XALAPA, Ver.- Al escritor irlandés Oscar Wilde se le atribuye la sentencia "el arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos". En Xalapa, el viernes 13 de diciembre, esta frase cobró fuerza en el último concierto que Lanfranco Marcelletti tuvo con la Orquesta Sinfónica de Xalapa como director titular. Y es que el programa anunciado, ¡Obrigado maestro!, no solo fue un recorrido musical por los países donde el director brasileño ha vivido, también fue el encuentro con un ser humano dispuesto a mostrar lo que carga a cuestas: un baúl lleno de alegrías y éxitos, crisis y desazones.
Lo que la mayoría haría en un acto más íntimo, Lanfranco lo hizo ante más de mil personas que llenaron la sala de conciertos Tlaqná.
Visiblemente conmovido, asumió el rol de director y narrador, de tal manera que antes de cada interpretación con la Sinfónica, compartió por qué había elegido la composición y al autor, y de qué manera se relacionaban con su vida personal.
TODOS A BORDO
Así, sin invitación previa, iniciamos un viaje que nos condujo a Recife, Brasil. Allí supimos que Lanfranco fue muy cercano a la música y a Beethoven desde que era niño, etapa que disfrutó con unos padres amorosos y trabajadores, dedicados a la panadería y a la cocina, quienes le enseñaron que uno de los mayores actos de conciliación es comer junto a quienes quieres y te quieren.
Su salida de Brasil con destino a Austria en búsqueda de conocimiento contó que fue un gran acierto, pero también fue el encuentro con la incertidumbre, con el descubrimiento de la fragilidad humana, con la depresión y con el consecuente y único alejamiento que ha tenido de la música, un distanciamiento de año y medio que le hizo volver con más entusiasmo, pero ya no como pianista, que era a lo que se dedicaba, sino a la dirección orquestal.
Con lágrimas y la voz entrecortada, Lanfranco recordó a su madre recién fallecida, de quien halló en estos días una sentida carta no enviada…
Porque aun en los momentos más difíciles, las buenas madres no hacen que desistas de tus sueños
El recorrido continuó. Los de mayor imaginación lo vimos comer pasta en Italia con la receta compartida de la abuela; también, caminar las calles de España con la frase de su padre en mente: "no importa que seas pobre pero sé feliz haciendo lo que te gusta, porque también habrá momentos difíciles y solo el amor que le tienes a lo que haces, te salvará para no claudicar".
Llegamos a Estados Unidos, donde Lanfranco sonrió ante la idea de que por más muros que intenten construir, en Estados Unidos, irónicamente, hay miles que descubren y aprenden allí el español.
DESTINO FINAL, MÉXICO…
Invitado al Festival Junio Musical 2006, un Lanfranco de cabello largo se enamoró de Xalapa desde su primera visita. Él, aunque sin plena conciencia de que lo expresado era un decreto, dijo "yo aquí quiero vivir". Y sí, después de ser convocado por Carlos Miguel Prieto y Fernando Lozano para dirigir como huésped a la Orquesta Sinfónica de Xalapa, asumió la titularidad en diciembre de 2011. Durante ocho años, dirigió 171 conciertos, programó 504 recitales, generó vínculos de amistad con muchas personas y comprendió y asimiló la complejidad que conlleva trabajar con seres humanos y no con las teclas de un piano. Allí, considera, encontró quizá la más grande de las enseñanzas: "disipar las diferencias, porque aunque no sea monedita de oro, todos amamos a la música".
Lanfranco se despidió de la OSX, pero no de Xalapa ni de su gente. Acá ya tiene su casa.
La breve semblanza fue escrita con pluma y papel imaginarios, pero la música fue hecha por un conjunto de profesionales que interpretaron la Obertura El guaraní de Carlos Gómez; Nani para coro y orquesta de Johannes Brahms; Sabat Mater para coro y orquesta de Giuseppe Verdi; Danza Española no. 1 de La vida breve de Manuel de Falla, y la Noche de los mayas de Silvestre Revueltas. Hubo actuación especial del Coro de la Universidad Veracruzana.
GRATITUD
La emotiva velada se podría describir con la palabra gratitud en variadas formas. Y es que así como Marcelletti dio un mensaje a los músicos y les obsequió rosas blancas, también agradeció al público su apoyo y asistencia. Los más afortunados disfrutaron el sabor de los chocolates que, cual niño pequeño, Lanfranco sacaba por puñados de una gran canasta para lanzarlos a los espectadores, quienes además fueron testigos de la entrega de obsequios, como un gran sombrero, flores y reconocimientos que el maestro recibió por su desempeño y aporte a la música, por ser una de esas personas que a su paso por distintos lugares no solo se hacen notar por su simpatía sino que "transforman las cosas y dejan huella".
RECONOCIMIENTOS
Los reconocimientos los entregaron: Sara Ladrón de Guevara, rectora de la Universidad Veracruzana; Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz; un representante de Hipólito Rodríguez, alcalde de Xalapa, y la comunidad de la Universidad de Xalapa.
De nacionalidad brasileña pero corazón mexicano, Lanfranco cerró el concierto con una composición de su país, seguida del Huapango de Moncayo; vinieron los aplausos, los abrazos y lágrimas de algunos miembros de su equipo de trabajo, así como más flores de sus amigos y de un público generoso que salió de la sala Tlaqná pasadas las once de la noche para constatar que el enamoramiento de Lanfranco por la capital del estado tiene gran sustento. La de ese viernes era noche de luna en Xalapa.