/ viernes 20 de abril de 2018

Un “mesías tropical” ambicioso, autoritario y perverso

Si de verdad las encuestas electorales para la presidencia sirven para nombrar apresuradamente ganador a López Obrador, estaríamos al borde de un quebrantamiento social, político y jurídico; ya que para quien se siente el mesías del pueblo, “todo está mal” y asegura que puede borrar de un plumazo el orden jurídico vigente, desconociendo la sumisión que deben tener los gobernantes a la ley y ha expresado: “no es con reformas estructurales y legales como se debe gobernar a México, sino con movilizaciones sociales, en las que el pueblo decida”

Qué grave error cometeríamos al darle el triunfo porque para él, su poder para gobernar se sustentará en el “pueblo” y no en la Constitución y las leyes que de ella emanan; para AMLO “al diablo con las instituciones”. Aquí es donde la preocupación aumenta, porque a 100 años de la pacificación del país, después de la Revolución iniciada por Madero, no podemos arriesgar que se juegue con la estabilidad y el desarrollo de nuestra nación.

Del “Mesías Tropical” existen razones para desconfiar de su pensamiento y acción porque guarda resentimientos contra sus enemigos políticos y contra todo lo que represente oposición a sus aspiraciones. Inició en el PRI y por pleitos y radicalismos fue expulsado; se refugió en el PRD, al que después de usar para llegar al gobierno capitalino, lo desechó y fundó Morena, dentro de la cual no existe oposición o discrepancia alguna con López Obrador, so pena de ser expulsado.

AMLO no es liberal; tampoco anhela la libertad; desea desaparecer la división de poderes, para adquirir en caso de ganar la eleccion presidencial un poder absoluto que se concentre en él, para hacer leyes y aplicarlas según su leal saber y entender, por lo que una vez entronizado, lo primero que hará es convocar a manifestaciones públicas, en las que interpretando el sentir del pueblo, borre todo aquello que se oponga a sus determinaciones.

Después y obedeciendo al pueblo, concluido el periodo sexenal, seguramente AMLO ordenará la reforma constitucional que le permita la reelección y a lo mejor algún día la edad y la salud le llegan a impedir seguir gobernando y entonces su testamento político transferirá el poder a uno de sus hijos. No cabe duda que la elección del próximo 1º de julio, no solo es decidir por el relevo de Peña Nieto, implícitamente también vamos a decidir por la forma de gobierno y la vigencia o desaparición de las instituciones.

Si de verdad las encuestas electorales para la presidencia sirven para nombrar apresuradamente ganador a López Obrador, estaríamos al borde de un quebrantamiento social, político y jurídico; ya que para quien se siente el mesías del pueblo, “todo está mal” y asegura que puede borrar de un plumazo el orden jurídico vigente, desconociendo la sumisión que deben tener los gobernantes a la ley y ha expresado: “no es con reformas estructurales y legales como se debe gobernar a México, sino con movilizaciones sociales, en las que el pueblo decida”

Qué grave error cometeríamos al darle el triunfo porque para él, su poder para gobernar se sustentará en el “pueblo” y no en la Constitución y las leyes que de ella emanan; para AMLO “al diablo con las instituciones”. Aquí es donde la preocupación aumenta, porque a 100 años de la pacificación del país, después de la Revolución iniciada por Madero, no podemos arriesgar que se juegue con la estabilidad y el desarrollo de nuestra nación.

Del “Mesías Tropical” existen razones para desconfiar de su pensamiento y acción porque guarda resentimientos contra sus enemigos políticos y contra todo lo que represente oposición a sus aspiraciones. Inició en el PRI y por pleitos y radicalismos fue expulsado; se refugió en el PRD, al que después de usar para llegar al gobierno capitalino, lo desechó y fundó Morena, dentro de la cual no existe oposición o discrepancia alguna con López Obrador, so pena de ser expulsado.

AMLO no es liberal; tampoco anhela la libertad; desea desaparecer la división de poderes, para adquirir en caso de ganar la eleccion presidencial un poder absoluto que se concentre en él, para hacer leyes y aplicarlas según su leal saber y entender, por lo que una vez entronizado, lo primero que hará es convocar a manifestaciones públicas, en las que interpretando el sentir del pueblo, borre todo aquello que se oponga a sus determinaciones.

Después y obedeciendo al pueblo, concluido el periodo sexenal, seguramente AMLO ordenará la reforma constitucional que le permita la reelección y a lo mejor algún día la edad y la salud le llegan a impedir seguir gobernando y entonces su testamento político transferirá el poder a uno de sus hijos. No cabe duda que la elección del próximo 1º de julio, no solo es decidir por el relevo de Peña Nieto, implícitamente también vamos a decidir por la forma de gobierno y la vigencia o desaparición de las instituciones.