Raúl Espinoza
Nuestra invitada especial con una sonrisa plena de felicidad, celebra que su libro más reciente Un México vuelto a visitar contribuya con su venta a una causa noble en pro de “Orquesta Armonía”. Puntual, y en petit comité, dispone lo necesario para una tarde entre amigos, dejando constancia de ser excelente anfitriona. Flanqueada en su oportunidad por su esposo Dionisio Pérez Jácome, descubrimos que cuenta en su haber con cuatro libros de su autoría, donde una característica es común denominador: su amor por la vida. Aquilatar cada experiencia en sus constantes viajes es el objetivo siempre propuesto a alcanzar.
Atribuye el impacto entre los lectores a que en sus libros trata temas cotidianos o historias reales y a que disfruta tanto su faceta de escritora, aunque modesta, no se enarbola profesionalmente como tal. "Soy una persona que no para de buscar la manera de proveer a los lectores de libros, y ofrecerle cosas nuevas y genuinas", comentó durante nuestro encuentro social, en el que antes de entrar en materia, recorremos los jardines que enmarcan su residencia, tan procurada por ella.
Se escucha el trinar de las aves y se observan cascadas desbordantes de flor de mayo y orquídeas sobre los frondosos árboles, al pie de los cuales, nos mostró un detalle significativo: dispuso una placa en bronce para cada uno de sus nietos con un pensamiento propio. En ese instante su mascota sale a su encuentro. Es momento de soltar el flash. A lo lejos se observa el edificio que alberga el despacho de su esposo, el prominente político Dionisio Pérez Jácome, quien se une al encuentro para el que la licenciada Aracely Friscione, directora de la Asociación Civil “Veracruz por el Arte”, es clave para concretarlo.
Sobre la mesa la cubertería de talavera se alista para disfrutar una opípara comida, en la que nos confía otro propósito: viajar más, así como el pronto debut social de su libro Otras orillas que “ya anda en manos de algunas amistades”, agrega. “Escribo, tomo nota, lo paso en limpio, dos meses lo dejo porque me voy de viaje, lo retomo... no tengo disciplina para escribirlos”, nos platica ruborizada.
Viajera incansable, la señora Friscione se dice feliz, muy contenta, agradecida por la familia que ha forjado, a la que define como su prioridad. Dentro de su día a día está el nadar, sobre todo cuando reina el sol, hacer yoga, escribir y caminar una cuadra alrededor de su hogar de Ciudad de México, donde también goza de la estima de un círculo amplio de la vida cultural, política, empresarial, artística y social, que suele ser huésped en su hogar cercano a la capital veracruzana, de donde nuestra invitada especial es originaria.