Cada que exploramos el microcosmos de un actor, un director, un cinefotógrafo o de cualquier otro personaje destacado de las artes y, en particular, del cine, montones de opiniones pululan e impregnan el ambiente público. Cuando un mexicano triunfa en el medio cinematográfico, esas opiniones se vierten con tal potencia y fluidez que impresionan, pues casi siempre se emiten sin sustento o bajo criterios dogmáticos que son respetables hasta el momento en el que afectan la imagen de una persona. Este es el caso de Yalitza Aparicio y Alfonso Cuarón con la espectacular Roma.
Y es que los constantes ataques que ha recibido la actriz de origen mixteco en redes sociales de parte de nuestros compatriotas por su color de piel y procedencia han rebasado el mundo de la crítica cinematográfica y se volvieron ofensivas de tono personal, de interlocutores que poco o nada conocen del mundo del séptimo arte o que usan sus conocimientos del tema para externar algunas frustraciones.
La queja con la que han intentado disfrazar esos ataques racistas, aparentemente tiene que ver con la falta de trayectoria histriónica de Yalitza, quien antes de Roma trabajaba como educadora en su lugar de residencia. Los escépticos expresan que la oaxaqueña no es actriz, pues no tiene una formación y que, por tanto, está denostando la profesión histriónica con su trabajo. Incluso, Patricia Reyes Spíndola explicó en entrevista para la televisión mexicana que “no es su vocación, no es lo que quiere (...) creo que es un flash”, refiriéndose a la nominada al Óscar como Mejor actriz.
En suma, es complicado refutar los argumentos sin sentido que se han manejado, sin embargo, cabe hacer unas cuantas aclaraciones. En primer término, en la historia del cine, y también del teatro, grandes actrices y también actores se formaron y se forman de manera empírica, llegando a alturas inesperadas. No es una obligación estudiar actuación —ni dirección— cuando se trae en la sangre.
Para quienes vilipendian el trabajo de actores y actrices que no han pasado por la academia, es justo invitarlos a disfrutar del trabajo de otro director ganador de Cannes, el maestro Carlos Reygadas, quien no usa actores profesionales, más bien acude a la calle y procura encontrar entre los ciudadanos comunes a personas que sean como él imagina a los personajes. Reygadas tampoco es un director formado en academia, sino un abogado que cambió las leyes por el séptimo arte.
En cuanto a Cuarón, se ha dicho que su película carece de ritmo, que el hecho de realizarla en blanco y negro le imprime un sello tradicionalista, que su argumento es muy simple y tantas otras cosas, sin embargo, el filme ha cruzado fronteras y se ha encumbrado entre lo mejor del cine en 2018 y también este año, que quienes no habían tenido la posibilidad de verla, lo hicieron.
Sirva este espacio para pronosticar cuando menos tres Óscar de las 10 nominaciones que tiene: Mejor actriz, Mejor película en lengua extranjera y Mejor fotografía.