/ jueves 28 de febrero de 2019

Remover conciencias con el arte

La artista expone en Casa del Lago su colección Azul; trabaja un proceso de fotografía antiguo, borda y recurre al ecoteñido y basura hallada en las playas para hablar de las necesidades y cuidado del mar

Amante de la música clásica y de la literatura, tanto como de la naturaleza y el mar, al que le tiene un afecto casi reverencial, la artista visual Mercedes Name presenta su exposición Azul en Casa del Lago de Xalapa, obra con la cual expresa su preocupación por la manera en la que el ser humano daña “el origen de la vida”.

Nativa de Fortín de las Flores, pero radicada en el puerto de Veracruz, Mercedes se describe como una persona inquieta, de naturaleza experimental y en continua búsqueda del aprendizaje general y del plástico en particular. Sus palabras adquieren fuerza cuando al hacer un breve recorrido por su vida rememora que le tocó un tiempo en el que tenía que estudiar lo que los padres decían. Y lo hizo, pero sin renunciar a su “yo creador”. Inició así con Administración de Empresas y luego se especializó en Mercadotecnia, pero después vinieron el diseño de modas y un sinfín de talleres de joyería y artes visuales. Todo ese conocimiento le ha servido para enriquecer sus procesos artísticos. El resultado es una obra que sorprende por donde se le vea. Ya sea por la técnica, los soportes, la estética, el discurso o la minuciosidad que requiere cada pequeño detalle.

En su visita a Xalapa, con motivo de la inauguración de Azul, concedió la siguiente entrevista al Vocero de la Provincia.

Mercedes, con el “boom” de la fotografía digital, ¿qué tiene la cianotipia que le hace elegirla como base de su obra?

Me gusta experimentar con diversas técnicas y estoy siempre en una continua búsqueda del aprendizaje plástico. En el 2016 tuve la oportunidad de aprender esta técnica fotográfica, entre otros procesos alternativos. Normalmente la cianotipia se lleva a cabo en pequeño formato, en papel, pero debido a mi naturaleza experimental, pensé que podía hacerla más grande y en lino irlandés.

Recordemos que la cianotipia es un proceso fotográfico antiguo que se revela con el sol. Quizá lo que me seduce es que es muy artesanal. Nuestro sol en el puerto es muy fuerte y a veces quema los químicos, entonces el resultado es un azul muy especial. Y bueno, ya para el conjunto de la pieza, con plantas se puede teñir un poco.

Vemos en su piezas el uso de diferentes materiales orgánicos...

Sí. Desde hace cuatro o cinco años retomé los procesos tradicionales y he tratado de convertirlos en un lenguaje muy contemporáneo y, de alguna manera, muy personal al jugar con los materiales.

¿Qué le interesa del mar que lo tomó como tema para toda una serie artística?

Mi interés por el mar es profundo, amoroso, casi reverencial. El mar es el principio de la vida. El origen. Es una matriz con una constante fluidez. Me llama la atención todos los misterios que guarda. Además de la vida, es el refugio maravilloso de sirenas y de monstruos marinos.

Con respecto a la sirena, es un arquetipo femenino y en mi trabajo lo femenino es una constante. De este ser me gusta que tiene una parte mística, misteriosa, y la idea de que las mujeres somos la perdición de los hombres; quienes los llevamos a la muerte.

En sus obras es visible la preocupación por el cuidado del mar. ¿De qué manera cree que el arte pueda tener una función de denuncia?

El arte puede ser una plataforma muy potente a través de la cual mandar algún mensaje. Creo que es nuestra obligación hacerlo. El mío es muy silencioso pero muy contundente: cuidar el mar, el origen de la vida. Hay que remover conciencias.

Tengo la fortuna de poder caminar por la playa cuando quiero, pero me encuentro basura. Lo que hago es recogerla e integrarla a mi trabajo. Se puede ver popotes que simulan un arrecife de coral, pero en realidad es basura con un mensaje de concientización.

¿Es una realidad o una utopía pensar que el arte puede cambiar el mundo?

El arte sí puede cambiar el mundo. El arte puede concientizar al ser. Puede hacerlo sensible a los mensajes, si es que se abre a ello; si es que visita una exposición; si se permite sentir.

El arte es una forma de salvar este mundo. No sé si sea muy romántica o si sea una utopía o no, pero para mí es una manera de expresar una protesta, de manifestarme, de decir algo que me duele.

¿Qué le ha aportado el arte a su vida?

El arte me ha dado todo: crecimiento, alegría... hace que yo fluya, que mi ser se expanda, que pueda expresar con los distintos procesos. Si me siento de alguna forma, pinto; si me siento de alguna otra, trabajo las pastas, para que mis manos se conecten con una figura. También bordo como un proceso de sanación y de introspección, que ayuda a profundizar en lo que realmente soy.

Con respecto a su faceta como diseñadora de moda, ¿cuál es su opinión acerca de la revaloración que se busca de los bordados y los teñidos naturales?

Es importantísimo que retomemos las tradiciones. Teñir con productos orgánicos como el pericón o palo de Brasil, conocer las telas, darles color con metales o clavos oxidados es un proceso sumamente gratificante. Aunque lleva muchos pasos, el resultado es único e irrepetible.

Me parece que el ser humano ya está cansado de la superficialidad, de la ropa desechable. Yo ya no estoy en la industria de la moda. Estuve 25 años, pero ahora quiero retomar lo aprendido, quiero concientizar que no debemos contaminar. Estos nuevos procesos para exponer en el arte que se están retomando ahora creo que tiene muchas posibilidades. Lo nuestro es regresar a nuestras raíces, a lo básico, a la esencia del ser.

¿Qué etapa vive en estos momentos Mercedes Name?

Tengo la fortuna de ver la vida como un milagro. No deja de sorprenderme. Me puedo quedar horas viendo una flor, pasar tardes enteras bordando... Y me da mucha satisfacción poder mostrar Azul, una propuesta hecha con mucho amor.

Amante de la música clásica y de la literatura, tanto como de la naturaleza y el mar, al que le tiene un afecto casi reverencial, la artista visual Mercedes Name presenta su exposición Azul en Casa del Lago de Xalapa, obra con la cual expresa su preocupación por la manera en la que el ser humano daña “el origen de la vida”.

Nativa de Fortín de las Flores, pero radicada en el puerto de Veracruz, Mercedes se describe como una persona inquieta, de naturaleza experimental y en continua búsqueda del aprendizaje general y del plástico en particular. Sus palabras adquieren fuerza cuando al hacer un breve recorrido por su vida rememora que le tocó un tiempo en el que tenía que estudiar lo que los padres decían. Y lo hizo, pero sin renunciar a su “yo creador”. Inició así con Administración de Empresas y luego se especializó en Mercadotecnia, pero después vinieron el diseño de modas y un sinfín de talleres de joyería y artes visuales. Todo ese conocimiento le ha servido para enriquecer sus procesos artísticos. El resultado es una obra que sorprende por donde se le vea. Ya sea por la técnica, los soportes, la estética, el discurso o la minuciosidad que requiere cada pequeño detalle.

En su visita a Xalapa, con motivo de la inauguración de Azul, concedió la siguiente entrevista al Vocero de la Provincia.

Mercedes, con el “boom” de la fotografía digital, ¿qué tiene la cianotipia que le hace elegirla como base de su obra?

Me gusta experimentar con diversas técnicas y estoy siempre en una continua búsqueda del aprendizaje plástico. En el 2016 tuve la oportunidad de aprender esta técnica fotográfica, entre otros procesos alternativos. Normalmente la cianotipia se lleva a cabo en pequeño formato, en papel, pero debido a mi naturaleza experimental, pensé que podía hacerla más grande y en lino irlandés.

Recordemos que la cianotipia es un proceso fotográfico antiguo que se revela con el sol. Quizá lo que me seduce es que es muy artesanal. Nuestro sol en el puerto es muy fuerte y a veces quema los químicos, entonces el resultado es un azul muy especial. Y bueno, ya para el conjunto de la pieza, con plantas se puede teñir un poco.

Vemos en su piezas el uso de diferentes materiales orgánicos...

Sí. Desde hace cuatro o cinco años retomé los procesos tradicionales y he tratado de convertirlos en un lenguaje muy contemporáneo y, de alguna manera, muy personal al jugar con los materiales.

¿Qué le interesa del mar que lo tomó como tema para toda una serie artística?

Mi interés por el mar es profundo, amoroso, casi reverencial. El mar es el principio de la vida. El origen. Es una matriz con una constante fluidez. Me llama la atención todos los misterios que guarda. Además de la vida, es el refugio maravilloso de sirenas y de monstruos marinos.

Con respecto a la sirena, es un arquetipo femenino y en mi trabajo lo femenino es una constante. De este ser me gusta que tiene una parte mística, misteriosa, y la idea de que las mujeres somos la perdición de los hombres; quienes los llevamos a la muerte.

En sus obras es visible la preocupación por el cuidado del mar. ¿De qué manera cree que el arte pueda tener una función de denuncia?

El arte puede ser una plataforma muy potente a través de la cual mandar algún mensaje. Creo que es nuestra obligación hacerlo. El mío es muy silencioso pero muy contundente: cuidar el mar, el origen de la vida. Hay que remover conciencias.

Tengo la fortuna de poder caminar por la playa cuando quiero, pero me encuentro basura. Lo que hago es recogerla e integrarla a mi trabajo. Se puede ver popotes que simulan un arrecife de coral, pero en realidad es basura con un mensaje de concientización.

¿Es una realidad o una utopía pensar que el arte puede cambiar el mundo?

El arte sí puede cambiar el mundo. El arte puede concientizar al ser. Puede hacerlo sensible a los mensajes, si es que se abre a ello; si es que visita una exposición; si se permite sentir.

El arte es una forma de salvar este mundo. No sé si sea muy romántica o si sea una utopía o no, pero para mí es una manera de expresar una protesta, de manifestarme, de decir algo que me duele.

¿Qué le ha aportado el arte a su vida?

El arte me ha dado todo: crecimiento, alegría... hace que yo fluya, que mi ser se expanda, que pueda expresar con los distintos procesos. Si me siento de alguna forma, pinto; si me siento de alguna otra, trabajo las pastas, para que mis manos se conecten con una figura. También bordo como un proceso de sanación y de introspección, que ayuda a profundizar en lo que realmente soy.

Con respecto a su faceta como diseñadora de moda, ¿cuál es su opinión acerca de la revaloración que se busca de los bordados y los teñidos naturales?

Es importantísimo que retomemos las tradiciones. Teñir con productos orgánicos como el pericón o palo de Brasil, conocer las telas, darles color con metales o clavos oxidados es un proceso sumamente gratificante. Aunque lleva muchos pasos, el resultado es único e irrepetible.

Me parece que el ser humano ya está cansado de la superficialidad, de la ropa desechable. Yo ya no estoy en la industria de la moda. Estuve 25 años, pero ahora quiero retomar lo aprendido, quiero concientizar que no debemos contaminar. Estos nuevos procesos para exponer en el arte que se están retomando ahora creo que tiene muchas posibilidades. Lo nuestro es regresar a nuestras raíces, a lo básico, a la esencia del ser.

¿Qué etapa vive en estos momentos Mercedes Name?

Tengo la fortuna de ver la vida como un milagro. No deja de sorprenderme. Me puedo quedar horas viendo una flor, pasar tardes enteras bordando... Y me da mucha satisfacción poder mostrar Azul, una propuesta hecha con mucho amor.

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