/ viernes 18 de enero de 2019

Gavilán Ramírez, el amo del aire

Un día enfrentó al más rudo luchador mexicano de todos los tiempos: al Cavernario Galindo

Esa noche la Arena Xalapa estaba hasta el tope, llena de aficionados delirantes que esperaban expectantes que aparecieran los entonces grandes de la lucha libre local y nacional … de repente, y ya en plena lucha, un silencio casi sepulcral invadió el ambiente… y es que allí en medio del ring estaba el ídolo de la afición, todo golpeado, maltrecho, casi inerte, y a punto de desfallecer, con la boca sangrante y con los dientes hechos pedazos, tras recibir un rodillazo en pleno rostro por parte de don Rodolfo Galindo Ramírez, mejor conocido como el Cavernario Galindo.

Una imagen que nunca se borrará de su cabeza y quedará marcada por siempre en la vida de don Lidio Camarillo Hernández, el famoso Gavilán Ramírez, el verdadero rey del aire, amo del viento y del espacio, quien recuerda con claridad ese enfrentamiento con el rudo más grande y despiadado que ha habido en el llamado arte del Pancracio nacional: “Fue a finales de los 70 cuando me tocó luchar contra el Cavernario Galindo, quien ya estaba en decadencia, porque ya era grande el señor… yo llevaba de compañero a Hiraclys Fenerly, y él me parece que estaba con Chucho Monrroy, la verdad yo apenas empezaba, y sinceramente me daba miedo enfrentarlo porque desde que se subió al ring él se agarraba de una cuerda y se paseaba como león enjaulado, y cuando ya estábamos frente a frente, en un toma y daca, percibí un olor fétido y era porque el hombre se echó unos alipuses antes de luchar.

“Él tenía un golpe con la rodilla muy peculiar que aplicaba a sus contrincantes en el pecho, pero desgraciadamente no sé si fue la posición o qué pasó, pero el rodillazo me lo plantó en la cara, y me rompió los dientes de enfrente”.

Recuerda que el golpe lo dejó totalmente noqueado, tratando de que sus ideas regresaran a su mente, y su cerebro dejara de moverse por el tremendo impacto: “quedé out, y cuando empecé a ver la realidad de mi alrededor me di cuenta lo que había sucedido, y como caricatura me vi recogiendo los pedazos de mis dientes que quedaron esparcidos en el enlonado”, comentó sonriendo pese a que en el momento le dolió hasta el alma.

Pese a que el Gavilán Ramírez era el consentido del respetable xalapeño, éste se limitó a protestar pero al aire porque nadie de los allí presentes se atrevía siquiera a mirar de frente al rudo contrincante y más brutal de los luchadores del país: “La gente me adoraba, me idolatraba, y cuando don Rodolfo me golpeó la gente se enardeció, pero no hizo nada porque se abrió cuando el señor pasó, y es que a pesar de no ser muy alto ni tenía un cuerpo atlético era muy fuerte, un roble, de esos viejos que ya no hay”, reconoció.

Foto: Cortesía


Ése fue uno de los momentos más dolorosos que vivió el más grande luchador aéreo que ha tenido nuestra ciudad, pero que le enseñó a crecer como tal y como profesional, pero sobre aprendió que ese deporte no era como muchos lo califican de circo maroma y teatro, pues incluso muchos de sus exponentes han sufrido la muerte arriba de un ring.

El padre tiempo no se detuvo y en ese recorrido los triunfos y las mieles de la gloria cayeron por racimos, era indiscutible la calidad del luchador aéreo, de hecho se puede decir que fue pionero de esa modalidad en esta ciudad, y por muchos años antes que los encumbrados de hoy en el país como Rey Misterio Junior y Místico, entre otros.

SU NIÑEZ

Don Lidio Camarillo nos confesó que su niñez no fue igual a la de muchos pequeños de su edad, ya que mientras otros jugaban en la calle él trabajaba al lado de su padre en un local del mercado Jáuregui, el que prácticamente le robó sus años de infancia, mas no sus sueños.

Foto: Julián Rodríguez


Nuestro personaje regresó en el tiempo y nos dice que se metió a la lucha libre porque su hermano Pedro, otro legendario luchador apodado El Mastín, lo llevaba a las funciones de lucha y más tarde a entrenar: “Iba a escondidas porque mi padre estuvo nunca de acuerdo, pero yo anhelaba ser un luchador y me escapaba, incluso ése fue el motivo para dejar mi casa y abrirme paso en la vida”, precisó.

Nos confió que no lamentaba haber tomado esa decisión, dejar el hogar y volar con sus propias alas, pues se volvió independiente y como en esos tiempos la lucha libre sí daba para vivir medianamente se dedicó en cuerpo y alma a ella: “La lucha libre me ha dejado muchas satisfacciones, de hecho viví de ella desde que estudiaba la secundaria, por eso me salí de mi casa a recorrer mundo, a luchar fuera, a hacerme de un nombre de un prestigio”, agregó.

Es un hombre agradecido y reconoce que hubo una empresa telefónica que le tendió la mano siempre para alcanzar un título profesional: “Sí, gracias a la oportunidad que me dio Telmex de estudiar y cursar una carrera técnica ahora soy ingeniero en Comunicaciones Electrónicas, y ha sido mi soporte desde que dejé la lucha libre profesional”, sostuvo.

El tiempo y sus actuaciones le dieron al Gavilán Ramírez un lugar especial y su fama creció tanto que se enfrentó a varios de los más grandes luchadores que ha habido en nuestro país, como al mismo Karlofe Lagarde, quien también lo envió al hospital en Oaxaca. “Lo que pasa que Karlofe Lagarde era conocido internacionalmente, tenía un cartel y un prestigio muy alto y no iba a permitir que yo, un novato le iba a pegar o a faltar el respeto a los grandes maestros de la lucha libre, y que me manda al hospital en Oaxaca tras aplicarme la desnucadora, una llave que me lesionó las cervicales y que está prohibida porque se sabe que muchos compañeros han perdido la vida por ese golpe”.

Foto: Julián Rodríguez


UNA RIVALIDAD

Un acérrimo enemigo que enfrentó el esteta del ring fue el Villano III, a don Arturo Díaz Mendoza, quien lamentablemente murió el 21 de agosto del año pasado: “A él le quité su máscara, pero en esa época se hacía llamar Búfalo Salvaje, me enfrenté con él unas 12 veces, nos repartimos los triunfos pero eso sí, nos dábamos con todo, eran enfrentamientos donde no estaba de por medio una paga ni lo profesional, era más bien por el orgullo”.

Pero también aquí en esta ciudad tenía un enemigo, al más odiado, la Estrella Sureña, con quien también se dio buenos agarrones, de hecho le quitó la cabellera a Ambrosio del Moral, nombre de pila del no menos legendario gladiador.

UNA PAREJA

Hizo pareja con un grande del pancracio nacional como lo fue El Matemático, de quien opinó tenía un mismo estilo en todas sus presentaciones: “Él siempre tenía una rutina qué hacer, luchaba en Monterrey, en Mérida, en México y en Xalapa, y hacía lo mismo, las mismas llaves, los mismos vuelos, la diferencia conmigo es que nunca repetía las mismas técnicas en todas las luchas, siempre hice algo diferente, ya sea caminar por la tercera cuerda o hacer un lance y un vuelo, pero debo reconocer que también fue un gran ídolo y un excelente compañero”, concluyó.

¿Pero en realidad quién fue ese héroe con capa y máscara azules al que sólo le faltaba volar y aparecer en esas películas luchando y venciendo a marcianos y monstruos que de niños mirábamos?

La verdad no lo sabemos, es el misterio que envuelve su mágico mundo de la lucha libre y todo lo que le rodea, sólo podemos decir que fue un hombre con un estilo espectacular, un virtuoso de los lances y las acrobacias, un adelantado a su época con un físico bien torneado, similar al de un dios griego gracias al trabajo constante en el gimnasio, pero lejos de las malditas sustancias que hoy día “inflan” a los deportistas.

Esa noche la Arena Xalapa estaba hasta el tope, llena de aficionados delirantes que esperaban expectantes que aparecieran los entonces grandes de la lucha libre local y nacional … de repente, y ya en plena lucha, un silencio casi sepulcral invadió el ambiente… y es que allí en medio del ring estaba el ídolo de la afición, todo golpeado, maltrecho, casi inerte, y a punto de desfallecer, con la boca sangrante y con los dientes hechos pedazos, tras recibir un rodillazo en pleno rostro por parte de don Rodolfo Galindo Ramírez, mejor conocido como el Cavernario Galindo.

Una imagen que nunca se borrará de su cabeza y quedará marcada por siempre en la vida de don Lidio Camarillo Hernández, el famoso Gavilán Ramírez, el verdadero rey del aire, amo del viento y del espacio, quien recuerda con claridad ese enfrentamiento con el rudo más grande y despiadado que ha habido en el llamado arte del Pancracio nacional: “Fue a finales de los 70 cuando me tocó luchar contra el Cavernario Galindo, quien ya estaba en decadencia, porque ya era grande el señor… yo llevaba de compañero a Hiraclys Fenerly, y él me parece que estaba con Chucho Monrroy, la verdad yo apenas empezaba, y sinceramente me daba miedo enfrentarlo porque desde que se subió al ring él se agarraba de una cuerda y se paseaba como león enjaulado, y cuando ya estábamos frente a frente, en un toma y daca, percibí un olor fétido y era porque el hombre se echó unos alipuses antes de luchar.

“Él tenía un golpe con la rodilla muy peculiar que aplicaba a sus contrincantes en el pecho, pero desgraciadamente no sé si fue la posición o qué pasó, pero el rodillazo me lo plantó en la cara, y me rompió los dientes de enfrente”.

Recuerda que el golpe lo dejó totalmente noqueado, tratando de que sus ideas regresaran a su mente, y su cerebro dejara de moverse por el tremendo impacto: “quedé out, y cuando empecé a ver la realidad de mi alrededor me di cuenta lo que había sucedido, y como caricatura me vi recogiendo los pedazos de mis dientes que quedaron esparcidos en el enlonado”, comentó sonriendo pese a que en el momento le dolió hasta el alma.

Pese a que el Gavilán Ramírez era el consentido del respetable xalapeño, éste se limitó a protestar pero al aire porque nadie de los allí presentes se atrevía siquiera a mirar de frente al rudo contrincante y más brutal de los luchadores del país: “La gente me adoraba, me idolatraba, y cuando don Rodolfo me golpeó la gente se enardeció, pero no hizo nada porque se abrió cuando el señor pasó, y es que a pesar de no ser muy alto ni tenía un cuerpo atlético era muy fuerte, un roble, de esos viejos que ya no hay”, reconoció.

Foto: Cortesía


Ése fue uno de los momentos más dolorosos que vivió el más grande luchador aéreo que ha tenido nuestra ciudad, pero que le enseñó a crecer como tal y como profesional, pero sobre aprendió que ese deporte no era como muchos lo califican de circo maroma y teatro, pues incluso muchos de sus exponentes han sufrido la muerte arriba de un ring.

El padre tiempo no se detuvo y en ese recorrido los triunfos y las mieles de la gloria cayeron por racimos, era indiscutible la calidad del luchador aéreo, de hecho se puede decir que fue pionero de esa modalidad en esta ciudad, y por muchos años antes que los encumbrados de hoy en el país como Rey Misterio Junior y Místico, entre otros.

SU NIÑEZ

Don Lidio Camarillo nos confesó que su niñez no fue igual a la de muchos pequeños de su edad, ya que mientras otros jugaban en la calle él trabajaba al lado de su padre en un local del mercado Jáuregui, el que prácticamente le robó sus años de infancia, mas no sus sueños.

Foto: Julián Rodríguez


Nuestro personaje regresó en el tiempo y nos dice que se metió a la lucha libre porque su hermano Pedro, otro legendario luchador apodado El Mastín, lo llevaba a las funciones de lucha y más tarde a entrenar: “Iba a escondidas porque mi padre estuvo nunca de acuerdo, pero yo anhelaba ser un luchador y me escapaba, incluso ése fue el motivo para dejar mi casa y abrirme paso en la vida”, precisó.

Nos confió que no lamentaba haber tomado esa decisión, dejar el hogar y volar con sus propias alas, pues se volvió independiente y como en esos tiempos la lucha libre sí daba para vivir medianamente se dedicó en cuerpo y alma a ella: “La lucha libre me ha dejado muchas satisfacciones, de hecho viví de ella desde que estudiaba la secundaria, por eso me salí de mi casa a recorrer mundo, a luchar fuera, a hacerme de un nombre de un prestigio”, agregó.

Es un hombre agradecido y reconoce que hubo una empresa telefónica que le tendió la mano siempre para alcanzar un título profesional: “Sí, gracias a la oportunidad que me dio Telmex de estudiar y cursar una carrera técnica ahora soy ingeniero en Comunicaciones Electrónicas, y ha sido mi soporte desde que dejé la lucha libre profesional”, sostuvo.

El tiempo y sus actuaciones le dieron al Gavilán Ramírez un lugar especial y su fama creció tanto que se enfrentó a varios de los más grandes luchadores que ha habido en nuestro país, como al mismo Karlofe Lagarde, quien también lo envió al hospital en Oaxaca. “Lo que pasa que Karlofe Lagarde era conocido internacionalmente, tenía un cartel y un prestigio muy alto y no iba a permitir que yo, un novato le iba a pegar o a faltar el respeto a los grandes maestros de la lucha libre, y que me manda al hospital en Oaxaca tras aplicarme la desnucadora, una llave que me lesionó las cervicales y que está prohibida porque se sabe que muchos compañeros han perdido la vida por ese golpe”.

Foto: Julián Rodríguez


UNA RIVALIDAD

Un acérrimo enemigo que enfrentó el esteta del ring fue el Villano III, a don Arturo Díaz Mendoza, quien lamentablemente murió el 21 de agosto del año pasado: “A él le quité su máscara, pero en esa época se hacía llamar Búfalo Salvaje, me enfrenté con él unas 12 veces, nos repartimos los triunfos pero eso sí, nos dábamos con todo, eran enfrentamientos donde no estaba de por medio una paga ni lo profesional, era más bien por el orgullo”.

Pero también aquí en esta ciudad tenía un enemigo, al más odiado, la Estrella Sureña, con quien también se dio buenos agarrones, de hecho le quitó la cabellera a Ambrosio del Moral, nombre de pila del no menos legendario gladiador.

UNA PAREJA

Hizo pareja con un grande del pancracio nacional como lo fue El Matemático, de quien opinó tenía un mismo estilo en todas sus presentaciones: “Él siempre tenía una rutina qué hacer, luchaba en Monterrey, en Mérida, en México y en Xalapa, y hacía lo mismo, las mismas llaves, los mismos vuelos, la diferencia conmigo es que nunca repetía las mismas técnicas en todas las luchas, siempre hice algo diferente, ya sea caminar por la tercera cuerda o hacer un lance y un vuelo, pero debo reconocer que también fue un gran ídolo y un excelente compañero”, concluyó.

¿Pero en realidad quién fue ese héroe con capa y máscara azules al que sólo le faltaba volar y aparecer en esas películas luchando y venciendo a marcianos y monstruos que de niños mirábamos?

La verdad no lo sabemos, es el misterio que envuelve su mágico mundo de la lucha libre y todo lo que le rodea, sólo podemos decir que fue un hombre con un estilo espectacular, un virtuoso de los lances y las acrobacias, un adelantado a su época con un físico bien torneado, similar al de un dios griego gracias al trabajo constante en el gimnasio, pero lejos de las malditas sustancias que hoy día “inflan” a los deportistas.

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