/ jueves 1 de marzo de 2018

El futuro de la educación

El siglo XX nos lega una contradicción: se han dado avances y transformaciones en los órdenes científico, tecnológico y macroeconómico, sin embargo la mejora en indicadores fundamentales de calidad de vida de una parte de la sociedad no han tocado a todas las personas por igual. De hecho, la desigualdad en el acceso a los beneficios del desarrollo es la característica sobresaliente.

Para mantener la posibilidad de lograr una alternativa solidaria de beneficio para las sociedades excluidas es necesario promover la concertación de un nuevo contrato social, llamando a la sociedad, al estado y a las instituciones educativas, a diseñar estrategias que reviertan las actuales tendencias.

Se ha comprobado científicamente que la desigualdad social limita el crecimiento económico, por lo que la acción del estado es imprescindible para el buen funcionamiento de la actividad económica.

El actual modelo económico es incapaz de incorporar los contingentes de población que se encuentran desempleados, subempleados o carentes de formas de ganarse la vida. Los programas de reactivación de empleo tampoco han logrado crear suficientes puestos de trabajo para todas las personas que los demandan.

Además de lo anterior en nuestro entorno hay inseguridad y contaminación ambiental y de acuerdo con el último censo de población hay un buen número de personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir, o no han concluido su primaria o secundaria, incluidos problemas de salud de todo tipo.

La debilidad institucional toca a los partidos políticos, pilares tradicionales de los sistemas democráticos representativos, esto se manifiesta a través de un bajo nivel de participación electoral.

¿Será posible intentar cambiar el curso que llevan estos procesos? Una visión optimista nos impulsa a plantear que el estado tiene grandes posibilidades de superar los problemas que actualmente agobian a la región, buscando un desarrollo humano sostenible donde la sociedad civil, la educación y la riqueza cultural de las regiones veracruzanas pueden ser importantes aliados de una nueva estrategia de desarrollo.

En la tarea de enfrentar esos desafíos será necesario contar con los aportes que pueden hacer la ciencia y la tecnología. Se requiere de voluntad y de la capacidad para orientar el accionar conjunto hacia la reducción de las desigualdades existentes, de impulsar el desarrollo humano sostenible, de detener el rezago educativo, con el fin de mejorar la calidad de vida de las mayorías.

Hacia esa dirección debe, a nuestro juicio, orientarse la educación, junto con la ciencia y tecnología.

Carlos_jorge27@hotmail.com

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El siglo XX nos lega una contradicción: se han dado avances y transformaciones en los órdenes científico, tecnológico y macroeconómico, sin embargo la mejora en indicadores fundamentales de calidad de vida de una parte de la sociedad no han tocado a todas las personas por igual. De hecho, la desigualdad en el acceso a los beneficios del desarrollo es la característica sobresaliente.

Para mantener la posibilidad de lograr una alternativa solidaria de beneficio para las sociedades excluidas es necesario promover la concertación de un nuevo contrato social, llamando a la sociedad, al estado y a las instituciones educativas, a diseñar estrategias que reviertan las actuales tendencias.

Se ha comprobado científicamente que la desigualdad social limita el crecimiento económico, por lo que la acción del estado es imprescindible para el buen funcionamiento de la actividad económica.

El actual modelo económico es incapaz de incorporar los contingentes de población que se encuentran desempleados, subempleados o carentes de formas de ganarse la vida. Los programas de reactivación de empleo tampoco han logrado crear suficientes puestos de trabajo para todas las personas que los demandan.

Además de lo anterior en nuestro entorno hay inseguridad y contaminación ambiental y de acuerdo con el último censo de población hay un buen número de personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir, o no han concluido su primaria o secundaria, incluidos problemas de salud de todo tipo.

La debilidad institucional toca a los partidos políticos, pilares tradicionales de los sistemas democráticos representativos, esto se manifiesta a través de un bajo nivel de participación electoral.

¿Será posible intentar cambiar el curso que llevan estos procesos? Una visión optimista nos impulsa a plantear que el estado tiene grandes posibilidades de superar los problemas que actualmente agobian a la región, buscando un desarrollo humano sostenible donde la sociedad civil, la educación y la riqueza cultural de las regiones veracruzanas pueden ser importantes aliados de una nueva estrategia de desarrollo.

En la tarea de enfrentar esos desafíos será necesario contar con los aportes que pueden hacer la ciencia y la tecnología. Se requiere de voluntad y de la capacidad para orientar el accionar conjunto hacia la reducción de las desigualdades existentes, de impulsar el desarrollo humano sostenible, de detener el rezago educativo, con el fin de mejorar la calidad de vida de las mayorías.

Hacia esa dirección debe, a nuestro juicio, orientarse la educación, junto con la ciencia y tecnología.

Carlos_jorge27@hotmail.com

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