Xalapa, Ver.- En la historia de la humanidad la luz ha representado la sabiduría, la espiritualidad, la idea del bien, la divinidad, la creación del universo mismo,l os extrañamientos y conjuros de sus significados en la conciencia. La luz le da forma al espacio y nos permite elucubrar sobre la temporalidad que junto con él ocurre.
En la historia del arte ha habido épocas como el barroco, el tenebrismo y el impresionismo, movimientos en los que la luz ha sido el centro de las preocupaciones de los artistas para interiorizar en la propia naturaleza humana y la que anima a los seres.
En la obra pictórica de Enrique Murillo, que se podrá ver desde el 14 de noviembre a las 20 horas en la Galería Universitaria Ramón Alva de la Canal, encontramos alusiones semejantes, principios y valoraciones en donde lo etéreo-anímico y lo material-formal se ponen en juego.
El artista lo logra a través de la fusión, de la presencia e importancia que concede a la luz y el color, cuyo tratamiento produce un contraste de desequilibrio en la aparente estabilidad de la escena. Detalles donde los panoramas se degradan en nebulosidades evanescentes que se aparecen como lejanos, casi inmateriales a la visión, fantasmales y hasta oníricos; efectos que nos ponen ante una especie de ilusionismo, de realidad que se incrusta en la ficción, que, como bien decía Bourriaud sobre esta inserción: es la vía para que algo pueda verdaderamente ser pensado y visto.
Entonces, una de las principales características de su pintura es la remembranza. Sus imágenes difuminadas –a punto de desvanecerse ante nuestros propios ojos– activan el mecanismo de nuestra memoria, tienden a resistirse a la desaparición; y en este punto en donde logramos aprehenderlas: escenarios límpidos y cristalinos, metáforas de paisajes idealizados se nos revelan.
Las imágenes nos muestran su admiración por aquellas tendencias que hicieron de la naturaleza su principal motivo como el romanticismo, o autores de la historia del arte como Turner, Dr. Atl, José María Velasco o el pintor alemán conocido como Mauricio Rugendas, radicado un tiempo en México y de quien Murillo ha retomado algunos de los motivos de sus cuadros para reinterpretarlos.
No podemos dejar de mencionar, por último, su amplia labor en la arquitectura, por la cual Murillo es identificado y ampliamente reconocido –con importantes aportaciones basadas en una concepción humanista y contemporánea.
Para conocer la exposición Equilibrio inestable, la cita es en Xalapeños Ilustres número 86, donde la obra estará a la vista del público hasta el 8 de diciembre. La entrada es gratuita.
