/ sábado 11 de septiembre de 2021

¿Viva México?

Cada año emergen agoreros de las desgracias. Profetas apocalípticos, de mirada vengativa, que se llenan con proclamas alegando que no hay motivo para celebrar el aniversario del comienzo de la Independencia Nacional. Y, en parte tienen razón, hay muchas causas para guardar luto, muchas situaciones que justifican nuestra tristeza. Pero, son más las razones que hacen que nuestro luto se transforme en danza festiva.

La mirada más amable y realista es la que nos hace vibrar el corazón y el alma, es la que nos conmueve a totalidad y nos permite recordar la noche maravillosa en la que un cura, convocando para la celebración de la eucaristía, invitó a todos los asistentes a sumarse en la lucha encarada contra el mal gobierno. Del verdadero encuentro con Dios brota el anhelo ferviente por caminar en las sendas de la liberalidad. En el corazón de todos está el anhelo por una mejora gradual, por establecer la patria humana y generosa por la que, tantos de nuestros héroes, han ofrendado su existencia. ¡Que su sangre no quede infértil!

El mal gobierno no muere con gritos estereotipados en las plazas públicas. Si así fuera, con el sólo Grito de Dolores habría bastado. El mal gobierno languidece con el compromiso encarado de todos por lograr una verdadera patria, en la que la vida de todos cuente por igual y se respete en todo el arco de la existencia.

No se trata únicamente de gritar al vacío, la llamada es al cuidado verdadero de esta tierra con todas las estampas que -en ella-, nos regala el Creador, pintor primitivista de valles y desiertos, de noches y auroras. El cuidado de nuestra aldea y de todo lo que ella nos ofrece es el primero de los compromisos. Eso es ¡viva México!

¡Vivan los mexicanos!, nadie en su sano juicio puede descomponerse gritando una noche vivas por la vida, y al otro día hacer tantos arreglos cuantos pueda para afectarla, para acabar con ella según sus fines y motivaciones.

El compromiso por blindar la vida es siempre a toda costa y en favor de todos. Con el cuidado y promoción de la familia, de tal modo que todos tengan el caldo de cultivo perfecto que les permita experimentar el amor, para decidirse amar sin ataduras.

Caminar por las sendas de la liberalidad es un compromiso enfático de todos, es permitir que cada vida sea un canto de la libertad. Es hacer todo lo posible para que nuestra independencia sea una verdadera fiesta popular; el gozo de nuestros pueblos, el desbordante festejo de todos con tal que nadie se sienta esclavo por ninguna razón.

Cada año emergen agoreros de las desgracias. Profetas apocalípticos, de mirada vengativa, que se llenan con proclamas alegando que no hay motivo para celebrar el aniversario del comienzo de la Independencia Nacional. Y, en parte tienen razón, hay muchas causas para guardar luto, muchas situaciones que justifican nuestra tristeza. Pero, son más las razones que hacen que nuestro luto se transforme en danza festiva.

La mirada más amable y realista es la que nos hace vibrar el corazón y el alma, es la que nos conmueve a totalidad y nos permite recordar la noche maravillosa en la que un cura, convocando para la celebración de la eucaristía, invitó a todos los asistentes a sumarse en la lucha encarada contra el mal gobierno. Del verdadero encuentro con Dios brota el anhelo ferviente por caminar en las sendas de la liberalidad. En el corazón de todos está el anhelo por una mejora gradual, por establecer la patria humana y generosa por la que, tantos de nuestros héroes, han ofrendado su existencia. ¡Que su sangre no quede infértil!

El mal gobierno no muere con gritos estereotipados en las plazas públicas. Si así fuera, con el sólo Grito de Dolores habría bastado. El mal gobierno languidece con el compromiso encarado de todos por lograr una verdadera patria, en la que la vida de todos cuente por igual y se respete en todo el arco de la existencia.

No se trata únicamente de gritar al vacío, la llamada es al cuidado verdadero de esta tierra con todas las estampas que -en ella-, nos regala el Creador, pintor primitivista de valles y desiertos, de noches y auroras. El cuidado de nuestra aldea y de todo lo que ella nos ofrece es el primero de los compromisos. Eso es ¡viva México!

¡Vivan los mexicanos!, nadie en su sano juicio puede descomponerse gritando una noche vivas por la vida, y al otro día hacer tantos arreglos cuantos pueda para afectarla, para acabar con ella según sus fines y motivaciones.

El compromiso por blindar la vida es siempre a toda costa y en favor de todos. Con el cuidado y promoción de la familia, de tal modo que todos tengan el caldo de cultivo perfecto que les permita experimentar el amor, para decidirse amar sin ataduras.

Caminar por las sendas de la liberalidad es un compromiso enfático de todos, es permitir que cada vida sea un canto de la libertad. Es hacer todo lo posible para que nuestra independencia sea una verdadera fiesta popular; el gozo de nuestros pueblos, el desbordante festejo de todos con tal que nadie se sienta esclavo por ninguna razón.