/ jueves 28 de mayo de 2020

Un gobierno sin prospectiva irá de fracaso en fracaso

Desde hace media centuria se comenzó a utilizar por los gobernantes de los más importantes países del mundo un cuerpo de asesores especializados en la ciencia política, cuya tarea consiste en estudiar, practicar y medir actitudes anticipadas, mirando al futuro, para evaluar, prevenir y sortear, como mejor convenga al gobierno, una emergencia, catástrofe, caos, una respuesta de los destinatarios de políticas públicas o un complot; esa área del gobierno se identifica como de prospectiva política.

Quienes han colaborado en la prospectiva política saben que su tarea no es “adivinar” el futuro, sino interpretar el pasado y orientar el presente, para que el gobernante tome la decisión que mejor convenga a los gobernados o que menos le afecte a la imagen de su forma de gobernar o a su prestigio político, cuyos registros históricos servirán para enaltecerlo o aborrecerlo.

No se aceptan en los tiempos modernos gobiernos improvisados ni gobernantes que con mentiras endulzan momentáneamente los oídos del pueblo y que jamás cumplen sus promesas, porque a fin de cuentas “nadie está obligado a lo imposible” y resulta imposible acabar con la pobreza mediante un “decreto”, pues los expertos en finanzas públicas y en economía afirman que sólo con inversiones se abrirán fuentes de trabajo para que el Estado no se vea obligado a un paternalismo, mediante dádivas o la aplicación de políticas clientelares que sólo constituyen un paliativo para quienes comprometen su voto en los procesos electorales, cuya manipulación se revierte a la hora de la verdad.

No se entiende que un luchador social que logró encumbrarse como jefe de Gobierno de la CDMX actúe como presidente de México sin auxilio de la prospectiva política, menos aún que quien se pronuncia porque “nadie por encima de la ley” culpe a sus predecesores de todo lo malo, sin que proceda, como se lo ha pedido el pueblo, a aplicar la ley y encarcelar a los expresidentes por “traición a la patria”, que es el único ilícito que permite la Constitución federal y se puede configurar con tanta rapiña y autoritarismo que se les imputa.

Las buenas intenciones del presidente para gobernar en favor de los pobres, aplicando la justicia distributiva para devolver al pueblo lo robado, no será una realidad si quien gobierna continúa confiando en un gabinete de improvisados y traidores, y sin aplicar la prospectiva política.

Las buenas intenciones del presidente para gobernar en favor de los pobres, aplicando la justicia distributiva para devolver al pueblo lo robado, no será una realidad si quien gobierna continúa confiando en un gabinete de improvisados y traidores, y sin aplicar la prospectiva política

Desde hace media centuria se comenzó a utilizar por los gobernantes de los más importantes países del mundo un cuerpo de asesores especializados en la ciencia política, cuya tarea consiste en estudiar, practicar y medir actitudes anticipadas, mirando al futuro, para evaluar, prevenir y sortear, como mejor convenga al gobierno, una emergencia, catástrofe, caos, una respuesta de los destinatarios de políticas públicas o un complot; esa área del gobierno se identifica como de prospectiva política.

Quienes han colaborado en la prospectiva política saben que su tarea no es “adivinar” el futuro, sino interpretar el pasado y orientar el presente, para que el gobernante tome la decisión que mejor convenga a los gobernados o que menos le afecte a la imagen de su forma de gobernar o a su prestigio político, cuyos registros históricos servirán para enaltecerlo o aborrecerlo.

No se aceptan en los tiempos modernos gobiernos improvisados ni gobernantes que con mentiras endulzan momentáneamente los oídos del pueblo y que jamás cumplen sus promesas, porque a fin de cuentas “nadie está obligado a lo imposible” y resulta imposible acabar con la pobreza mediante un “decreto”, pues los expertos en finanzas públicas y en economía afirman que sólo con inversiones se abrirán fuentes de trabajo para que el Estado no se vea obligado a un paternalismo, mediante dádivas o la aplicación de políticas clientelares que sólo constituyen un paliativo para quienes comprometen su voto en los procesos electorales, cuya manipulación se revierte a la hora de la verdad.

No se entiende que un luchador social que logró encumbrarse como jefe de Gobierno de la CDMX actúe como presidente de México sin auxilio de la prospectiva política, menos aún que quien se pronuncia porque “nadie por encima de la ley” culpe a sus predecesores de todo lo malo, sin que proceda, como se lo ha pedido el pueblo, a aplicar la ley y encarcelar a los expresidentes por “traición a la patria”, que es el único ilícito que permite la Constitución federal y se puede configurar con tanta rapiña y autoritarismo que se les imputa.

Las buenas intenciones del presidente para gobernar en favor de los pobres, aplicando la justicia distributiva para devolver al pueblo lo robado, no será una realidad si quien gobierna continúa confiando en un gabinete de improvisados y traidores, y sin aplicar la prospectiva política.

Las buenas intenciones del presidente para gobernar en favor de los pobres, aplicando la justicia distributiva para devolver al pueblo lo robado, no será una realidad si quien gobierna continúa confiando en un gabinete de improvisados y traidores, y sin aplicar la prospectiva política