/ martes 8 de marzo de 2022

Pionera en la libertad de expresión y el desnudo teatral: Luz María Ordiales

Su amplia trayectoria profesional cumplió 72 años y sigue vigente

En el arte, la libertad de expresión de las mujeres lleva unos pasos adelante, expresa la actriz Luz María Ordiales Fierro, quien a sus 90 años de edad se mantiene vigente. Ella es una de las primeras mexicanas en hacer desnudos teatrales.
Luzma, como es llamada cariñosamente por su familia de la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana, considera que para avanzar en la equidad de género es necesaria una educación con perspectiva de género desde la infancia.

En su caso, su familia no contribuyó a su aprendizaje artístico, pero se empeñó en hacerlo a partir de sus propios esfuerzos y debutó en el Palacio Nacional de Bellas Artes, en 1950. “Ser mujer no significó ningún problema para hacer lo que quería, al contrario, fui una de las primeras en Xalapa que tuvo la osadía de abrir las puertas y el escenario para que se dieran desnudos”, expresa en entrevista. Como maestra, cree que en el arte se ha podido concretar una enseñanza más libre, no con puertas cerradas, donde las mujeres han podido explorar la interpretación y creación escénica, así como su propio cuerpo para tener una mejor expresión corporal.

“En la docencia he querido compartir alegría, respeto y que se considere a la vida como algo extraordinario, sobre todo ahora que estamos acabando con el medio ambiente”, expresa.
Originaria de la Ciudad de México pero radicada en Tlalnelhuayocan, Veracruz, Luzma es una profesional del teatro, la danza contemporánea, clásica y folklore.
Al hacer un recuento, dice con alegría que su trayectoria suma 72 años en la escena profesional, pero su primer acercamiento al arte fue cuando apenas tenía 13 y su hermana, la pintora Ana Teresa, era su aliada.
Quien debutó con la Orteuv en 1982 con la obra “La Ñonga” manifiesta que una de sus preocupaciones actuales es cómo la tecnología afecta a uno de los pilares del mundo: el amor a uno mismo y los otros seres humanos.
En mensaje pide a las personas ser más humanas, apostar por el cambio, por la sensibilización y la paz. Cree que para esta transformación, el arte y la cultura tienen grandes contribuciones.
“Hay guerra, violencia… Los humanos se matan peor que animales. Hay que vivir y ser lo mejor que podamos. Pensemos y reflexionemos que nos queda muy poco tiempo si seguimos así”, alerta.
No todo es preocupación para la artista. Ella comparte la vida con sus perros Capulín y Mora, dice disfrutar la vida en contacto con la naturaleza y augura estar aún mejor luego de la cirugía que le harán este mes por un problema de cataratas.
“Así estaré en condiciones para poder analizar si acepto un papelito con la actriz Karina Meneses de hacer algo nuevo y lo que sí me gustaría es que se repusiera el monólogo ‘Cocalina’, que es un cuento de Navidad”.

Y es que expresa que ella “no considera que el teatro sea teatro si se hace en línea: “El teatro es vida, tiene que estar presente, por eso ya quiero volver a lo presencial porque el arte es esencial para la humanidad”. En la remembranza de su trabajo artístico, comparte que los papeles que la marcado son el de la representación del poder en la coreografía de danza “Pueblo judío”, el de Elena Garro en “Todos los pardos son gatos”, y su trabajo en el unipersonal “Cocalina”.
Recuerda también con cariño sus presentaciones dancísticas con orquesta sinfónica en vivo, aunque de esta etapa no todo fue alegría; en el escenario vivió una de sus más grandes tristezas.
Doy un brinco y se me doblan las piernas. Me tuvieron que operar la columna. La verdad es que sí pensé que se había acabado mi vida, pero me rehíce y me recuperé”.
Luz María Ordiales ha participado en obras como “Nuestro pueblo”, “Veracruz, Veracruz”, “Rosalba y los Llaveros” y “Psico/Embutidos”, por nombrar algunas.
Además de la Orteuv, fue parte de la Compañía Oficial de Danza contemporánea del INBA y del Ballet Popular de México del IMSS.
Ahora como integrante de la Compañía Titular de Teatro, dice ser muy feliz, “en medio de mucha energía; de repente salen los malos humores pero también los grandes amores y las enseñanzas, porque nos podremos ‘desbocar’ pero seguimos siendo una gran familia”.

En el arte, la libertad de expresión de las mujeres lleva unos pasos adelante, expresa la actriz Luz María Ordiales Fierro, quien a sus 90 años de edad se mantiene vigente. Ella es una de las primeras mexicanas en hacer desnudos teatrales.
Luzma, como es llamada cariñosamente por su familia de la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana, considera que para avanzar en la equidad de género es necesaria una educación con perspectiva de género desde la infancia.

En su caso, su familia no contribuyó a su aprendizaje artístico, pero se empeñó en hacerlo a partir de sus propios esfuerzos y debutó en el Palacio Nacional de Bellas Artes, en 1950. “Ser mujer no significó ningún problema para hacer lo que quería, al contrario, fui una de las primeras en Xalapa que tuvo la osadía de abrir las puertas y el escenario para que se dieran desnudos”, expresa en entrevista. Como maestra, cree que en el arte se ha podido concretar una enseñanza más libre, no con puertas cerradas, donde las mujeres han podido explorar la interpretación y creación escénica, así como su propio cuerpo para tener una mejor expresión corporal.

“En la docencia he querido compartir alegría, respeto y que se considere a la vida como algo extraordinario, sobre todo ahora que estamos acabando con el medio ambiente”, expresa.
Originaria de la Ciudad de México pero radicada en Tlalnelhuayocan, Veracruz, Luzma es una profesional del teatro, la danza contemporánea, clásica y folklore.
Al hacer un recuento, dice con alegría que su trayectoria suma 72 años en la escena profesional, pero su primer acercamiento al arte fue cuando apenas tenía 13 y su hermana, la pintora Ana Teresa, era su aliada.
Quien debutó con la Orteuv en 1982 con la obra “La Ñonga” manifiesta que una de sus preocupaciones actuales es cómo la tecnología afecta a uno de los pilares del mundo: el amor a uno mismo y los otros seres humanos.
En mensaje pide a las personas ser más humanas, apostar por el cambio, por la sensibilización y la paz. Cree que para esta transformación, el arte y la cultura tienen grandes contribuciones.
“Hay guerra, violencia… Los humanos se matan peor que animales. Hay que vivir y ser lo mejor que podamos. Pensemos y reflexionemos que nos queda muy poco tiempo si seguimos así”, alerta.
No todo es preocupación para la artista. Ella comparte la vida con sus perros Capulín y Mora, dice disfrutar la vida en contacto con la naturaleza y augura estar aún mejor luego de la cirugía que le harán este mes por un problema de cataratas.
“Así estaré en condiciones para poder analizar si acepto un papelito con la actriz Karina Meneses de hacer algo nuevo y lo que sí me gustaría es que se repusiera el monólogo ‘Cocalina’, que es un cuento de Navidad”.

Y es que expresa que ella “no considera que el teatro sea teatro si se hace en línea: “El teatro es vida, tiene que estar presente, por eso ya quiero volver a lo presencial porque el arte es esencial para la humanidad”. En la remembranza de su trabajo artístico, comparte que los papeles que la marcado son el de la representación del poder en la coreografía de danza “Pueblo judío”, el de Elena Garro en “Todos los pardos son gatos”, y su trabajo en el unipersonal “Cocalina”.
Recuerda también con cariño sus presentaciones dancísticas con orquesta sinfónica en vivo, aunque de esta etapa no todo fue alegría; en el escenario vivió una de sus más grandes tristezas.
Doy un brinco y se me doblan las piernas. Me tuvieron que operar la columna. La verdad es que sí pensé que se había acabado mi vida, pero me rehíce y me recuperé”.
Luz María Ordiales ha participado en obras como “Nuestro pueblo”, “Veracruz, Veracruz”, “Rosalba y los Llaveros” y “Psico/Embutidos”, por nombrar algunas.
Además de la Orteuv, fue parte de la Compañía Oficial de Danza contemporánea del INBA y del Ballet Popular de México del IMSS.
Ahora como integrante de la Compañía Titular de Teatro, dice ser muy feliz, “en medio de mucha energía; de repente salen los malos humores pero también los grandes amores y las enseñanzas, porque nos podremos ‘desbocar’ pero seguimos siendo una gran familia”.

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