/ jueves 18 de octubre de 2018

Luis Hernández Morales leyenda de leyendas

En 1975 obtuvo oro para México en los 10 mil metros de LOS Juegos Panamericanos

En los Juegos Panamericanos de 1975, en la prueba de los 10 mil metros planos celebrada en el estadio olímpico de CU, todas las miradas estaban puestas en dos corredores: Rodolfo Gómez y el colombiano Domingo Tibaduiza, favoritos a pelear por el oro en la agotadora prueba. Nadie miró a un costado al xalapeño Luis Hernández Morales, quien con sus apenas 20 años de edad y una figura enclenque no presentaba peligro alguno, aunque ese día empezó a asomarse a la gloria.

Es cierto que el espigado deportista ya había “hecho equipo” y planeado con Rodolfo Gómez la estrategia a seguir que era que en cada vuelta uno de ellos tomaría el liderato para así cansar a sus rivales, pero desde que dieron el disparo de salida Luis Hernández se fue al frente.

“La técnica que se ocuparía en esa competencia sería que cada uno jalara una vuelta y una vuelta para que así cansáramos a nuestros oponentes, pero al dar el disparo de salida yo salí en la punta esperando la ayuda de Rodolfo, la cual nunca llegó, tuve que sostener mi ritmo durante 25 vueltas, sorprendiendo a todo el mundo que un novato de 20 años ganara los Juegos Panamericanos”, dijo un orgulloso deportista que, sin más preámbulos, es el mejor atleta de fondo de Veracruz de todos los tiempos, y en su momento del país.

Aun con la memoria fresca por dicho acontecimiento señala que al no ser visto como favorito pudo ser beneficiado. “Yo era novato (juvenil mayor), pero de quien se tenía esperanzas de ganar los Juegos Panamericanos era de Rodolfo Gómez Orozco, quien había prometido la medalla de oro al entonces presidente de la República Mexicana, Luis Echeverría Álvarez, y era el mejor corredor de fondo de aquella época… pero no lo consiguió, en cambio a mí me citó al otro día a Los Pinos y me entregó un premio por darle a México la primera medalla de oro en esos Juegos.

“Tras ganar la medalla de oro sentí tanta emoción y nostalgia de darle una satisfacción a mi familia y a mi país, es sensacional escuchar tantos aplausos y recibir muchas felicitaciones, es una sensación inigualable que nunca olvidaré, y aunque no sabía cómo le había hecho, yo declaraba a los medios de comunicación que entregué lo mejor de mí”, sostuvo.

Foto: Cortesía

Fue sin duda su mejor momento, el de mayor valor, el que le abrió las puertas a seguir participando en las mejores justas de pista y campo traviesa del mundo, incluso en esta última modalidad representó a la prestigiosa universidad estadounidense Brigham Young y venció a kenianos, etíopes y marroquís, venciendo a todos los rivales que enfrentó.

Antes de continuar, Luis Ceferino Hernández Morales, quien nació el 26 de agosto de 1955 atrás del Parque Deportivo Colón, recordó cómo fueron sus inicios y cómo es que logró percatarse de ese talento y explotarlo llevándolo a ser la máxima figura del atletismo de fondo de Xalapa y Veracruz: “Primeramente en 1968 me motivé al ver como el sargento Pedraza ganaba la medalla de plata en los 20 kilómetros de marcha, luego seguí a mi otro ídolo, Juanito Martínez, quien lamentable quedó en cuarto lugar; después entré a la secundaria “Antonio María de Rivera”, donde mi hermana empezó a correr pruebas de velocidad y me llamó la atención; yo me propuse a demostrar que podía correr mejor, y no dudando que lo podría lograr, pero jugaba futbol y beisbol que eran mis deportes favoritos. Un día mi entrenador Rubén Hernández, el Cuco, me invitó a participar en una competencia de 10 kilómetros y sin saber que sería bueno o malo, corrí junto a él, hasta que se cansó y yo seguí, logré colocarme en cuarto lugar superado por Toño Villanueva, Héctor Villanueva y Darío Mávil.

“Entonces muchos entrenadores empezaron a fijarse en mí, pero a pocos les hice caso, hasta que accidentalmente me vio el profesor Federico Hernández Arvizu, me invitó a entrenar en su grupo y ése fue el comienzo”, agregó.

Con el correr de los años su talento le estaba dando frutos y llegó incluso a enfrentar a su máximo ídolo, al finlandés Lasse Viren, medallista olímpico en 5 y 10 mil metros planos en los Juegos Olímpicos de Munich 1972 y Montreal, en 1976: “Desafortunadamente no llegué a la final porque en mi heat eliminatorio me tocó el máximo ídolo que he tenido que es el finlandés Lasse Viren, también enfrenté al belga Emiel Puttemans y a Dick Quax, de Nueva Zelanda, lo mejor de ese tiempo, de hecho en esa competencia se rompió la marca olímpica”.

El legado que dejo es muy grande y espero sirva de motivación para todos aquellos niños y jóvenes que quieran llegar muy lejos, todo cuanto se propongan, que entiendan que pueden salir de la nada para convertirse en una leyenda”.

Este año por cierto el consagrado deportista tuvo un accidente que lo tuvo al borde de la muerte, incluso los doctores que lo intervinieron quirúrgicamente no le daban muchas esperanzas de vida, pero gracias a Dios y a la fortaleza que le dio su deporte la libró: “Fue en un momento donde en mi vida pasaron muchos cambios drásticos, tuve un divorcio, mis hijos se alejaron y caí en el vicio del alcohol; como un ser humano que soy tengo defectos, pero en realidad me debilité y entré en una gran depresión”, dijo.

Asimismo reconoció que su hija menor y la mamá de ésta le dieron todo su apoyo, “pero nunca falta la gente que hace daño, pues entraron a mi casa y quisieron llevarse las pocas cosas de valor, y en un intento por defenderme me agredieron con una botella de cristal en la cabeza… quedé mal herido, y cuando llegaron mi hija y su mama se percataron que estaba actuando muy raro, tenía mucho dolor de cabeza, no podía casi moverme, no podía hablar, vomitaba a cada rato, en ese momento llamaron a la ambulancia y me llevaron a un hospital, donde me realizaron una tomografía, revelando que debido al golpe que sufrió tenía un derrame cerebral, por lo que me trasladaron al Hospital Naval de Veracruz, donde le dijeron a mi hija y su mamá que debido al estado en el que estaba no había esperanzas de vida, que se fueran preparando para lo peor”, relató.

Algo extraño sucedió durante su hospitalización, pues el atleta nos comentó que su hija estaba llorando al recibir la lamentable noticia del doctor, pero en un momento sintió que un señor de avanzada edad se le acercó y le puso la mano en el hombro al tiempo que le dijo: “No llores, tu papá va a estar bien, él no se va a morir”, cuando ella respondió muchas gracias y volteó para verlo, no vio a nadie, pero después de eso sintió una paz y una tranquilidad total en su corazón.


En los Juegos Panamericanos de 1975, en la prueba de los 10 mil metros planos celebrada en el estadio olímpico de CU, todas las miradas estaban puestas en dos corredores: Rodolfo Gómez y el colombiano Domingo Tibaduiza, favoritos a pelear por el oro en la agotadora prueba. Nadie miró a un costado al xalapeño Luis Hernández Morales, quien con sus apenas 20 años de edad y una figura enclenque no presentaba peligro alguno, aunque ese día empezó a asomarse a la gloria.

Es cierto que el espigado deportista ya había “hecho equipo” y planeado con Rodolfo Gómez la estrategia a seguir que era que en cada vuelta uno de ellos tomaría el liderato para así cansar a sus rivales, pero desde que dieron el disparo de salida Luis Hernández se fue al frente.

“La técnica que se ocuparía en esa competencia sería que cada uno jalara una vuelta y una vuelta para que así cansáramos a nuestros oponentes, pero al dar el disparo de salida yo salí en la punta esperando la ayuda de Rodolfo, la cual nunca llegó, tuve que sostener mi ritmo durante 25 vueltas, sorprendiendo a todo el mundo que un novato de 20 años ganara los Juegos Panamericanos”, dijo un orgulloso deportista que, sin más preámbulos, es el mejor atleta de fondo de Veracruz de todos los tiempos, y en su momento del país.

Aun con la memoria fresca por dicho acontecimiento señala que al no ser visto como favorito pudo ser beneficiado. “Yo era novato (juvenil mayor), pero de quien se tenía esperanzas de ganar los Juegos Panamericanos era de Rodolfo Gómez Orozco, quien había prometido la medalla de oro al entonces presidente de la República Mexicana, Luis Echeverría Álvarez, y era el mejor corredor de fondo de aquella época… pero no lo consiguió, en cambio a mí me citó al otro día a Los Pinos y me entregó un premio por darle a México la primera medalla de oro en esos Juegos.

“Tras ganar la medalla de oro sentí tanta emoción y nostalgia de darle una satisfacción a mi familia y a mi país, es sensacional escuchar tantos aplausos y recibir muchas felicitaciones, es una sensación inigualable que nunca olvidaré, y aunque no sabía cómo le había hecho, yo declaraba a los medios de comunicación que entregué lo mejor de mí”, sostuvo.

Foto: Cortesía

Fue sin duda su mejor momento, el de mayor valor, el que le abrió las puertas a seguir participando en las mejores justas de pista y campo traviesa del mundo, incluso en esta última modalidad representó a la prestigiosa universidad estadounidense Brigham Young y venció a kenianos, etíopes y marroquís, venciendo a todos los rivales que enfrentó.

Antes de continuar, Luis Ceferino Hernández Morales, quien nació el 26 de agosto de 1955 atrás del Parque Deportivo Colón, recordó cómo fueron sus inicios y cómo es que logró percatarse de ese talento y explotarlo llevándolo a ser la máxima figura del atletismo de fondo de Xalapa y Veracruz: “Primeramente en 1968 me motivé al ver como el sargento Pedraza ganaba la medalla de plata en los 20 kilómetros de marcha, luego seguí a mi otro ídolo, Juanito Martínez, quien lamentable quedó en cuarto lugar; después entré a la secundaria “Antonio María de Rivera”, donde mi hermana empezó a correr pruebas de velocidad y me llamó la atención; yo me propuse a demostrar que podía correr mejor, y no dudando que lo podría lograr, pero jugaba futbol y beisbol que eran mis deportes favoritos. Un día mi entrenador Rubén Hernández, el Cuco, me invitó a participar en una competencia de 10 kilómetros y sin saber que sería bueno o malo, corrí junto a él, hasta que se cansó y yo seguí, logré colocarme en cuarto lugar superado por Toño Villanueva, Héctor Villanueva y Darío Mávil.

“Entonces muchos entrenadores empezaron a fijarse en mí, pero a pocos les hice caso, hasta que accidentalmente me vio el profesor Federico Hernández Arvizu, me invitó a entrenar en su grupo y ése fue el comienzo”, agregó.

Con el correr de los años su talento le estaba dando frutos y llegó incluso a enfrentar a su máximo ídolo, al finlandés Lasse Viren, medallista olímpico en 5 y 10 mil metros planos en los Juegos Olímpicos de Munich 1972 y Montreal, en 1976: “Desafortunadamente no llegué a la final porque en mi heat eliminatorio me tocó el máximo ídolo que he tenido que es el finlandés Lasse Viren, también enfrenté al belga Emiel Puttemans y a Dick Quax, de Nueva Zelanda, lo mejor de ese tiempo, de hecho en esa competencia se rompió la marca olímpica”.

El legado que dejo es muy grande y espero sirva de motivación para todos aquellos niños y jóvenes que quieran llegar muy lejos, todo cuanto se propongan, que entiendan que pueden salir de la nada para convertirse en una leyenda”.

Este año por cierto el consagrado deportista tuvo un accidente que lo tuvo al borde de la muerte, incluso los doctores que lo intervinieron quirúrgicamente no le daban muchas esperanzas de vida, pero gracias a Dios y a la fortaleza que le dio su deporte la libró: “Fue en un momento donde en mi vida pasaron muchos cambios drásticos, tuve un divorcio, mis hijos se alejaron y caí en el vicio del alcohol; como un ser humano que soy tengo defectos, pero en realidad me debilité y entré en una gran depresión”, dijo.

Asimismo reconoció que su hija menor y la mamá de ésta le dieron todo su apoyo, “pero nunca falta la gente que hace daño, pues entraron a mi casa y quisieron llevarse las pocas cosas de valor, y en un intento por defenderme me agredieron con una botella de cristal en la cabeza… quedé mal herido, y cuando llegaron mi hija y su mama se percataron que estaba actuando muy raro, tenía mucho dolor de cabeza, no podía casi moverme, no podía hablar, vomitaba a cada rato, en ese momento llamaron a la ambulancia y me llevaron a un hospital, donde me realizaron una tomografía, revelando que debido al golpe que sufrió tenía un derrame cerebral, por lo que me trasladaron al Hospital Naval de Veracruz, donde le dijeron a mi hija y su mamá que debido al estado en el que estaba no había esperanzas de vida, que se fueran preparando para lo peor”, relató.

Algo extraño sucedió durante su hospitalización, pues el atleta nos comentó que su hija estaba llorando al recibir la lamentable noticia del doctor, pero en un momento sintió que un señor de avanzada edad se le acercó y le puso la mano en el hombro al tiempo que le dijo: “No llores, tu papá va a estar bien, él no se va a morir”, cuando ella respondió muchas gracias y volteó para verlo, no vio a nadie, pero después de eso sintió una paz y una tranquilidad total en su corazón.


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