/ domingo 25 de abril de 2021

Felipe Leal, constructor de memoria

Este lunes ingresa al Colegio Nacional en una ceremonia híbrida; Julio Frenk y Juan Villoro lo recibirán en el recinto

A los ocho años de edad, el arquitecto Felipe Leal construyó sus primeras edificaciones. Eran casas de plastilina, popotes, pedazos de cartón y, de vez en vez, trozos de madera. Espacios pequeños que él imaginaba amplios, luminosos y, sobre todo, funcionales. Las primeras ideas del concepto de arquitectura de quien a sus 64 años de edad ingresará como miembro al Colegio Nacional.

“Desde chico, como a los ochos años, decidí que iba a ser arquitecto, me gustaba dibujar casas deterioradas y sobre esa imagen con crayones y lápices de colores los corregía, no sé si por haber visitado en la infancia con mi padre algunos barrios que estaban precarios y deteriorados como Tepito. También me gustaba formar casas con plastilina y popotes, fueron las primeras casas que hice”, rememora en entrevista.

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Quien fue director de la Facultad de Arquitectura UNAM de 1997 a 2005 ingresará al Colegio Nacional en una ceremonia este lunes 26. En su ingreso lo recibirán Julio Frenk y Juan Villoro; será una presentación híbrida, presencial con aforo reducido en el Colegio Nacional y virtual, en una transmisión por redes sociales.

“Además del orgullo y distinción, este reconocimiento es una enorme responsabilidad porque la arquitectura es una de las disciplinas de la cultura de México más importantes, ha hecho cosas trascendentales en la historia del país y esta distinción es un reconocimiento bipartito, primero a la disciplina que no puede estar ausente en el Colegio Nacional, y en lo que se me confiera a mí es un punto de orgullo”, señala.

Cuando afirma que la arquitectura no puede faltar en la academia refiere a que esta disciplina es más que la simple construcción de ciudades. Es una proyección de la historia, educación, cultura y cotidianidad de una sociedad. Es, lo que él llama la arquitectura viva al mostrar a través de sus muros, sus colores, sus mármoles o columnas quiénes somos.

“La arquitectura es la expresión de una sociedad, puedes entender cómo está conformada una ciudad a partir de su arquitectura, no es más que uno de los múltiples lenguajes para expresarse las personas, claro en sus diferentes escalas, pero mirar una edificación es verla como una expresión muy clara del comportamiento humano”, acota el Premio Medalla al Mérito en Artes 2018 otorgado por la Ciudad de México.

Lo complejo es, afirma, encontrar el equilibrio en la manifestación arquitectónica dentro de ciudades que compiten entre la tradición y la modernidad como ocurre en la CDMX que, en opinión de Leal, es la suma de muchas pequeñas ciudades. “Es enorme y tiene rincones fantásticos al tiempo que lugares precarios, es una ciudad de contrastes que la hace difícil, qué tiene que ver en su arquitectura Xochimilco con la colonia Narvarte”, apunta quien ha impartido clases en la UNAM por más de 40 años.

Su propuesta como proyectista de ciudades es encontrar el equilibrio entre la tradición y la modernidad. Él ha contribuido en esa búsqueda dual: desde sus obras de carácter urbano como la renovación del Paseo de la Reforma, el corredor peatonal de la calle Madero, la plaza y el Monumento a la Revolución, la recuperación de la Alameda Central hasta la realización de los auditorios para la Academia Mexicana de Ciencias y la Unidad Académica Cultural de la UNAM en Morelia, Michoacán.

“La arquitectura ha sido como ponerme unos anteojos que me han dado una gran enseñanza de la sociedad y su cultura; con esos lentes, a manera de metáfora, me ha permitido entender cómo las sociedades se comportan, conocer de arte y ciencia, y emocionarme con obras arquitectónicas y artísticas sublimes”, concluye.

A los ocho años de edad, el arquitecto Felipe Leal construyó sus primeras edificaciones. Eran casas de plastilina, popotes, pedazos de cartón y, de vez en vez, trozos de madera. Espacios pequeños que él imaginaba amplios, luminosos y, sobre todo, funcionales. Las primeras ideas del concepto de arquitectura de quien a sus 64 años de edad ingresará como miembro al Colegio Nacional.

“Desde chico, como a los ochos años, decidí que iba a ser arquitecto, me gustaba dibujar casas deterioradas y sobre esa imagen con crayones y lápices de colores los corregía, no sé si por haber visitado en la infancia con mi padre algunos barrios que estaban precarios y deteriorados como Tepito. También me gustaba formar casas con plastilina y popotes, fueron las primeras casas que hice”, rememora en entrevista.

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Quien fue director de la Facultad de Arquitectura UNAM de 1997 a 2005 ingresará al Colegio Nacional en una ceremonia este lunes 26. En su ingreso lo recibirán Julio Frenk y Juan Villoro; será una presentación híbrida, presencial con aforo reducido en el Colegio Nacional y virtual, en una transmisión por redes sociales.

“Además del orgullo y distinción, este reconocimiento es una enorme responsabilidad porque la arquitectura es una de las disciplinas de la cultura de México más importantes, ha hecho cosas trascendentales en la historia del país y esta distinción es un reconocimiento bipartito, primero a la disciplina que no puede estar ausente en el Colegio Nacional, y en lo que se me confiera a mí es un punto de orgullo”, señala.

Cuando afirma que la arquitectura no puede faltar en la academia refiere a que esta disciplina es más que la simple construcción de ciudades. Es una proyección de la historia, educación, cultura y cotidianidad de una sociedad. Es, lo que él llama la arquitectura viva al mostrar a través de sus muros, sus colores, sus mármoles o columnas quiénes somos.

“La arquitectura es la expresión de una sociedad, puedes entender cómo está conformada una ciudad a partir de su arquitectura, no es más que uno de los múltiples lenguajes para expresarse las personas, claro en sus diferentes escalas, pero mirar una edificación es verla como una expresión muy clara del comportamiento humano”, acota el Premio Medalla al Mérito en Artes 2018 otorgado por la Ciudad de México.

Lo complejo es, afirma, encontrar el equilibrio en la manifestación arquitectónica dentro de ciudades que compiten entre la tradición y la modernidad como ocurre en la CDMX que, en opinión de Leal, es la suma de muchas pequeñas ciudades. “Es enorme y tiene rincones fantásticos al tiempo que lugares precarios, es una ciudad de contrastes que la hace difícil, qué tiene que ver en su arquitectura Xochimilco con la colonia Narvarte”, apunta quien ha impartido clases en la UNAM por más de 40 años.

Su propuesta como proyectista de ciudades es encontrar el equilibrio entre la tradición y la modernidad. Él ha contribuido en esa búsqueda dual: desde sus obras de carácter urbano como la renovación del Paseo de la Reforma, el corredor peatonal de la calle Madero, la plaza y el Monumento a la Revolución, la recuperación de la Alameda Central hasta la realización de los auditorios para la Academia Mexicana de Ciencias y la Unidad Académica Cultural de la UNAM en Morelia, Michoacán.

“La arquitectura ha sido como ponerme unos anteojos que me han dado una gran enseñanza de la sociedad y su cultura; con esos lentes, a manera de metáfora, me ha permitido entender cómo las sociedades se comportan, conocer de arte y ciencia, y emocionarme con obras arquitectónicas y artísticas sublimes”, concluye.

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