/ miércoles 1 de abril de 2020

Un curita en la torre

Hay una lucha de las elites políticas, sociales, empresariales y religiosas por adueñarse de las neuronas y el corazón de la gente en el tiempo del coronavirus.

Y con frecuencia asombran a la población, digamos, por las ocurrencias en la ruleta rusa.

Por ejemplo, la última, el párroco de la iglesia de San José, de Xalapa, José Juan Sánchez Jácome, quien vestido de acuerdo con la liturgia trepó a la parte más alta de la torre de la parroquia y con el Santísimo Sacramento en las manos, desde las alturas bendijo a los feligreses.

Antes, el arzobispo de Toluca trepó a un helicóptero prestado y sobrevoló el pueblo repartiendo bendiciones para proteger a la población, a tono, digamos, con la famosa estampita de Amlove con la ya famosa leyenda de "Detente enemigo…".

Y en contraparte, el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, reviró a la orden de cerrar los templos y anunció que serían abiertos a la hora acostumbrada.

En el siglo pasado, sin coronavirus, plagas ni pandemias, el gobernador de Tabasco, El come/curas, Tomás Garrido Canabal, persiguió a los sacerdotes para la dicha inmensa de Plutarco Elías Calles, su hacedor.

Incluso, ordenó que solo permanecerían en Tabasco los sacerdotes casados. Y en su rancho lleno de ganado, vacas, becerritos, caballos, burros y perros bautizó a cada animalito con los nombres de algunos Papas, unos santos, unas vírgenes, y hasta los nombres de los curas más famosos del pueblo.

Y cerró templos y armó el desmadre. El presbítero de Xalapa, Sánchez Cordero, organizó una procesión en el atrio y una que otra calle aledaña rodeado de pocos feligreses.

Entonces, fue a sus redes sociales y reprodujo citas bíblicas, como por ejemplo, diciendo que el Covid "sirve para mostrar la gloria de Dios", en tanto, el góber precioso de Puebla mira la pandemia de otra manera y dice que se cura con un plato de mole, siempre y cuando sea de guajolote y un guajolote viejo, considerando que "gallina vieja… hace buen caldo".

Otros sacerdotes, obispos y arzobispos se ajustaron a las normas de la Secretaría de Salud y oficia misas por circuito cerrado de televisión transmitida en las redes sociales y el Internet y el whatsapp.

Y más, cuando estamos en víspera de la Semana Santa en que se celebra el sacrificio de Jesús en el Gólgota.

Y, bueno, cuando se ha decretado otro mes más todos acuartelados, será la primera ocasión en más de cien años en que las iglesias estén vacías y únicamente los feligreses temerarios asistirán a la iglesia.

Claro, si alguno estuviera enfermo del virus, bendito Dios que no vive en Yucatán, pues el góber precioso del PAN decretó tres años de cárcel para los enfermos circulando en la vía pública.

Los días y noches tienden a recrudecerse. La profecía es que de cada diez personas siete enfermarán. 70 de cada cien. 700 de cada mil. 700 mil de cada millón. Y si, por ejemplo, se considera que en Veracruz está poblado por ocho millones de habitantes, entonces, 5 millones y cacho serán hospitalizados.

Un aviso en las redes sociales ha descubierto la medicina más eficaz resumida en tres palabras que consideran suficientes para alejar al enemigo contagioso.

"Aquí somos pobres", y así, y de acuerdo con los teóricos, el bichito tocaría la puerta en la casa de enfrente.

Hay una lucha de las elites políticas, sociales, empresariales y religiosas por adueñarse de las neuronas y el corazón de la gente en el tiempo del coronavirus.

Y con frecuencia asombran a la población, digamos, por las ocurrencias en la ruleta rusa.

Por ejemplo, la última, el párroco de la iglesia de San José, de Xalapa, José Juan Sánchez Jácome, quien vestido de acuerdo con la liturgia trepó a la parte más alta de la torre de la parroquia y con el Santísimo Sacramento en las manos, desde las alturas bendijo a los feligreses.

Antes, el arzobispo de Toluca trepó a un helicóptero prestado y sobrevoló el pueblo repartiendo bendiciones para proteger a la población, a tono, digamos, con la famosa estampita de Amlove con la ya famosa leyenda de "Detente enemigo…".

Y en contraparte, el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, reviró a la orden de cerrar los templos y anunció que serían abiertos a la hora acostumbrada.

En el siglo pasado, sin coronavirus, plagas ni pandemias, el gobernador de Tabasco, El come/curas, Tomás Garrido Canabal, persiguió a los sacerdotes para la dicha inmensa de Plutarco Elías Calles, su hacedor.

Incluso, ordenó que solo permanecerían en Tabasco los sacerdotes casados. Y en su rancho lleno de ganado, vacas, becerritos, caballos, burros y perros bautizó a cada animalito con los nombres de algunos Papas, unos santos, unas vírgenes, y hasta los nombres de los curas más famosos del pueblo.

Y cerró templos y armó el desmadre. El presbítero de Xalapa, Sánchez Cordero, organizó una procesión en el atrio y una que otra calle aledaña rodeado de pocos feligreses.

Entonces, fue a sus redes sociales y reprodujo citas bíblicas, como por ejemplo, diciendo que el Covid "sirve para mostrar la gloria de Dios", en tanto, el góber precioso de Puebla mira la pandemia de otra manera y dice que se cura con un plato de mole, siempre y cuando sea de guajolote y un guajolote viejo, considerando que "gallina vieja… hace buen caldo".

Otros sacerdotes, obispos y arzobispos se ajustaron a las normas de la Secretaría de Salud y oficia misas por circuito cerrado de televisión transmitida en las redes sociales y el Internet y el whatsapp.

Y más, cuando estamos en víspera de la Semana Santa en que se celebra el sacrificio de Jesús en el Gólgota.

Y, bueno, cuando se ha decretado otro mes más todos acuartelados, será la primera ocasión en más de cien años en que las iglesias estén vacías y únicamente los feligreses temerarios asistirán a la iglesia.

Claro, si alguno estuviera enfermo del virus, bendito Dios que no vive en Yucatán, pues el góber precioso del PAN decretó tres años de cárcel para los enfermos circulando en la vía pública.

Los días y noches tienden a recrudecerse. La profecía es que de cada diez personas siete enfermarán. 70 de cada cien. 700 de cada mil. 700 mil de cada millón. Y si, por ejemplo, se considera que en Veracruz está poblado por ocho millones de habitantes, entonces, 5 millones y cacho serán hospitalizados.

Un aviso en las redes sociales ha descubierto la medicina más eficaz resumida en tres palabras que consideran suficientes para alejar al enemigo contagioso.

"Aquí somos pobres", y así, y de acuerdo con los teóricos, el bichito tocaría la puerta en la casa de enfrente.

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