/ sábado 17 de abril de 2021

Vino y vasijas nuevas

Ya comenzaron los tiempos del proselitismo y las campañas, con miras a las próximas elecciones para los cargos en los que el pueblo –tal como sucede en una democracia– elige a los que ya lo representan por su vida, estilos y proceder, para que lo sigan representando en sus intereses, en los diferentes niveles del servicio público. En los medios de comunicación, en las redes sociales, por las calles y por todos lados. A donde quiera que vayamos confirmamos que las elecciones están a la puerta.

Todo parece indicar que en este tiempo de campañas, para todos está claro en qué consiste el servicio: en levantarse de la mesa y ponerse a la disposición de los demás. En caminar tal como lo hacen miles de mexicanos a diario. Los vemos entrando en las casas, recorriendo las calles, saludando a los enfermos, en bellísimas tomas cerca de los niños que juegan. En fondas y restaurantes, consumiendo comida corrida.

Por todos lados están los candidatos como sentidos y nobles ciudadanos de “a pie”. Con una envidiable capacidad de escucha y diálogo; empatizando dignamente con los gozos y esperanzas de este pueblo que tiene una gran capacidad de lucha. La nación de mil héroes es una patria humana y generosa, que debe despertar, dejándose tocar e incomodar por todas las situaciones que hoy nos lastiman para ponernos en pie y seguir luchando, de tal manera que todos tengan acceso a los mínimos del desarrollo y la paz.

Desgraciadamente, en muchas de las elecciones pasadas hemos comprobado que, o nunca se termina la campaña y todo el tiempo se va en la promoción de la persona del dirigente, lo que le quita el tiempo y las energías de gobernar con entereza y decisión. O que, los que antes estaban en campaña no son los mismos una vez que llegan al poder.

Eso es terrible, triste y vergonzoso. Las dos situaciones son igual de aterradoras. ¿Qué podemos hacer para que esto termine?, ¿cómo hacer para que nuestra democracia sea tal y no sea el pretexto de sistemas de gobierno enconados en el poder?

Postularse a un cargo de elección popular y ponerse al servicio de los demás para representarlos es una tarea tremenda, que exige honestidad, seriedad y claridad en los propios intereses. Exige que las intenciones sean rectas para poder dejar a un lado la propia comodidad y salir de sí en favor de todos, especialmente de tantos mexicanos que sufren y viven tristes porque les han matado las esperanzas y les han robado los sueños.

Ya comenzaron los tiempos del proselitismo y las campañas, con miras a las próximas elecciones para los cargos en los que el pueblo –tal como sucede en una democracia– elige a los que ya lo representan por su vida, estilos y proceder, para que lo sigan representando en sus intereses, en los diferentes niveles del servicio público. En los medios de comunicación, en las redes sociales, por las calles y por todos lados. A donde quiera que vayamos confirmamos que las elecciones están a la puerta.

Todo parece indicar que en este tiempo de campañas, para todos está claro en qué consiste el servicio: en levantarse de la mesa y ponerse a la disposición de los demás. En caminar tal como lo hacen miles de mexicanos a diario. Los vemos entrando en las casas, recorriendo las calles, saludando a los enfermos, en bellísimas tomas cerca de los niños que juegan. En fondas y restaurantes, consumiendo comida corrida.

Por todos lados están los candidatos como sentidos y nobles ciudadanos de “a pie”. Con una envidiable capacidad de escucha y diálogo; empatizando dignamente con los gozos y esperanzas de este pueblo que tiene una gran capacidad de lucha. La nación de mil héroes es una patria humana y generosa, que debe despertar, dejándose tocar e incomodar por todas las situaciones que hoy nos lastiman para ponernos en pie y seguir luchando, de tal manera que todos tengan acceso a los mínimos del desarrollo y la paz.

Desgraciadamente, en muchas de las elecciones pasadas hemos comprobado que, o nunca se termina la campaña y todo el tiempo se va en la promoción de la persona del dirigente, lo que le quita el tiempo y las energías de gobernar con entereza y decisión. O que, los que antes estaban en campaña no son los mismos una vez que llegan al poder.

Eso es terrible, triste y vergonzoso. Las dos situaciones son igual de aterradoras. ¿Qué podemos hacer para que esto termine?, ¿cómo hacer para que nuestra democracia sea tal y no sea el pretexto de sistemas de gobierno enconados en el poder?

Postularse a un cargo de elección popular y ponerse al servicio de los demás para representarlos es una tarea tremenda, que exige honestidad, seriedad y claridad en los propios intereses. Exige que las intenciones sean rectas para poder dejar a un lado la propia comodidad y salir de sí en favor de todos, especialmente de tantos mexicanos que sufren y viven tristes porque les han matado las esperanzas y les han robado los sueños.