/ domingo 18 de febrero de 2018

Boris Pasternak y Doctor Zhivago. El dolor y el amor por la tierra

 

El telegrama fue escrito en ruso. El remitente, la Academia Sueca del Premio Nobel. La fecha, el jueves 23 de octubre de 1958 desde Estocolmo, y decía:

“Escritor Boris Pasternak. Peredelkino, Unión Soviética. La Academia Sueca resolvió hoy otorgar a Usted el Premio Nobel de Literatura 1958, así como invitar a Usted y a su esposa a concurrir al Festival Nobel que se efectuará en Estocolmo el 10 de diciembre. Va carta. Mucho apreciaríamos recibir respuesta por el telegrama. (Firma) Anders Oesterling, Secretario General de la Academia”.

Para cualquier otro país el reconocimiento más relevante del mundo a méritos de excelencia, en este caso literarios, hubiera sido motivo de orgullo y alegría. No fue así para la Unión Soviética ese año, y peor aún para la mayoría de los escritores de aquel país que vivían los impulsos de Iósif Stalin y Nikita Khrushchev.

El telegrama le fue entregado por la autoridad soviética a Pasternak un día después, el viernes 24 de octubre, y su primer impulso fue dar respuesta a la Academia Sueca en seis palabras:

“Inmensamente agradecido, afectado, orgulloso, deslumbrado, confundido”… Pero días después tuvo que retractarse: “Considerando el significado que este premio ha tomado en la sociedad a la que pertenezco, debo rechazar este premio inmerecido que se me ha concedido. Por favor no tomen esto a mal”. Lo habían amenazado con la expulsión del país.

Cinco días después del anuncio mundial, el Sindicato de Escritores de la Unión Soviética decidió expulsar a Pasternak, acusándolo de “haberse prestado voluntariamente como arma de la propaganda burguesa contra la Unión Soviética, y denuncia la decadencia moral y la pobreza de pensamiento del escritor”. Y afirmaban que el Premio Nobel era el pago por esa traición.

Pocos escritores del siglo XX sufrieron tal grado de persecución y acoso como Boris Pasternak, el poeta de lo natural y escritor de intimidades y reflexiones sociales. Amaba a su país y no quiso salir de él a pesar del escarnio, y guardó silencio. Su amante más querida, Olga Ivinskaya, “Lara” en la obra, fue encarcelada por años en dos ocasiones y remitida a trabajos forzados por su relación con el escritor.

Su obra poética fue prohibida en la Unión Soviética y su novela mayor, Doctor Zhivago no fue publicada en la URSS en ese primer momento y, por lo mismo, ésta habría de correr aventuras de intriga internacional en las que estuvo involucrada la CIA estadounidense.

Poeta y escritor

Boris Leonídovich Pasternak nació en Moscú el 10 de febrero de 1890. Era un ruso con orígenes judío-ucraniano. Su padre, Leonid, fue un pintor post impresionista que había ilustrado la obra de Leon Tolstoi, Mijail Lérmontov y otros escritores rusos; su madre, Rosalie, era pianista y maestra de música. Tuvo un hermano, Alexei y dos hermanas, Lydia y Josefina.

No vivió penurias infantiles ni juveniles. A su casa llegaban importantes artistas rusos de la época y aun extranjeros: Serguei Rajmáninov, Leon Tolstoi o Rainer Maria Rilke, era natural, pues, que se dedicara a las artes. Quiso ser músico en su primera etapa, pero no encontró ahí el camino y decidió por la poesía.

 

No te adormezcas, no duermas, trabaja,

No hagas un alto en tu tarea,

No duermas, lucha contra el sueño,

Lo mismo que el piloto, o que la estrella.

No duermas, artista, no duermas,

No te entregues al sueño.

Que de lo eterno tú eres el rehén

En la prisión del tiempo.

 

Todo indicaba que su futuro como escritor era promisorio. De hecho como poeta a los 24 años publicó su primer libro: El gemelo entre las nubes, y en 1922 Mi hermana, la vida. El optimismo, la intensidad y la naturalidad de su poesía le ganaron adeptos muy pronto. Por entonces escribió: “Aunque el artista es mortal como el resto de sus congéneres, la alegría de vivir que ha conocido es imperecedera, un siglo después, a través de su obra podrán experimentarla”.

Pero ese optimismo tenía también reticencias. Vivió la Revolución Rusa de 1917 y la instalación del Soviet en su país. Sus expectativas poco a poco fueron decayendo y aunque no lo expresaba de forma abierta rechazaba hacerse eco de las persecuciones que por entonces comenzaron a hacer estragos entre los escritores disidentes.

En tan sólo dos décadas había visto la ejecución de un cuarto de millón de personas de minorías étnicas y unos mil 500 escritores murieron encarcelados por escribir sátiras o mencionar el tema político o religioso.

Así que sus primeros problemas comenzaron cuando se negó a firmar manifiestos en contra de escritores disidentes, como cuando el periódico Pravda publicó un desplegado que pedía la ejecución de Osip Mandelstam en 1936 y otros 15 opositores a Stalin a los que se debía “eliminar de la faz de la tierra”. Contra su voluntad incluyeron su nombre. El escribió a Stalin: “No puedo juzgar sobre la vida y la muerte de otros” y fue él el único que tiempo después visitó a la viuda de Mandelstam, quien había muerto de hambre en un campo de concentración.

Los escritores soviéticos, adictos al régimen, le criticaron e, incluso, pidieron su castigo. Stalin lo menospreció y dijo que no, que no por ahora: “déjenlo, ese vive en las nubes”.

En 1946 se le marginó cuando se negó a asistir a una reunión que condenaría a la escritora Anna Ajmatova. Pravda publicó: “Pasternak es un autor falto de ideología y distante de la realidad soviética.”

Así que ya estaba sembrada la semilla de la intriga y el repudio gremial y cualquier cosa que hiciera estaría bajo la lupa de sus críticos y de sus opositores. Como fue.

Intriga y espionaje

Boris Pasternak comenzó a pergeñar Doctor Zhivago a principios de los cincuenta del siglo pasado. Sería una obra en la que recogería sus experiencias en la Revolución Rusa y la Primera Guerra Mundial; es la historia de amor entre el doctor Yuri Zhivago y Larisa Fiódorovna Guichard, Lara. Pero sobre todo es un libro de la desilusión. No es un libro crítico al régimen soviético, pero sí un libro que recoge sus expectativas y la no conclusión de las promesas políticas como solución de vida. Sí alega sobre el respeto a la individualidad y la vida privada, como también el derecho a la libertad.  

Para 1955 tenía preparado el borrador de Doctor Zhivago, la gran novela rusa del siglo XX, que termino siendo, también, un fresco de la vida bajo el régimen soviético, una novela coral en la que se encuentran las aspiraciones y la intensidad del espíritu ruso inamovible. “Zhivago” quiere decir “vida”. Y por ella propugnaba el autor.

Alguien murmuró al oído de Nikita Khrushchev que el libro era una fuerte crítica al Soviet. Que era un peligro y que no debía publicarse. Para 1956 el libro ya está listo pero sin posibilidad de salir a la luz. Casas editoriales y periódicos soviéticos se negaron a imprimir la obra. Y ahí comienza el recorrido y los avatares.

“El 25 de diciembre de 1957, un espía británico envió a la sede de la CIA dos rollos microfilmados del texto en ruso de Doctor Zhivago –escribe María Ramírez--; la nota que acompañaba el paquete alertaba del peligro de mandar por correo a Rusia copias del libro de Boris Pasternak ya que serían interceptadas por el censor y, aconsejaba, según la sugerencia de la fuente del original en ruso, editar la novela y dársela a viajeros que visiten la zona del Telón de Acero”.

Por su parte, en 1956 Boris Pasternak estaba convencido de que su novela no se publicaría en su país. De pronto recibió la visita de un conocido italiano que se llamaba Sergio D’Angelo, quien por entonces trabajaba para la radio oficial en Moscú al tiempo que pertenecía al Partido Comunista Italiano. D’Angelo le propuso sacar el manuscrito de Rusia y llevarlo a Italia, para que el editor comunista Giangiacomo Feltrinelli la publicara ahí. Y lo sacó en secreto.

La primera edición de Doctor Zhivago salió a la venta el 23 de noviembre de 1957 en Italia, y en italiano. El gobierno soviético vio con furia que así hubiera ocurrido y endureció el acoso a Pasternak y, sobre todo, a Olga Ivinskaya, quien era menos visible, pero ya conocida como Lara.

Pasternak vivió el acoso y la detención de toda su obra, pero dada su relevancia mundial no fue sometido a torturas, como sí ocurrió con ella que fue condenada a cinco años de trabajos forzados en un campo de concentración porque se negó a firmar un manifiesto en el que se afirmaba que Doctor Zhivago era un alegato antisoviético.

La CIA que estaba atenta a lo que ocurría en la URSS percibió el acoso que sufría el escritor y decidió publicar la novela en ruso. Tenía una sección editorial para obras que fortalecían sus intereses. Era el caso. Con esta obra suponía que se desprestigiaría al sistema soviético, y enemigo comunista de Estados Unidos en plena Guerra Fría. Hizo la publicación a través de sus agentes en Holanda. La idea era distribuir la obra entre rusos que acudirían a un evento internacional en El Vaticano, y en La capilla del Silencio montaron un stand con la obra.

Pasternak deploró que la CIA hubiera intervenido en la edición de su novela para usarla en contra del gobierno soviético. Para él era una obra que relataba las experiencias de un hombre en tiempos revueltos. En 2014 un periodista de The Washinton Post consiguió que se desclasificaran papeles sobre la publicación de Doctor Zhivago en donde documentaban esta participación.

Aproximadamente unos 3 mil rusos visitaron el pabellón y al menos 500 recibieron la obra prohibida. Integrantes de la Filarmónica de Moscú vieron la obra y la desgajaban para llevarla en secreto, metida entre sus instrumentos musicales. La CIA hizo una segunda edición de 9 mil ejemplares en formato pequeño, para poder trasladarla mejor. 

En 1958 Boris Pasternak recibió el premio Nobel por su obra total. Pero, como hemos visto, a la felicidad siguió el mismo desencanto que dibuja en Doctor Zhivago. El gobierno soviético lo amenazó con la expulsión; los escritores soviéticos pedían su expulsión del país. Él decidió seguir en su patria. En silencio. Calló. Así hasta su muerte en 1960.

A finales de 1960 Nikita Khrushchev leyó la obra. Y encontró que no había una amenaza al sistema soviético, ni se exponía a escarnio al país: “Se equivocaron, no es una novela antisoviética”. Tarde. Pasternak murió 18 meses después de ser premiado con el Nobel. De tristeza.

En su tumba no aparece ni su fotografía ni la razón de su muerte, como se acostumbra en el panteón de Peredelkino. “Es que no hay fotografía para quien muere de tristeza” diría Gabriel García Márquez frente a su tumba.

La obra se publicó por primera vez en ruso en la Unión Soviética en 1987 cuando Gorbachov liberó a más de cien disidentes rusos que habían sido apresados por sus ideas políticas o literarias.    

Boris Pasternak se había casado dos veces, pero su gran amor fue su amante Olga Ivinskaya; el de toda la vida. También ella lo amó y por él fue sometida a tortura en dos ocasiones, en una de ellas perdió al hijo que tendrían. El sin poder vivir con ella le mando una gran carta de amor: Doctor Zhivago.

 

El telegrama fue escrito en ruso. El remitente, la Academia Sueca del Premio Nobel. La fecha, el jueves 23 de octubre de 1958 desde Estocolmo, y decía:

“Escritor Boris Pasternak. Peredelkino, Unión Soviética. La Academia Sueca resolvió hoy otorgar a Usted el Premio Nobel de Literatura 1958, así como invitar a Usted y a su esposa a concurrir al Festival Nobel que se efectuará en Estocolmo el 10 de diciembre. Va carta. Mucho apreciaríamos recibir respuesta por el telegrama. (Firma) Anders Oesterling, Secretario General de la Academia”.

Para cualquier otro país el reconocimiento más relevante del mundo a méritos de excelencia, en este caso literarios, hubiera sido motivo de orgullo y alegría. No fue así para la Unión Soviética ese año, y peor aún para la mayoría de los escritores de aquel país que vivían los impulsos de Iósif Stalin y Nikita Khrushchev.

El telegrama le fue entregado por la autoridad soviética a Pasternak un día después, el viernes 24 de octubre, y su primer impulso fue dar respuesta a la Academia Sueca en seis palabras:

“Inmensamente agradecido, afectado, orgulloso, deslumbrado, confundido”… Pero días después tuvo que retractarse: “Considerando el significado que este premio ha tomado en la sociedad a la que pertenezco, debo rechazar este premio inmerecido que se me ha concedido. Por favor no tomen esto a mal”. Lo habían amenazado con la expulsión del país.

Cinco días después del anuncio mundial, el Sindicato de Escritores de la Unión Soviética decidió expulsar a Pasternak, acusándolo de “haberse prestado voluntariamente como arma de la propaganda burguesa contra la Unión Soviética, y denuncia la decadencia moral y la pobreza de pensamiento del escritor”. Y afirmaban que el Premio Nobel era el pago por esa traición.

Pocos escritores del siglo XX sufrieron tal grado de persecución y acoso como Boris Pasternak, el poeta de lo natural y escritor de intimidades y reflexiones sociales. Amaba a su país y no quiso salir de él a pesar del escarnio, y guardó silencio. Su amante más querida, Olga Ivinskaya, “Lara” en la obra, fue encarcelada por años en dos ocasiones y remitida a trabajos forzados por su relación con el escritor.

Su obra poética fue prohibida en la Unión Soviética y su novela mayor, Doctor Zhivago no fue publicada en la URSS en ese primer momento y, por lo mismo, ésta habría de correr aventuras de intriga internacional en las que estuvo involucrada la CIA estadounidense.

Poeta y escritor

Boris Leonídovich Pasternak nació en Moscú el 10 de febrero de 1890. Era un ruso con orígenes judío-ucraniano. Su padre, Leonid, fue un pintor post impresionista que había ilustrado la obra de Leon Tolstoi, Mijail Lérmontov y otros escritores rusos; su madre, Rosalie, era pianista y maestra de música. Tuvo un hermano, Alexei y dos hermanas, Lydia y Josefina.

No vivió penurias infantiles ni juveniles. A su casa llegaban importantes artistas rusos de la época y aun extranjeros: Serguei Rajmáninov, Leon Tolstoi o Rainer Maria Rilke, era natural, pues, que se dedicara a las artes. Quiso ser músico en su primera etapa, pero no encontró ahí el camino y decidió por la poesía.

 

No te adormezcas, no duermas, trabaja,

No hagas un alto en tu tarea,

No duermas, lucha contra el sueño,

Lo mismo que el piloto, o que la estrella.

No duermas, artista, no duermas,

No te entregues al sueño.

Que de lo eterno tú eres el rehén

En la prisión del tiempo.

 

Todo indicaba que su futuro como escritor era promisorio. De hecho como poeta a los 24 años publicó su primer libro: El gemelo entre las nubes, y en 1922 Mi hermana, la vida. El optimismo, la intensidad y la naturalidad de su poesía le ganaron adeptos muy pronto. Por entonces escribió: “Aunque el artista es mortal como el resto de sus congéneres, la alegría de vivir que ha conocido es imperecedera, un siglo después, a través de su obra podrán experimentarla”.

Pero ese optimismo tenía también reticencias. Vivió la Revolución Rusa de 1917 y la instalación del Soviet en su país. Sus expectativas poco a poco fueron decayendo y aunque no lo expresaba de forma abierta rechazaba hacerse eco de las persecuciones que por entonces comenzaron a hacer estragos entre los escritores disidentes.

En tan sólo dos décadas había visto la ejecución de un cuarto de millón de personas de minorías étnicas y unos mil 500 escritores murieron encarcelados por escribir sátiras o mencionar el tema político o religioso.

Así que sus primeros problemas comenzaron cuando se negó a firmar manifiestos en contra de escritores disidentes, como cuando el periódico Pravda publicó un desplegado que pedía la ejecución de Osip Mandelstam en 1936 y otros 15 opositores a Stalin a los que se debía “eliminar de la faz de la tierra”. Contra su voluntad incluyeron su nombre. El escribió a Stalin: “No puedo juzgar sobre la vida y la muerte de otros” y fue él el único que tiempo después visitó a la viuda de Mandelstam, quien había muerto de hambre en un campo de concentración.

Los escritores soviéticos, adictos al régimen, le criticaron e, incluso, pidieron su castigo. Stalin lo menospreció y dijo que no, que no por ahora: “déjenlo, ese vive en las nubes”.

En 1946 se le marginó cuando se negó a asistir a una reunión que condenaría a la escritora Anna Ajmatova. Pravda publicó: “Pasternak es un autor falto de ideología y distante de la realidad soviética.”

Así que ya estaba sembrada la semilla de la intriga y el repudio gremial y cualquier cosa que hiciera estaría bajo la lupa de sus críticos y de sus opositores. Como fue.

Intriga y espionaje

Boris Pasternak comenzó a pergeñar Doctor Zhivago a principios de los cincuenta del siglo pasado. Sería una obra en la que recogería sus experiencias en la Revolución Rusa y la Primera Guerra Mundial; es la historia de amor entre el doctor Yuri Zhivago y Larisa Fiódorovna Guichard, Lara. Pero sobre todo es un libro de la desilusión. No es un libro crítico al régimen soviético, pero sí un libro que recoge sus expectativas y la no conclusión de las promesas políticas como solución de vida. Sí alega sobre el respeto a la individualidad y la vida privada, como también el derecho a la libertad.  

Para 1955 tenía preparado el borrador de Doctor Zhivago, la gran novela rusa del siglo XX, que termino siendo, también, un fresco de la vida bajo el régimen soviético, una novela coral en la que se encuentran las aspiraciones y la intensidad del espíritu ruso inamovible. “Zhivago” quiere decir “vida”. Y por ella propugnaba el autor.

Alguien murmuró al oído de Nikita Khrushchev que el libro era una fuerte crítica al Soviet. Que era un peligro y que no debía publicarse. Para 1956 el libro ya está listo pero sin posibilidad de salir a la luz. Casas editoriales y periódicos soviéticos se negaron a imprimir la obra. Y ahí comienza el recorrido y los avatares.

“El 25 de diciembre de 1957, un espía británico envió a la sede de la CIA dos rollos microfilmados del texto en ruso de Doctor Zhivago –escribe María Ramírez--; la nota que acompañaba el paquete alertaba del peligro de mandar por correo a Rusia copias del libro de Boris Pasternak ya que serían interceptadas por el censor y, aconsejaba, según la sugerencia de la fuente del original en ruso, editar la novela y dársela a viajeros que visiten la zona del Telón de Acero”.

Por su parte, en 1956 Boris Pasternak estaba convencido de que su novela no se publicaría en su país. De pronto recibió la visita de un conocido italiano que se llamaba Sergio D’Angelo, quien por entonces trabajaba para la radio oficial en Moscú al tiempo que pertenecía al Partido Comunista Italiano. D’Angelo le propuso sacar el manuscrito de Rusia y llevarlo a Italia, para que el editor comunista Giangiacomo Feltrinelli la publicara ahí. Y lo sacó en secreto.

La primera edición de Doctor Zhivago salió a la venta el 23 de noviembre de 1957 en Italia, y en italiano. El gobierno soviético vio con furia que así hubiera ocurrido y endureció el acoso a Pasternak y, sobre todo, a Olga Ivinskaya, quien era menos visible, pero ya conocida como Lara.

Pasternak vivió el acoso y la detención de toda su obra, pero dada su relevancia mundial no fue sometido a torturas, como sí ocurrió con ella que fue condenada a cinco años de trabajos forzados en un campo de concentración porque se negó a firmar un manifiesto en el que se afirmaba que Doctor Zhivago era un alegato antisoviético.

La CIA que estaba atenta a lo que ocurría en la URSS percibió el acoso que sufría el escritor y decidió publicar la novela en ruso. Tenía una sección editorial para obras que fortalecían sus intereses. Era el caso. Con esta obra suponía que se desprestigiaría al sistema soviético, y enemigo comunista de Estados Unidos en plena Guerra Fría. Hizo la publicación a través de sus agentes en Holanda. La idea era distribuir la obra entre rusos que acudirían a un evento internacional en El Vaticano, y en La capilla del Silencio montaron un stand con la obra.

Pasternak deploró que la CIA hubiera intervenido en la edición de su novela para usarla en contra del gobierno soviético. Para él era una obra que relataba las experiencias de un hombre en tiempos revueltos. En 2014 un periodista de The Washinton Post consiguió que se desclasificaran papeles sobre la publicación de Doctor Zhivago en donde documentaban esta participación.

Aproximadamente unos 3 mil rusos visitaron el pabellón y al menos 500 recibieron la obra prohibida. Integrantes de la Filarmónica de Moscú vieron la obra y la desgajaban para llevarla en secreto, metida entre sus instrumentos musicales. La CIA hizo una segunda edición de 9 mil ejemplares en formato pequeño, para poder trasladarla mejor. 

En 1958 Boris Pasternak recibió el premio Nobel por su obra total. Pero, como hemos visto, a la felicidad siguió el mismo desencanto que dibuja en Doctor Zhivago. El gobierno soviético lo amenazó con la expulsión; los escritores soviéticos pedían su expulsión del país. Él decidió seguir en su patria. En silencio. Calló. Así hasta su muerte en 1960.

A finales de 1960 Nikita Khrushchev leyó la obra. Y encontró que no había una amenaza al sistema soviético, ni se exponía a escarnio al país: “Se equivocaron, no es una novela antisoviética”. Tarde. Pasternak murió 18 meses después de ser premiado con el Nobel. De tristeza.

En su tumba no aparece ni su fotografía ni la razón de su muerte, como se acostumbra en el panteón de Peredelkino. “Es que no hay fotografía para quien muere de tristeza” diría Gabriel García Márquez frente a su tumba.

La obra se publicó por primera vez en ruso en la Unión Soviética en 1987 cuando Gorbachov liberó a más de cien disidentes rusos que habían sido apresados por sus ideas políticas o literarias.    

Boris Pasternak se había casado dos veces, pero su gran amor fue su amante Olga Ivinskaya; el de toda la vida. También ella lo amó y por él fue sometida a tortura en dos ocasiones, en una de ellas perdió al hijo que tendrían. El sin poder vivir con ella le mando una gran carta de amor: Doctor Zhivago.

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