Este lunes se cumple el 214 aniversario del comienzo de la lucha por la Independencia Nacional. La intención de los héroes de la nación, curas y laicos, era poner fin al yugo que esclavizaba y generaba dependencia, hicieron de su vida una ofrenda en favor de la libertad. Así pues, aun cuando han pasado más de 200 años del comienzo de esta lucha, es por todos sabido, que esta es una batalla que no ha terminado, que continúa.
Empezó una noche hace 214 años, pero todos los días se presentan formas nuevas en las que la esclavitud quiere encontrar nido en estas tierras, ya sea por una colonización de ideas, o por un vasallaje político, o por la implantación de estilos, de pseudoculturas que dañan, marginan y lastiman. Como un león rugiente nos rondan todos estos nocivos estilos.
Tal parece que en el ADN de esta nación está la lucha ante todo lo que deteriora y se impone de manera lastimosa en contra del bien y de la virtud, en contra de la familia, de la vida y de las instituciones que salvaguardan el Estado de derecho. Somos una nación de luchadores que nunca hemos tenido la vida fácil y que siempre hemos estado luchando.
Pretender una vida libre de desafíos y en la que no haya luchas que enfrentar es totalmente contario al movimiento natural de la vida. La vida habla de crecimiento, de desarrollo, de superación de etapas, tenemos escenarios catastróficos y dolorosos que por un momento nos derrotan, pero siempre nos hemos puesto de pie para vencer a muchos gigantes, y los de ahora no serán la excepción.
“Mexicanos al grito de guerra”, es la distinción de todos los ciudadanos que siempre, con el evangelio en una mano y el discernimiento en la otra, hacen frente, desde Dios, como cristianos auténticos y valientes a tantas situaciones que dañan el tejido social. La mejor manera de celebrar este nuevo aniversario del comienzo de la lucha por la Independencia, es reconociendo que siempre se está en pie de guerra, en el lugar para librar la batalla de tantas formas de dominio y explotación. Somos una nación regada con sangre de mártires de todos los tiempos, que no se dejaron vencer por el desánimo.
Gritar vivas una noche al año tiene su dosis de sentimiento nacional que es bueno, que fortalece la identidad y el amor por la patria, pero este puede ser el grito de todos los días, el grito que expone el compromiso decidido en favor de una gran nación, en favor del bien y la libertad, de los sentimientos nobles y de horizontes hermosos.