/ miércoles 20 de marzo de 2019

Conversar, necesidad en el siglo XXI: Peña

El cuentacuentos, quien ha compartido sus historias en una decena de países, está en Xalapa para impartir un taller y participar en un maratón

Desde niño, Romer Peña ya tenía problemas en su natal Venezuela por hablar mucho y, encima, distraer a sus compañeros. Con gran sonrisa y brillo en los ojos, rememora que gracias a una de sus maestras, quien era narradora oral y actriz, a los 12 años vio cómo su mayor problema se convertía en una actividad divertida, la cual, dos décadas después, puede decir que le ha brindado seguridad, autorreconocimiento y la posibilidad de viajar por el mundo impartiendo talleres y contando historias para que la gente se emocione.

El psicólogo, con especialidad en terapias narrativas y psicodrama, ha estado en diez países, uno de ellos es México, al que ha llegado este mes por tercera ocasión. En entrevista con Diario de Xalapa, esto es lo que expresó:

Romer, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a narración oral?

Cuando hablamos de narración oral no solo hablamos de cuentos de fantasía o de cuentos para niños, sino del inicio de la transmisión del conocimiento de la humanidad. Recordemos que antes de la escritura estuvo la palabra. Tomando en cuenta esa posibilidad real que tenemos a través de la palabra de impartir un conocimiento, de hablar de nuestras experiencias, de decir lo que nos pasa, encontramos que la narración es una posibilidad de vida.

¿Qué es lo que buscas al narrar?

Mi propuesta va hacia la emoción. Valoro la oportunidad de emocionar a quien escucha e invitarlo a separarse por lo menos un “momentico” de la realidad y, a partir de ahí, engancharnos e ir juntos navegando en el mar de la historia.

En reiteradas ocasiones hemos escuchado que el arte ayuda al ser humano a sensibilizarlo. En el caso de la narración oral, ¿cuál crees que sea su mayor aporte?

La narración oral tiene la capacidad de convocarnos y de unir, de conectarnos cara a cara. La narración nunca va a ser superada por una computadora, un celular o todos los aparatos que nos presenta la tecnología. En la actualidad, los aparatos electrónicos están mucho más presentes que la palabra dicha, pero la palabra dicha y la carga sentimental que brinda de poder mirar, tocar y emocionar, esa experiencia nunca va a ser superada por la tecnología.

En tiempos violentos y la existencia de tejidos sociales dañados, ¿el arte puede ser sanador?

Estoy muy seguro de que así es. El arte nos brinda herramientas distintas para enfrentar la cotidianidad. Invita a la gente a que tenga muchas más emociones positivas con las cuales entender y enfrentar las locuras que nos toca ver y vivir.

Me parece que hay mayores niveles de creatividad real, una solución de problemas de una manera novedosa, que es lo que todos necesitamos ahora. ¿Cómo resuelvo lo que me está pasando en la casa? El arte brinda la posibilidad de ver un problema desde distintos ángulos y poder resolverlo.

¿Es el narrador un mensajero de su pueblo, de su país, de su gente, de su tiempo?

Sin duda alguna. Los pueblos indígenas tenían cuentacuentos, a un chamán, a una persona que con historias y conocimiento negociaba con los otros. En el caribe colombiano tenemos al palabrero. Dentro de las tribus indígenas que comparten Venezuela y Colombia, el palabrero es un mediador en los conflictos que puedan darse. Desde allí, uno puede entender cuán grande y respetado es este personaje.

Lamentablemente es una figura que se ha ido desgastando, pero el narrador tiene esa labor: no desde un puesto escogido sino desde lo emocional.

¿Con qué personaje compararías al narrador oral?

Con el del farolero, ese que enciende los faroles de la conciencia; que va con una palabra, con un poema, con una sonrisa, con una emoción, encendiendo las conciencias, encendiendo la mirada, guiando a ver aquello en lo que nadie se está fijando y, así, buscar solucionar a lo que nos estamos enfrentando como sociedad.

Romer, platícanos por favor qué harás durante tu estancia en Xalapa.

El 25, 26 y 27 impartiré el taller Hablemos de hablar, abierto a todos los interesados. Será en la Escuela Normal Veracruzana Enrique C. Rébsamen. Pueden llamar al 22 81 58 76 78. También he sido invitado al maratón del Día de la Narración. Será hoy en el foro al aire libre de El Ágora de la Ciudad. Serán 12 horas continuas de contar historias.

Antes de que te vayas a darle continuidad a tu agenda, dime por favor qué esperas de la vida.

Espero que podamos entender como Humanidad la importancia de los detalles. Que descubramos lo obvio, porque a veces nos lo saltamos, y es allí donde encontramos las respuestas. Yo espero que nos sorprendamos cuando veamos una flor, una estrella; cuando veamos una emoción en el otro y podamos conectar con ese pequeño detalle.

La vida está hecha de pequeños detalles, y verlos y disfrutarlos es finalmente lo que nos va a hacer felices.

La mayoría de las personas pasa la vida corriendo en busca de una felicidad y una estabilidad que no va a llegar. Ser feliz no es un estado, es una decisión. Es necesario sentarnos a disfrutar de lo pequeño y de los detalles. Cuando tienes la posibilidad de dejar tu celular un lado y convivir con tu familia, tu pareja, tu hijo, tu perro, es cuando descubres la felicidad. La felicidad es una suma de momentos que tenemos en el día. No hay más.

Desde niño, Romer Peña ya tenía problemas en su natal Venezuela por hablar mucho y, encima, distraer a sus compañeros. Con gran sonrisa y brillo en los ojos, rememora que gracias a una de sus maestras, quien era narradora oral y actriz, a los 12 años vio cómo su mayor problema se convertía en una actividad divertida, la cual, dos décadas después, puede decir que le ha brindado seguridad, autorreconocimiento y la posibilidad de viajar por el mundo impartiendo talleres y contando historias para que la gente se emocione.

El psicólogo, con especialidad en terapias narrativas y psicodrama, ha estado en diez países, uno de ellos es México, al que ha llegado este mes por tercera ocasión. En entrevista con Diario de Xalapa, esto es lo que expresó:

Romer, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a narración oral?

Cuando hablamos de narración oral no solo hablamos de cuentos de fantasía o de cuentos para niños, sino del inicio de la transmisión del conocimiento de la humanidad. Recordemos que antes de la escritura estuvo la palabra. Tomando en cuenta esa posibilidad real que tenemos a través de la palabra de impartir un conocimiento, de hablar de nuestras experiencias, de decir lo que nos pasa, encontramos que la narración es una posibilidad de vida.

¿Qué es lo que buscas al narrar?

Mi propuesta va hacia la emoción. Valoro la oportunidad de emocionar a quien escucha e invitarlo a separarse por lo menos un “momentico” de la realidad y, a partir de ahí, engancharnos e ir juntos navegando en el mar de la historia.

En reiteradas ocasiones hemos escuchado que el arte ayuda al ser humano a sensibilizarlo. En el caso de la narración oral, ¿cuál crees que sea su mayor aporte?

La narración oral tiene la capacidad de convocarnos y de unir, de conectarnos cara a cara. La narración nunca va a ser superada por una computadora, un celular o todos los aparatos que nos presenta la tecnología. En la actualidad, los aparatos electrónicos están mucho más presentes que la palabra dicha, pero la palabra dicha y la carga sentimental que brinda de poder mirar, tocar y emocionar, esa experiencia nunca va a ser superada por la tecnología.

En tiempos violentos y la existencia de tejidos sociales dañados, ¿el arte puede ser sanador?

Estoy muy seguro de que así es. El arte nos brinda herramientas distintas para enfrentar la cotidianidad. Invita a la gente a que tenga muchas más emociones positivas con las cuales entender y enfrentar las locuras que nos toca ver y vivir.

Me parece que hay mayores niveles de creatividad real, una solución de problemas de una manera novedosa, que es lo que todos necesitamos ahora. ¿Cómo resuelvo lo que me está pasando en la casa? El arte brinda la posibilidad de ver un problema desde distintos ángulos y poder resolverlo.

¿Es el narrador un mensajero de su pueblo, de su país, de su gente, de su tiempo?

Sin duda alguna. Los pueblos indígenas tenían cuentacuentos, a un chamán, a una persona que con historias y conocimiento negociaba con los otros. En el caribe colombiano tenemos al palabrero. Dentro de las tribus indígenas que comparten Venezuela y Colombia, el palabrero es un mediador en los conflictos que puedan darse. Desde allí, uno puede entender cuán grande y respetado es este personaje.

Lamentablemente es una figura que se ha ido desgastando, pero el narrador tiene esa labor: no desde un puesto escogido sino desde lo emocional.

¿Con qué personaje compararías al narrador oral?

Con el del farolero, ese que enciende los faroles de la conciencia; que va con una palabra, con un poema, con una sonrisa, con una emoción, encendiendo las conciencias, encendiendo la mirada, guiando a ver aquello en lo que nadie se está fijando y, así, buscar solucionar a lo que nos estamos enfrentando como sociedad.

Romer, platícanos por favor qué harás durante tu estancia en Xalapa.

El 25, 26 y 27 impartiré el taller Hablemos de hablar, abierto a todos los interesados. Será en la Escuela Normal Veracruzana Enrique C. Rébsamen. Pueden llamar al 22 81 58 76 78. También he sido invitado al maratón del Día de la Narración. Será hoy en el foro al aire libre de El Ágora de la Ciudad. Serán 12 horas continuas de contar historias.

Antes de que te vayas a darle continuidad a tu agenda, dime por favor qué esperas de la vida.

Espero que podamos entender como Humanidad la importancia de los detalles. Que descubramos lo obvio, porque a veces nos lo saltamos, y es allí donde encontramos las respuestas. Yo espero que nos sorprendamos cuando veamos una flor, una estrella; cuando veamos una emoción en el otro y podamos conectar con ese pequeño detalle.

La vida está hecha de pequeños detalles, y verlos y disfrutarlos es finalmente lo que nos va a hacer felices.

La mayoría de las personas pasa la vida corriendo en busca de una felicidad y una estabilidad que no va a llegar. Ser feliz no es un estado, es una decisión. Es necesario sentarnos a disfrutar de lo pequeño y de los detalles. Cuando tienes la posibilidad de dejar tu celular un lado y convivir con tu familia, tu pareja, tu hijo, tu perro, es cuando descubres la felicidad. La felicidad es una suma de momentos que tenemos en el día. No hay más.

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