperial y faraónico, la silla embrujada del palacio, y la vida se vuelve un infierno, pues “de carniceros se vuelven víctimas”.

México, primer lugar de corrupción política en América Latina y uno de los primeros lugares en el mundo.

Otros, sin embargo, como los héroes de la historia (Emiliano Zapata, Pancho Villa, Madero, Hidalgo, José María Morelos, etcétera) fueron ajusticiados por sus enemigos y adversarios, tiempo cuando las diferencias políticas se arreglaban con el asesinato… que todavía hoy, como en Veracruz donde han ejecutado a veintitrés políticos en el tiempo de Morena.

Muchos políticos tuvieron destino trágico. Durante años, encaramados en la cresta más alta del poder. Y luego, el infierno. Incluso, viviendo “a salta de mata”.

Entre otros, los siguientes: Javier Duarte. Preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México. El presidente AMLO ya se metió en el boomerang y anunciado, por lo pronto, ningún perdón. Políticos así, dijo, han de devolver el dinero público sustraído.

César Duarte, exgobernador de Chihuahua. Con orden de aprehensión, buscado por la policía.

Rosario Robles Berlanga, exsecretaria de Desarrollo Social y de Desarrollo Urbano con Enrique Peña Nieto, encarcelada, con la libertad colgando de alfileres.

Enrique Peña Nieto, el presidente de la República que terminará en hippie.

Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, otro prófugo de la justicia.

Carlos Romero Deschamps, más de veinte años en el trono imperial y faraónico sindical, destituido. Ya se verá si investigan el origen de su fortuna cuantiosa (hasta avión particular y yate para pasear a la perrita/mascota de su hija) y encarcelan.

Los exgobernadores de Tamaulipas, Emilio Flores Hernández y Tomás Yarrington, presos. Y también el ex mandatario de Quintana Roo, amiguito de Javier Duarte, Roberto Borge Angulo.

Trágico destino

La historia está llena también de políticos, figuras públicas, con destino trágico, sin que signifique comparar a los anteriores.

Por ejemplo, Miguel Hidalgo y José María Morelos, decapitados, y exhibidas sus cabezas durante diez años en la plaza pública.

Francisco Ignacio Madero, sólo quince meses en el poder presidencial y asesinado con su vicepresidente José María Pino Suárez y hasta el tiro de gracia.

Emiliano Zapata, emboscado y asesinado con su caballo en la hacienda de Chinameca.

Pancho Villa, emboscado en unas calles de Parral, Chihuahua, cuando iba a una fiesta familiar.

Cien seguidores de José Vasconcelos, candidato presidencial opositor, asesinados en Topilejo por órdenes de Plutarco Elías Calles.

Álvaro Obregón, asesinado en el restaurante “La bombilla”, reelecto presidente de la república, y su cabeza tendida sobre un plato de mole, su platillo preferido, que le habían servido.

Luis Donaldo Colosio, asesinado en Lomas Taurinas, como candidato presidencial del priista Carlos Salinas de Gortari.

El mismo Porfirio Díaz, exiliado en París, Francia, luego de 34 años de dictadura.

Benito Juárez, después de quince años de reelección presidencial, fallecido en Palacio Nacional, háganos favor, por una angina de pecho.

23 políticos ejecutados

Lo más canijo es que durante unos sexenios muchos políticos viven encaramados en la parte más alta del poder, glorificados por los suyos, sintiéndose los mesías enviados a la tierra, dueños del día y de la noche.

“El Bienamado” intituló Televisa a una de sus telenovelas sobre un político en la cumbre del poder, Ordorico Cienfuegos.

Así, y ejerciendo el poder que suele corromper de una manera absoluta y total como dice el clásico, se enriquecen de manera brutal y asquerosa, seguros de que la impunidad los favorecerá.

Y de pronto, ¡zas!, son tumbados del reino imperial y faraónico, la silla embrujada del palacio, y la vida se vuelve un infierno, pues “de carniceros se vuelven víctimas”.

México, primer lugar de corrupción política en América Latina y uno de los primeros lugares en el mundo.

Otros, sin embargo, como los héroes de la historia (Emiliano Zapata, Pancho Villa, Madero, Hidalgo, José María Morelos, etcétera) fueron ajusticiados por sus enemigos y adversarios, tiempo cuando las diferencias políticas se arreglaban con el asesinato… que todavía hoy, como en Veracruz donde han ejecutado a veintitrés políticos en el tiempo de Morena.

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