La artista plástica veracruzana Adriana Papayanopulos inaugurará mañana a las 18:30 horas en el Centro Recreativo Xalapeño la exposición Rostros ocultos.
Sobre esta muestra, la artista quien cuenta con una veintena de exposiciones individuales y colectivas en esta ciudad, el puerto de Veracruz, Puebla, la Ciudad de México y en diversos estados de la Unión americana, señala que esta exposición es para ella un homenaje al silencio de la mujer, es una muestra de todos los rostros que cruzaron mi vida; rostros cuyas miradas perforaron mi alma hasta sentir sus sentimientos.
Absoluta conexión
Estas obras no se tratan sólo de mí, no se tratan de mi silencio, son reflejos de quienes se cruzaron en mi vida y compartieron tan intensas emociones que dejaron huella.
Un recordatorio de que ser y existir no es igual; ser simplemente es, existir es todo lo demás. Cada una de ellas tiene un nombre para mí, un nombre para los demás, una historia para todos. Mientras, en silencio, guardo todo lo demás, añade.
Pablo Picasso dijo una vez: “Todo niño es un artista. El problema es cómo seguir siendo un artista una vez que crezca".
Yo era uno de esos artistas que no sabían cómo permanecer como uno. El arte es el resultado de nuestra fascinación por la libertad; al crecer, esta libertad tiende a desaparecer y, con ella, nuestra capacidad de dejar que nuestras mentes vean y crean más allá de lo real, explica.
Después de muchos años de bloquear mi pasión y fascinación por el arte, tomé un pincel y dejé que mi mente volviera a estar libre. Los críticos volvieron explicando mi trabajo como infantil y, a veces, ingenuo, pero con disciplina y fuerte convicción, esto se convirtió en el fundamento de todo trabajo que hice, porque cuando se trata de emociones, podemos sentirnos como un niño otra vez.
Con una fuerte sensibilidad e intuición, el arte ha sido mi único medio para mantener una búsqueda íntima y apasionada de entender la vida, en una especie de catarsis para comprender emociones, miedos, debilidades, fortalezas y, lo más importante, la evolución de todo esto. Más que tratar de alcanzar la belleza como la estética básica de la vida, sigo mi búsqueda para expresar y dar testimonio de la condición humana, independientemente de su miseria o esplendor. Esta debe ser, por todos los medios, la razón de la existencia de cualquier tipo de arte, enfatiza.
En la exposición llamada Rostros ocultos trabajé durante más de un año para enfrentar las emociones más fuertes, mis secretos más profundos, las preguntas más importantes. Enfrenté el amor y la felicidad, así como el miedo y la locura; trabajé a través de las noches hasta que cada pintura y yo nos convertimos en uno para mostrarme de la manera más pura, puntualiza.
No puedo expresar con palabras cada una de las piezas de esta serie, no pretendo tener todas las respuestas ni que mi búsqueda se haya detenido, pero sí permito que cada cuadro hable por sí mismo y lo exprese todo, concluye Adriana Papayanopulos, al invitar al público en general a develar estos Rostros ocultos.