/ miércoles 11 de abril de 2018

Yunes Linares y los jesuitas

Podría parecer extraño, pero no lo es. Suena extraordinario, fuera de lugar, pero tiene una razón histórica y una explicación.

Las críticas y reclamos de los alumnos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) de Guadalajara al candidato presidencial de la alianza PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya, la semana pasada, por defender al gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, acusado por supuestamente encabezar un “narcogobierno” en Veracruz, tal y como lo registra la revista Proceso del pasado 8 de abril de 2018, tiene, repito, una razón y una explicación.

¿Por qué los jóvenes sacaron ese tema y lanzaron esa acusación?

¿Qué dijo Anaya, además de negarlo, qué explicación esgrimió?

¿Con qué información cuentan estos jóvenes, para lanzar esta gravísima afirmación?

¿Por qué el gobernador Yunes, tan acostumbrado a aclarar todo, todo de todo, no lanzó una misiva a Proceso o a las autoridades del ITESO?

Quizá confió en que el dicho quedó ahí, en el limbo mediático y sólo se recordará como una anécdota de campaña y del ímpetu de las juventudes jaliscienses.

No hay que olvidar que el ITESO es un centro de formación universitario dirigido por jesuitas.

La orden religiosa católica de los jesuitas o Compañía de Jesús, con presencia en más de 120 países, ha sido a lo largo de la historia la voz crítica dentro de la Iglesia Católica, el ala progresista, los más innovadores, los más despiertos y los más grandes promotores de la conciencia crítica en la lectura de lo que ellos llaman “los signos de los tiempos”.

Por eso no extraña que Ricardo Anaya se haya encontrado a jóvenes enterados y entrenados, jóvenes con mirada abierta, sagaces, conocedores de la realidad profunda de México y sus regiones. Jóvenes, además, valientes, que se atrevieron a decir que el de Veracruz es un “narcogobierno”; valientes, aunque probablemente desinformados, porque no existe, hasta donde se sabe, un señalamiento formal y confiable de esa naturaleza contra Yunes Linares.

Quizá los jóvenes conocen también las opiniones de Alejandro Solalinde, que aunque no pertenece a la orden de los jesuitas, se ha caracterizado por sus aguerridas críticas al actual gobierno de Veracruz.

En el ITESO también fue rector, de 1998 a 2002, David Fernández Dávalos, un jesuita que en Xalapa, fundó la casa Matraca, para niños trabajadores y de la calle.

David Fernández, colaborador del diario Política, que era dirigido por don Ángel Leodegario Gutiérrez, en la época en que Miguel Ángel Yunes Linares fue secretario de Gobierno, caminaba todos los días de la calle Altamirano, donde tenían su sede los jesuitas de Xalapa, hasta Insurgentes, donde hasta la fecha se localiza Matraca.

David Fernández fue testigo de la política que se implementó en esa época contra los críticos del gobierno, dígase líderes religiosos, sociales, políticos, de todos sabores y colores.

El jesuita David Fernández siguió puntual y luchó con su comunidad para evitar que el Gobierno del Estado —léase el secretario de Gobierno de ese entonces— desmantelara Radio Huayacocotla, por tratar de subvertir el orden de las cosas, promoviendo la conciencia crítica.

La historia es larga y está documentada. La relación de Yunes Linares con los jesuitas no es de hoy y las críticas de jóvenes egresados de esas filas, no son fortuitas. Hay antecedentes, hay fondo y hay historia.

La crítica, entonces, tiene antecedentes, aunque difícilmente podría sostenerse; de otra forma, ya se hubiera manejado en otros niveles.

@luisromero85


Podría parecer extraño, pero no lo es. Suena extraordinario, fuera de lugar, pero tiene una razón histórica y una explicación.

Las críticas y reclamos de los alumnos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) de Guadalajara al candidato presidencial de la alianza PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya, la semana pasada, por defender al gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, acusado por supuestamente encabezar un “narcogobierno” en Veracruz, tal y como lo registra la revista Proceso del pasado 8 de abril de 2018, tiene, repito, una razón y una explicación.

¿Por qué los jóvenes sacaron ese tema y lanzaron esa acusación?

¿Qué dijo Anaya, además de negarlo, qué explicación esgrimió?

¿Con qué información cuentan estos jóvenes, para lanzar esta gravísima afirmación?

¿Por qué el gobernador Yunes, tan acostumbrado a aclarar todo, todo de todo, no lanzó una misiva a Proceso o a las autoridades del ITESO?

Quizá confió en que el dicho quedó ahí, en el limbo mediático y sólo se recordará como una anécdota de campaña y del ímpetu de las juventudes jaliscienses.

No hay que olvidar que el ITESO es un centro de formación universitario dirigido por jesuitas.

La orden religiosa católica de los jesuitas o Compañía de Jesús, con presencia en más de 120 países, ha sido a lo largo de la historia la voz crítica dentro de la Iglesia Católica, el ala progresista, los más innovadores, los más despiertos y los más grandes promotores de la conciencia crítica en la lectura de lo que ellos llaman “los signos de los tiempos”.

Por eso no extraña que Ricardo Anaya se haya encontrado a jóvenes enterados y entrenados, jóvenes con mirada abierta, sagaces, conocedores de la realidad profunda de México y sus regiones. Jóvenes, además, valientes, que se atrevieron a decir que el de Veracruz es un “narcogobierno”; valientes, aunque probablemente desinformados, porque no existe, hasta donde se sabe, un señalamiento formal y confiable de esa naturaleza contra Yunes Linares.

Quizá los jóvenes conocen también las opiniones de Alejandro Solalinde, que aunque no pertenece a la orden de los jesuitas, se ha caracterizado por sus aguerridas críticas al actual gobierno de Veracruz.

En el ITESO también fue rector, de 1998 a 2002, David Fernández Dávalos, un jesuita que en Xalapa, fundó la casa Matraca, para niños trabajadores y de la calle.

David Fernández, colaborador del diario Política, que era dirigido por don Ángel Leodegario Gutiérrez, en la época en que Miguel Ángel Yunes Linares fue secretario de Gobierno, caminaba todos los días de la calle Altamirano, donde tenían su sede los jesuitas de Xalapa, hasta Insurgentes, donde hasta la fecha se localiza Matraca.

David Fernández fue testigo de la política que se implementó en esa época contra los críticos del gobierno, dígase líderes religiosos, sociales, políticos, de todos sabores y colores.

El jesuita David Fernández siguió puntual y luchó con su comunidad para evitar que el Gobierno del Estado —léase el secretario de Gobierno de ese entonces— desmantelara Radio Huayacocotla, por tratar de subvertir el orden de las cosas, promoviendo la conciencia crítica.

La historia es larga y está documentada. La relación de Yunes Linares con los jesuitas no es de hoy y las críticas de jóvenes egresados de esas filas, no son fortuitas. Hay antecedentes, hay fondo y hay historia.

La crítica, entonces, tiene antecedentes, aunque difícilmente podría sostenerse; de otra forma, ya se hubiera manejado en otros niveles.

@luisromero85