Isabel Villanueva, joven ejecutante de viola, se presentará el viernes 8 de noviembre como solista de la Orquesta Filarmónica de Boca del Río, en concierto bajo la dirección de Jorge Mester. El debut en Veracruz de esta virtuosa española se anuncia a las 20 horas en el Foro Boca, con charla de apreciación previa desde las 19 horas y bajo la responsabilidad del autor de esta redacción.
El programa se integra por la Sinfonía número 5 en Do mayor de Luigi Boccherini, la Sonata para la Gran Viola de Niccolò Paganini y la sinfonía Haroldo en Italia de Héctor Berlioz.
VIRTUOSA DE PAMPLONA
La viola no es un violín grandote ni un violonchelo a medio crecer. Es la voz intermedia en la cuerda y con un timbre colmado de expresividad. Villanueva es, a sus 31 años de edad, una de las violistas más importantes de la nueva generación y, al lado de la japonesa Nobuko Imai, la personalidad femenina más importante en la ejecución de este instrumento. Ha actuado como solista con orquestas en Europa, Rusia, Medio Oriente y China. Pionera en la presentación de conciertos en numerosos lugares donde éste instrumento jamás se había programado como solista, en 2013 se convirtió en la primera extranjera en presentar recitales en Irán.
En 2015 fue designada “Embajadora del talento español en el Mundo” y recibió el Premio “El Ojo Crítico” de Música Clásica por la Corporación Nacional de Radiodifusión Española (RNE). Apenas en este año le fue entregado el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid, nunca antes otorgado a un ejecutante de viola.
Posee una viola hecha en Turín, en 1670, por el luthier Enrico Catenar; un instrumento de importancia histórica del que ella misma guarda plena conciencia acerca de su vitalidad latente. Ha repetido en diversas ocasiones que cada molécula, cada veta de esta madera, está viva y por lo mismo es susceptible de sufrir ante los cambios de temperatura y humedad. “La cuido como si fuera parte de mí misma. Es mi vida”, comentó.
PAGANINI, BERLIOZ...
Las obras de Paganini y Berlioz, en que la viola será protagonista, guardan una curiosa relación entre sí. El virtuoso genovés profesaba una intensa admiración hacia el amable y oscuro timbre grave de la viola, sabemos que poseía dos de magnífica factura (Amati y Guarneri) y había adquirido otra manufacturada por el legendario Antonio Stradivari, comprada a un laudero londinense de apellido Corsby.
Paganini y Héctor Berlioz se conocieron en París en 1833, cuando el primero asistió a un concierto en que se interpretó la Sinfonía fantástica, opus 14. Gratamente impresionado, solicitó al creador francés un Concierto para ejecutarlo con la viola Stradivari recién adquirida. Pero un músico tan iconoclasta como Berlioz, acostumbrado a escribir a su manera, entregó una partitura distanciada de la sugerencia original.
Notoriamente disgustado, Paganini desechó la entrega y decidió escribir él mismo su Sonata para la Gran Viola, que estrenó en Londres en 1834. Aquí sí la estructura apunta hacia el virtuosismo, con tres secciones que se interpretan sin interrupción. Por lo que respecta a Haroldo en Italia, es observada actualmente como una de las grandes creaciones de la música francesa, con la exigencia de una viola solista que aunque no cuenta con participación en toda la Sinfonía, desempeña un rol esencial.
En México, Haroldo en Italia fue interpretada por vez primera en 1977, con la Orquesta Filarmónica de la UNAM, Jorge Velazco en la dirección y Donald McInnes en la viola solista.
La sugerencia es asistir en familia a esta audición altamente recomendable.
