/ lunes 18 de febrero de 2019

In Vivo/ Sí a la inclusión de niñas y mujeres en la ciencia

La inclusión de mujeres promueve la excelencia científica y aumenta la calidad de los resultados en ciencia y tecnología

“Si bien se han producido avances a nivel mundial con relación a la igualdad entre los géneros a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU (incluida la igualdad de acceso entre niñas y niños a la enseñanza primaria), las mujeres y las niñas siguen sufriendo discriminación y violencia en todos los lugares del mundo.

La igualdad entre los géneros no es sólo un derecho humano fundamental, sino la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible. Si se facilita a las mujeres y niñas igualdad en el acceso a la educación, atención médica, un trabajo decente y representación en los procesos de toma de decisiones políticas y económicas, se impulsarán las economías sostenibles y se beneficiará a las sociedades y a la humanidad en su conjunto” (ONU-ODS).

Foto: Cortesía

En los últimos 15 años, la comunidad internacional ha hecho un gran esfuerzo promoviendo la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia. Desafortunadamente, siguen enfrentándose a barreras que les impiden participar plenamente en esta disciplina.

La contribución de las mujeres en la ciencia está actualmente bajo lo que se denomina “efecto pirámide”, ya que a medida que se avanza en la carrera profesional dentro del mundo científico o tecnológico, disminuye el número de mujeres, y esto no es exclusivo de la ciencia puesto que según se asciende hacia los puestos jerárquicos, las mujeres van desapareciendo en las estructuras. De acuerdo con un estudio realizado en 14 países, al 2015 la probabilidad de que las estudiantes terminarán una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia era del 18%, 8% y 2%, respectivamente; mientras que la probabilidad para los estudiantes masculinos correspondió al 37%, 18% y 6%.

Las niñas y las mujeres son actores clave en la creación de soluciones para mejorar vidas y generar un crecimiento verde inclusivo que beneficie a todos. Son la mayor población no aprovechada para convertirse en las próximas generaciones de profesionales de STEM (del inglés ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Debemos invertir en su talento.

Las mujeres ya han demostrado sus habilidades en los campos de STEM, habiendo contribuido, por ejemplo, a los avances en la prevención del cólera y el cáncer, en ampliar la comprensión del desarrollo del cerebro y las células madre, entre muchos otros descubrimientos. Para maximizar el papel catalítico de la ciencia y la tecnología es necesario fomentar y hacer uso de todos los talentos potenciales disponibles y dirigirlos a la excelencia, dejar de lado en este proceso a las mujeres representa una pérdida para todos (UNESCO 2017).

La investigación sobre factores biológicos, incluida la estructura y el desarrollo del cerebro, la genética, la neurociencia y las hormonas, muestra que la brecha de género en STEM, no es el resultado de las diferencias de sexo en estos factores o en la capacidad innata.

Por tanto, las diferencias están vinculadas al entorno y los procesos sociales y educativos que dan forma a su identidad, creencias, comportamiento y elecciones, principalmente en la familia y la escuela.

Con falsos argumentos y estereotipos, sumados a la falta de capacitación y estrategias apropiadas en la enseñanza de las materias en ciencias, se construye un “techo de cristal” que impide a las mujeres jóvenes elegir carreras STEM y en última instancia escalar a posiciones líderes, no solo en la ciencia y tecnología, sino en general.

Aun cuando en la última década en México tenemos cifras alentadoras en el incremento tanto de mujeres estudiando carreras científicas, como de investigadoras, de acuerdo con la información que aportan los organismos e instancias mexicanas dedicadas a gestionar la investigación científica y tecnológica, aún tenemos una población de investigadoras por debajo de lo que cabría esperar, si consideramos el número de personas de sexo femenino que existen en el país (52% de la población) y la proporción de ellas que se dedican a tareas de investigación (0.007%).

Por ello, con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, se deben promover las acciones encaminadas a poner fin a los prejuicios sobre las niñas y mujeres como responsables de las labores domésticas y los cuidados familiares y ofrecer actividades que amplíen y mejoraren sus perspectivas de carrera, así como su desarrollo profesional a largo plazo.

De igual manera, empoderar su visión como promotoras del conocimiento e impulsoras de la innovación tecnológica del país. Desde la perspectiva de los derechos humanos, todas las personas son iguales y deben tener las mismas oportunidades, incluso para estudiar y trabajar en el campo de su elección.

Desde una perspectiva científica, la inclusión de mujeres promueve la excelencia científica y aumenta la calidad de los resultados en ciencia y tecnología, ya que la diversidad de perspectivas suma creatividad, reducen sesgos potenciales y promueven conocimientos y soluciones más sólidos.

“Si bien se han producido avances a nivel mundial con relación a la igualdad entre los géneros a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU (incluida la igualdad de acceso entre niñas y niños a la enseñanza primaria), las mujeres y las niñas siguen sufriendo discriminación y violencia en todos los lugares del mundo.

La igualdad entre los géneros no es sólo un derecho humano fundamental, sino la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible. Si se facilita a las mujeres y niñas igualdad en el acceso a la educación, atención médica, un trabajo decente y representación en los procesos de toma de decisiones políticas y económicas, se impulsarán las economías sostenibles y se beneficiará a las sociedades y a la humanidad en su conjunto” (ONU-ODS).

Foto: Cortesía

En los últimos 15 años, la comunidad internacional ha hecho un gran esfuerzo promoviendo la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia. Desafortunadamente, siguen enfrentándose a barreras que les impiden participar plenamente en esta disciplina.

La contribución de las mujeres en la ciencia está actualmente bajo lo que se denomina “efecto pirámide”, ya que a medida que se avanza en la carrera profesional dentro del mundo científico o tecnológico, disminuye el número de mujeres, y esto no es exclusivo de la ciencia puesto que según se asciende hacia los puestos jerárquicos, las mujeres van desapareciendo en las estructuras. De acuerdo con un estudio realizado en 14 países, al 2015 la probabilidad de que las estudiantes terminarán una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia era del 18%, 8% y 2%, respectivamente; mientras que la probabilidad para los estudiantes masculinos correspondió al 37%, 18% y 6%.

Las niñas y las mujeres son actores clave en la creación de soluciones para mejorar vidas y generar un crecimiento verde inclusivo que beneficie a todos. Son la mayor población no aprovechada para convertirse en las próximas generaciones de profesionales de STEM (del inglés ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Debemos invertir en su talento.

Las mujeres ya han demostrado sus habilidades en los campos de STEM, habiendo contribuido, por ejemplo, a los avances en la prevención del cólera y el cáncer, en ampliar la comprensión del desarrollo del cerebro y las células madre, entre muchos otros descubrimientos. Para maximizar el papel catalítico de la ciencia y la tecnología es necesario fomentar y hacer uso de todos los talentos potenciales disponibles y dirigirlos a la excelencia, dejar de lado en este proceso a las mujeres representa una pérdida para todos (UNESCO 2017).

La investigación sobre factores biológicos, incluida la estructura y el desarrollo del cerebro, la genética, la neurociencia y las hormonas, muestra que la brecha de género en STEM, no es el resultado de las diferencias de sexo en estos factores o en la capacidad innata.

Por tanto, las diferencias están vinculadas al entorno y los procesos sociales y educativos que dan forma a su identidad, creencias, comportamiento y elecciones, principalmente en la familia y la escuela.

Con falsos argumentos y estereotipos, sumados a la falta de capacitación y estrategias apropiadas en la enseñanza de las materias en ciencias, se construye un “techo de cristal” que impide a las mujeres jóvenes elegir carreras STEM y en última instancia escalar a posiciones líderes, no solo en la ciencia y tecnología, sino en general.

Aun cuando en la última década en México tenemos cifras alentadoras en el incremento tanto de mujeres estudiando carreras científicas, como de investigadoras, de acuerdo con la información que aportan los organismos e instancias mexicanas dedicadas a gestionar la investigación científica y tecnológica, aún tenemos una población de investigadoras por debajo de lo que cabría esperar, si consideramos el número de personas de sexo femenino que existen en el país (52% de la población) y la proporción de ellas que se dedican a tareas de investigación (0.007%).

Por ello, con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, se deben promover las acciones encaminadas a poner fin a los prejuicios sobre las niñas y mujeres como responsables de las labores domésticas y los cuidados familiares y ofrecer actividades que amplíen y mejoraren sus perspectivas de carrera, así como su desarrollo profesional a largo plazo.

De igual manera, empoderar su visión como promotoras del conocimiento e impulsoras de la innovación tecnológica del país. Desde la perspectiva de los derechos humanos, todas las personas son iguales y deben tener las mismas oportunidades, incluso para estudiar y trabajar en el campo de su elección.

Desde una perspectiva científica, la inclusión de mujeres promueve la excelencia científica y aumenta la calidad de los resultados en ciencia y tecnología, ya que la diversidad de perspectivas suma creatividad, reducen sesgos potenciales y promueven conocimientos y soluciones más sólidos.

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