Las revistas Nature, Science, Scientific American y New Scientist han publicado artículos que aseguran nos encontramos en proceso de inversión magnética.

Esta información fue retomada por la agencia de noticias Associated Press. Sin embargo los científicos renuentes a aceptar esta información se dieron a la tarea de investigarla y por supuesto, a dictaminar como podría afectar su impacto a nuestro sistema inmunológico.

En cambio algunas modalidades alternativas de sanación declaran lo siguiente: “La conexión entre el sistema inmunológico y esta inversión magnética puede llevar aparejado nuestro sistema inmunológico para que se sintonice con los campos magnéticos de la tierra”.

Ejemplos: aves y ballenas siguen con exactitud los cambios magnéticos. Esto explica los cambios migratorios de las aves registradas en Asia y Norteamérica; y que las ballenas, siguiendo sus líneas de navegación, varen en las playas, y cuando se les devuelve al mar regresen a las playas para aparejarse con las mismas líneas magnéticas.

Al respecto existen tradiciones nativas y bíblicas hebreas. Las nativas consignan que en el año 3.600, antes de Cristo, el sol salió por el oeste, permaneció en el cielo un día entero y luego volvió a oponerse por el este; pero al día siguiente salió por el este y se opuso por el oeste, como hoy en día.

Las tradiciones hebreas hacen referencia al mismo suceso, pero asientan que tal hecho se efectuó en una batalla durante la cual la luz celestial benefició a uno de los bandos para que alcanzara la victoria. Tales acontecimientos no se pueden verificar, según las revistas mencionadas, por medio de rocas o registros fósiles, por ser un periodo corto. Lo único que se tiene al respecto son tradiciones, leyendas, mitos, preservados en documentos escritos y orales, que coinciden en la siguiente observación: “Se vivió un día extraño, pero nada malo pasó a la gente ¡sobrevivió!”.