/ jueves 1 de octubre de 2020

Y-no se olvida

Desde ayer miércoles, la señora Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ha instruido cerrar el centro histórico de la ciudad y bloquear el acceso al Zócalo, diciendo que habrá un tránsito libre controlado para evitar desmanes y actos delictivos en el aniversario –luctuoso- de la masacre del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, asesinato masivo y artero con el que culminó un movimiento inicialmente estudiantil y al que se fueron sumando multitud de personas y agrupaciones de diversos niveles socioeconómicos y culturales.

Esta vez, la medida tomada por la señora me parece acertada, pues se espera evitar lo que año con año sucede con jóvenes que sin tener la mínima idea de la filosofía, los motivos, ideología y logros de los jóvenes que hace 52 años participaron en el movimiento estudiantil del 68, toman la conmemoración para vandalizar calles y avenidas a su paso hacia la Plaza de la Constitución, causando destrozos y robando comercios con total impunidad.

Se trata de jóvenes que sin tener siquiera la mínima idea de esos acontecimientos, ya sea por estudio, análisis histórico o periodístico, o referencia de sus padres, han abusado de la actitud blandengue y desinteresada de las autoridades del entonces Distrito Federal. Así que esta vez, sí apruebo las medidas del control de tránsito en el centro histórico, máxime que en la plaza se encuentra el contingente de FRENA y la presencia de otros grupos, que hacen reclamos justos al señor López. Asimismo, no habrá pretexto de enfrentamientos provocados por golpeadores infiltrados en los contingentes que pretendan marchar y que sabemos muy bien de dónde son enviados.

Viernes 2 de octubre, día luctuoso en que debería ondear la bandera a media asta, guardar un minuto de silencio en las cámaras legislativas y recordar la matanza como uno de los hechos más vergonzosos para el Ejército, la policía y todos los que de una u otra forma participaron en la organización, desarrollo y ejecución de tan inhumano, vil y artero crimen.

Gustavo Díaz Ordaz, el dictador mil veces maldecido por los sobrevivientes de la masacre, por los padres de los jóvenes y personas asesinadas, que con su cómplice Luis Echeverría encabezaron un periodo de represión brutal y ventajosa, en el que lo mismo sufrieron los ferrocarrileros, los participantes del movimiento médico y finalmente el estudiantado, así como otros grupos y asociaciones, que fueron amenazados, brutalmente golpeados, asesinados y enviados al Palacio Negro de Lecumberri, que entonces era la peor cámara de los horrores y tortura.

A pesar de la represión gorilezca, el movimiento estudiantil del 68 logró cambios importantes en el derrotero del país, mostró al mundo el pensar lógico y objetivo de la juventud mexicana y exhibió la barbarie sanguinaria del gobierno de ese tiempo.

Ojalá no se repita un hecho similar, aunque ya se ven cotidianamente protestas y reclamos hacia un gobierno incumplido, mentiroso, que pretende ser dictatorial. Así que a pesar de haber pasado ya medio siglo, el 2 de octubre no se olvida.

Desde ayer miércoles, la señora Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ha instruido cerrar el centro histórico de la ciudad y bloquear el acceso al Zócalo, diciendo que habrá un tránsito libre controlado para evitar desmanes y actos delictivos en el aniversario –luctuoso- de la masacre del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, asesinato masivo y artero con el que culminó un movimiento inicialmente estudiantil y al que se fueron sumando multitud de personas y agrupaciones de diversos niveles socioeconómicos y culturales.

Esta vez, la medida tomada por la señora me parece acertada, pues se espera evitar lo que año con año sucede con jóvenes que sin tener la mínima idea de la filosofía, los motivos, ideología y logros de los jóvenes que hace 52 años participaron en el movimiento estudiantil del 68, toman la conmemoración para vandalizar calles y avenidas a su paso hacia la Plaza de la Constitución, causando destrozos y robando comercios con total impunidad.

Se trata de jóvenes que sin tener siquiera la mínima idea de esos acontecimientos, ya sea por estudio, análisis histórico o periodístico, o referencia de sus padres, han abusado de la actitud blandengue y desinteresada de las autoridades del entonces Distrito Federal. Así que esta vez, sí apruebo las medidas del control de tránsito en el centro histórico, máxime que en la plaza se encuentra el contingente de FRENA y la presencia de otros grupos, que hacen reclamos justos al señor López. Asimismo, no habrá pretexto de enfrentamientos provocados por golpeadores infiltrados en los contingentes que pretendan marchar y que sabemos muy bien de dónde son enviados.

Viernes 2 de octubre, día luctuoso en que debería ondear la bandera a media asta, guardar un minuto de silencio en las cámaras legislativas y recordar la matanza como uno de los hechos más vergonzosos para el Ejército, la policía y todos los que de una u otra forma participaron en la organización, desarrollo y ejecución de tan inhumano, vil y artero crimen.

Gustavo Díaz Ordaz, el dictador mil veces maldecido por los sobrevivientes de la masacre, por los padres de los jóvenes y personas asesinadas, que con su cómplice Luis Echeverría encabezaron un periodo de represión brutal y ventajosa, en el que lo mismo sufrieron los ferrocarrileros, los participantes del movimiento médico y finalmente el estudiantado, así como otros grupos y asociaciones, que fueron amenazados, brutalmente golpeados, asesinados y enviados al Palacio Negro de Lecumberri, que entonces era la peor cámara de los horrores y tortura.

A pesar de la represión gorilezca, el movimiento estudiantil del 68 logró cambios importantes en el derrotero del país, mostró al mundo el pensar lógico y objetivo de la juventud mexicana y exhibió la barbarie sanguinaria del gobierno de ese tiempo.

Ojalá no se repita un hecho similar, aunque ya se ven cotidianamente protestas y reclamos hacia un gobierno incumplido, mentiroso, que pretende ser dictatorial. Así que a pesar de haber pasado ya medio siglo, el 2 de octubre no se olvida.

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