/ sábado 13 de enero de 2018

Se extingue producción de textiles en Acatlán, Veracruz

Por Jesús Javier Bonilla*

Los primeros acercamientos de un servidor con las tejedoras deAcatlán, Veracruz, se dieron en los últimos meses de 1992, cuandose inició un estudio sobre la producción de textiles de lanahacia la zona serrana de Chiconquiaco. En aquel entonces sellevaron a cabo una serie de visitas a las casas de las tejedoras,quienes accedieron con ciertas reservas a mostrar algunas de laspiezas procesadas en los sencillos telares de cintura.

La producción textil en los años noventa se caracterizaba porla manufactura de mantillas, ceñidores para los niños, lienzospara enaguas y rebozos. En el caso de los ceñidores para lospequeños, presentaban sobre el fondo crema de la lana, unasencilla decoración en líneas rojas y azules. Pervivencia delantiguo teñido con tintes naturales como el rojo de lagrana-cochinilla y el azul del añil.

Conforme se ampliaron las visitas a las tejedoras, se logrósuperar la natural desconfianza de las artesanas y se recabaronabundantes datos sobre el procesamiento de las fibras de lana, elteñido con tintes naturales, los tipos de prendas manufacturadas,y sobre todo la serie de cambios en materia textil a través deltiempo.

El procesamiento de las fibras

Las tejedoras de Acatlán utilizaron principalmente la lana delos borregos para la manufactura de las piezas textilestradicionales, proceso que iniciaba con la trasquila de las ovejas,seguido del lavado del vellón con amole o tochamole(zapotanaceas), cuidando que no se apelmazara la lana. Ya limpiaslas fibras de la suciedad y grasa natural, se escarmenabanmanualmente a fin de quitarles alguna impureza y sobre todopreparar las fibras en una masa esponjosa, paso previo para serrepasadas una y otra vez en las llamadas cardas, las cualesconsisten en dos tablas pequeñas de madera con mango, y que en unade sus caras presentan hileras de pequeños alambres. De tal formaque al repasar una y otra vez las fibras de lana se alinean en unamisma dirección, seguido de la separación de las cardas paraformar delgadas capas rectangulares de fibras esponjadas.

Después de que se cardó la lana, se lleva a cabo el proceso dehilado con la ayuda de un malacate de madera, pieza integrada poruna delgada vara y un volante en uno de sus extremos. Con estesencillo instrumento que se rota sobre una jícara o cajete, altiempo de que se va alimentando con cada una de las delgadas capasde fibras, se estira poco a poco hasta alcanzar el grosor requeridodel hilo, el cual se va torciendo en cada giro del malacate. Por logeneral las tejedoras utilizaban dos tipos de hilo de lana, uno quepresentaba mayor torsión para tender la urdimbre y otro más suavepara la trama. Una característica distintiva de los hilos de lanautilizados en Acatlán era su delgadez, rasgo que permitíaelaborar piezas textiles muy finas y suaves al tacto.

En la mayoría de los casos se utilizaban los hilos en loscolores naturales de la lana y en concreto para determinadasprendas se teñían las madejas con tintes naturales,específicamente con grana-cochinilla para obtener el color rojo yel añil para el azul, tintes que adquirían en Naolinco segúninformes de algunas tejedoras, quienes refieren el haber compradoen la botica de la localidad, la grana cochinilla por onzas, asícomo los “cuadritos” de añil en algunas tiendas.

Teñido de las fibras

En lo referente al proceso de tinción en la localidad, sóloalgunas señoras sabían cómo pintar las fibras, conocimiento queles redituaba el tener algunas entradas extras por teñir lasmadejas de otras tejedoras. Sobre todo que el desarrollo delteñido implicaba observar cuidadosamente los tiempos y cantidadesde materias requeridas en cada uno de los pasos. De inicio habíaque lavar nuevamente las madejas, a fin de eliminar totalmente lagrasa natural de las fibras, paso previo al mordentado de los hiloscon una planta local denominada “Tezhuatl”, cuyas hojas y ramasblandas se ponían a hervir junto a las madejas en la olla del“nixcometl” hasta que adquirían un tono amarillento. En elcaso de las fibras para teñir con añil, se mordentaban conorines; según decían que los orines de niños son mejores porqueno tienen grasa.

Las madejas que se procesaban con la planta “Tezhuatl” yadquirían el color amarillo, a continuación se hervían con eltinte de la grana-cochinilla, y cuando ya presentaban el colorrojo, se le agregaba el jugo de unas naranjas agrias comoentonador, así como unos pedazos de encino colorado para que“amarrara” el tinte. En cambio para teñir de color azul añil,se preparaba con tiempo suficiente la pintura, la que implicaba lamaceración de una planta denominada muicle, pedazos de maguey,orines y tequezquite, entre otros ingredientes secretos. La “TíaNinfa”, como cariñosamente se le conocía, ponía las madejas amordentar en una cubeta con orines, previo al teñido. Ya preparadoel tinte se procedía a fijarlo en las fibras, mediante un controlriguroso de la temperatura durante el proceso de calentamiento yevitando que no se oxigenara el líquido. Según algunasteñidoras, el proceso de tinción era muy apestoso, por lo cualdebían de hacerlo con mucho cuidado y en solitario, para evitarque se acercaran las mujeres embarazadas o personas que les dieraasco. En caso de que sucediera alguna de estas situaciones, secorría el riesgo de que se mancharan las fibras y no se fijara eltinte parejo.

El urdido y tejido

Ya listas las madejas de hilos, se llevaba a cabo el urdidosobre unos palos clavados en el piso de tierra, proceso queimplicaba cálculos matemáticos para determinar el ancho de lapieza, así como la combinación de hilos de colores en aquelloslienzos utilizados en la manufactura de las enaguas. Caso singularen Acatlán, es el hecho de contar el urdido de los hilos con baseen “cuentas”, término utilizado para contabilizar tres vueltasde hilo en los palos y donde cada vuelta se integra por un hilo nony un par. A su vez la cantidad de veinte cuentas conforman un“kolme”.

El proceso de urdido implica organizar el intercalado previo dehilos pares y nones, cuyo cruzamiento alterno junto con el hilo detrama permite la creación de telas. Por tanto ya preparada laurdimbre se pasa a los enjulios, en sí dos palos cuya función esla de asegurar los extremos de los hilos que integran el largo dellienzo. Ya distribuidos espacialmente los hilos de la urdimbre enlos enjulios, se arma el “peine” mediante el enlazadoindividual de cada uno de los hilos nones en una vara no muygruesa, misma que facilitará el intercalado de los hilos en cadavuelta del tejido.

Continuará

Por Jesús Javier Bonilla*

Los primeros acercamientos de un servidor con las tejedoras deAcatlán, Veracruz, se dieron en los últimos meses de 1992, cuandose inició un estudio sobre la producción de textiles de lanahacia la zona serrana de Chiconquiaco. En aquel entonces sellevaron a cabo una serie de visitas a las casas de las tejedoras,quienes accedieron con ciertas reservas a mostrar algunas de laspiezas procesadas en los sencillos telares de cintura.

La producción textil en los años noventa se caracterizaba porla manufactura de mantillas, ceñidores para los niños, lienzospara enaguas y rebozos. En el caso de los ceñidores para lospequeños, presentaban sobre el fondo crema de la lana, unasencilla decoración en líneas rojas y azules. Pervivencia delantiguo teñido con tintes naturales como el rojo de lagrana-cochinilla y el azul del añil.

Conforme se ampliaron las visitas a las tejedoras, se logrósuperar la natural desconfianza de las artesanas y se recabaronabundantes datos sobre el procesamiento de las fibras de lana, elteñido con tintes naturales, los tipos de prendas manufacturadas,y sobre todo la serie de cambios en materia textil a través deltiempo.

El procesamiento de las fibras

Las tejedoras de Acatlán utilizaron principalmente la lana delos borregos para la manufactura de las piezas textilestradicionales, proceso que iniciaba con la trasquila de las ovejas,seguido del lavado del vellón con amole o tochamole(zapotanaceas), cuidando que no se apelmazara la lana. Ya limpiaslas fibras de la suciedad y grasa natural, se escarmenabanmanualmente a fin de quitarles alguna impureza y sobre todopreparar las fibras en una masa esponjosa, paso previo para serrepasadas una y otra vez en las llamadas cardas, las cualesconsisten en dos tablas pequeñas de madera con mango, y que en unade sus caras presentan hileras de pequeños alambres. De tal formaque al repasar una y otra vez las fibras de lana se alinean en unamisma dirección, seguido de la separación de las cardas paraformar delgadas capas rectangulares de fibras esponjadas.

Después de que se cardó la lana, se lleva a cabo el proceso dehilado con la ayuda de un malacate de madera, pieza integrada poruna delgada vara y un volante en uno de sus extremos. Con estesencillo instrumento que se rota sobre una jícara o cajete, altiempo de que se va alimentando con cada una de las delgadas capasde fibras, se estira poco a poco hasta alcanzar el grosor requeridodel hilo, el cual se va torciendo en cada giro del malacate. Por logeneral las tejedoras utilizaban dos tipos de hilo de lana, uno quepresentaba mayor torsión para tender la urdimbre y otro más suavepara la trama. Una característica distintiva de los hilos de lanautilizados en Acatlán era su delgadez, rasgo que permitíaelaborar piezas textiles muy finas y suaves al tacto.

En la mayoría de los casos se utilizaban los hilos en loscolores naturales de la lana y en concreto para determinadasprendas se teñían las madejas con tintes naturales,específicamente con grana-cochinilla para obtener el color rojo yel añil para el azul, tintes que adquirían en Naolinco segúninformes de algunas tejedoras, quienes refieren el haber compradoen la botica de la localidad, la grana cochinilla por onzas, asícomo los “cuadritos” de añil en algunas tiendas.

Teñido de las fibras

En lo referente al proceso de tinción en la localidad, sóloalgunas señoras sabían cómo pintar las fibras, conocimiento queles redituaba el tener algunas entradas extras por teñir lasmadejas de otras tejedoras. Sobre todo que el desarrollo delteñido implicaba observar cuidadosamente los tiempos y cantidadesde materias requeridas en cada uno de los pasos. De inicio habíaque lavar nuevamente las madejas, a fin de eliminar totalmente lagrasa natural de las fibras, paso previo al mordentado de los hiloscon una planta local denominada “Tezhuatl”, cuyas hojas y ramasblandas se ponían a hervir junto a las madejas en la olla del“nixcometl” hasta que adquirían un tono amarillento. En elcaso de las fibras para teñir con añil, se mordentaban conorines; según decían que los orines de niños son mejores porqueno tienen grasa.

Las madejas que se procesaban con la planta “Tezhuatl” yadquirían el color amarillo, a continuación se hervían con eltinte de la grana-cochinilla, y cuando ya presentaban el colorrojo, se le agregaba el jugo de unas naranjas agrias comoentonador, así como unos pedazos de encino colorado para que“amarrara” el tinte. En cambio para teñir de color azul añil,se preparaba con tiempo suficiente la pintura, la que implicaba lamaceración de una planta denominada muicle, pedazos de maguey,orines y tequezquite, entre otros ingredientes secretos. La “TíaNinfa”, como cariñosamente se le conocía, ponía las madejas amordentar en una cubeta con orines, previo al teñido. Ya preparadoel tinte se procedía a fijarlo en las fibras, mediante un controlriguroso de la temperatura durante el proceso de calentamiento yevitando que no se oxigenara el líquido. Según algunasteñidoras, el proceso de tinción era muy apestoso, por lo cualdebían de hacerlo con mucho cuidado y en solitario, para evitarque se acercaran las mujeres embarazadas o personas que les dieraasco. En caso de que sucediera alguna de estas situaciones, secorría el riesgo de que se mancharan las fibras y no se fijara eltinte parejo.

El urdido y tejido

Ya listas las madejas de hilos, se llevaba a cabo el urdidosobre unos palos clavados en el piso de tierra, proceso queimplicaba cálculos matemáticos para determinar el ancho de lapieza, así como la combinación de hilos de colores en aquelloslienzos utilizados en la manufactura de las enaguas. Caso singularen Acatlán, es el hecho de contar el urdido de los hilos con baseen “cuentas”, término utilizado para contabilizar tres vueltasde hilo en los palos y donde cada vuelta se integra por un hilo nony un par. A su vez la cantidad de veinte cuentas conforman un“kolme”.

El proceso de urdido implica organizar el intercalado previo dehilos pares y nones, cuyo cruzamiento alterno junto con el hilo detrama permite la creación de telas. Por tanto ya preparada laurdimbre se pasa a los enjulios, en sí dos palos cuya función esla de asegurar los extremos de los hilos que integran el largo dellienzo. Ya distribuidos espacialmente los hilos de la urdimbre enlos enjulios, se arma el “peine” mediante el enlazadoindividual de cada uno de los hilos nones en una vara no muygruesa, misma que facilitará el intercalado de los hilos en cadavuelta del tejido.

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