RENOVARSE O MORIR… Desde hace algún tiempo la transnacional Uber, empresa de transporte de personas que opera a través de la comodidad de un software o aplicación (app) que se descarga en los llamados smartphones o teléfonos celulares, como le llamamos en México, se publicita sobre todo a través de la red social Facebook entre usuarios de Veracruz.
Anunciando que está por llegar a nuestro estado e invitando a los interesados a sumarse como “socio conductor”, lo cual vaya que ha levantado revuelo sobre todo en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, donde “miles” de taxistas pertenecientes a diversas organizaciones sindicales han salido a manifestarse a las calles, exigiendo que el gobierno —en este caso del estado— impida la llegada de esta compañía, pues argumentan que ello los llevaría a la quiebra.
Uber y la española Cabify son las empresas que prácticamente ya operan en todo el país, sobre todo en la megalópolis que conforman entidades federativas aledañas a la Ciudad de México, las que a la fecha no han podido entrar a Veracruz, una porque los taxistas organizados o sindicalizados están presionando para que eso no suceda y otra, porque la actual administración estatal que preside el panperredista Miguel Ángel Yunes Linares se ha opuesto también, no obstante que el gobierno federal a través de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) ha insistido a los gobiernos y legislaturas estatales, para que reconozcan a las Empresas de Redes de Transporte (ERT) como una nueva modalidad de servicio para el traslado de pasajeros.
El pasado lunes 16 de julio, el Gobierno del Estado a través del secretario de Seguridad Pública del Gobierno del Estado de Veracruz, Jaime Ignacio Téllez Marié, fijo su negativa a la llegada de Uber, al exponer este último que “el Gobierno del Estado no ha otorgado, durante la presente administración, concesión o permiso alguno para que la empresa Uber preste el servicio de transporte público sin reunir los requisitos legales, por lo que se procederá a la detención de los vehículos que presten el servicio mencionado y, en términos de lo dispuesto por los artículos 177 y 225, fracción V, del Reglamento de la Ley de Tránsito y Transporte del Estado, se impondrá sanción pecuniaria equivalente a mil días de salario, o su equivalente en Unidad de Medida y Actualización (UMA), esto es el equivalente a 80 mil 600 pesos”.
En respuesta a ello, Saúl Crespo, gerente de Comunicación, de Uber México, expuso semanas después en comunicado de prensa, que solicitaban “una encuesta ciudadana que dé a los veracruzanos la oportunidad de elegir cómo moverse en sus ciudades”, esto ante la negativa de organizaciones de taxistas y del Gobierno del Estado de Veracruz, para permitirle operar en la entidad veracruzana.
Solicitó la encuesta ciudadana porque en 2017, más de 157 mil personas que llegaron a Veracruz, sobre todo a través del aeropuerto “Heriberto Jara Corona”, solicitaron el servicio de la app instalada en sus celulares, sin saber que nuestro estado aún es terreno vedado para Uber.
AHÍ ESTÁ EL DETALLE… Usted amable lector se preguntará del porqué de la negativa de los señores taxistas de Veracruz a la entrada de Uber, lo cual tiene una simple respuesta, en nuestro estado existe un excesivo número de taxis y camiones urbanos, según reveló el Programa de Reordenamiento Vehicular que llevó a cabo el Gobierno del Estado entre 2017 y 2018.
Contados uno por uno, circulan en el territorio del estado de Veracruz 66 mil 609 taxis y 8 mil 896 autobuses urbanos y suburbanos.
Si Pitágoras no se equivoca, numéricamente existen 314 taxis para cada uno de los 212 municipios del estado de Veracruz, sin embargo, el mismo ejercicio gubernamental determinó que circulan unos 20 mil más, de los llamados “piratas”.
Extraoficialmente se sabe que por ejemplo en la ciudad de Xalapa circulan más de tres mil taxis y en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río más de cinco mil, lo que hiciera suponer que está sobrada la oferta de este servicio, sin embargo, la realidad es otra, pues en cuanto a calidad son muy, pero muy deficientes sobre todo porque en su mayoría son unidades vehiculares muy antiguas, viejas, lo cual se hace más notorio en los días de lluvia, puesto que hay unidades que tienen grandes agujeros en el piso.
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