Xalapa, Ver.- Daira es una niña de 9 años de edad que es dulce, encantadora, simpática y buena hija; atenta y disciplinada, que ve la vida desde un mundo de color que sólo se da en la niñez, pero estando en el tatami es otra, allí se transforma en una feroz guerrera que siempre está en un constante ataque contra sus rivales.
Ella es Daira Lucía Pelayo Orduña, está próxima a cumplir 10 abriles, de los cuales dos los ha dedicado en cuerpo y alma al tae kwon do, deporte que le ha formado un carácter y una voluntad de acero, casi inquebrantables, diríamos que a prueba de todo.
La chica admira a María Espinoza, la reina del tae kwon do nacional. “Sí, la admiro a ella porque es una gran taekwondoín que ha representado a nuestro país en Olimpiadas y campeonatos mundiales y algún día me gustaría ser como ella”, comentó Daira mientras se alistaba para entrar en acción.
Ella, en el deporte como en la vida misma nunca va para atrás y le da lo mismo combatir contra niñas que contra niños de su edad y peso.
Sale a escena y tras el protocolo que marca esta disciplina empieza su pelea. Es inteligente a la hora de quitarse patadas que van a su rostro, pues con movimientos delicados y frágiles los esquiva, pero a la hora del contra ataque es mortal porque se abalanza con todo sobre sus rivales, de hecho en ocasiones varios de ellos le han rehuido el combate.
Cuando entreno me gusta ser disciplinada y atenta a las indicaciones de mis maestros y en competencias me concentro, repaso las formas y trato de imaginar el combate, pero respeto todas las reglas y lineamientos de mi deporteDaira Lucía Pelayo Orduña
Precisó que a corto plazo quiere ser cinta negra y con los años asistir a unos Juegos Olímpicos. “Sería bonito llegar allá, pero primero quiero ser cinta negra, porque ahora soy roja”, comentó al tiempo que mostraba la cinta que adorna su uniforme.
El camino es largo como lo es también el terreno de estudios, por lo que no los descuida, pues quiere en un futuro ser arquitecta. “Me gustaría estudiar arquitectura, por eso cumplo en mi escuela y tengo buen promedio y también quiero continuar como deportista de alto rendimiento”.
Su entorno familiar es lo máximo. “Soy la más pequeña y quiero mucho a mi hermana porque ella es mi ejemplo, además me gusta mucho ir de paseo con mis papás y hacer amigos”, dijo.
Finalmente, la pequeña Daira se despidió de nosotros y se metió a su otro universo, al de los niños, al que le da forma con sus laberintos y casitas de cartón reciclado, el de sus manualidades, sus dibujos y juegos de mesa, aunque como buena guerrera se alista para la batalla de su vida diaria y le hace frente porque tiene el talento y la capacidad para lograr lo que se proponga, pero sobre todo porque abriga en su corazón y su espíritu el sueño y el anhelo de ser campeona y eso como niña nadie se lo quita.