/ sábado 21 de agosto de 2021

Farmacéuticas despojan saberes de pueblos originarios

El extractivismo de saberes, es una mala práctica, pero ventajosa para la empresa que busca saquear grandes volúmenes de algo planetario, dijo Eugenia Islas, ambientalista

Xalapa, Ver.-Los pueblos originarios son poseedores de un cúmulo valioso de saberes que han sido conservados a través de los años y gracias a una relación respetuosa con la naturaleza; sin embargo, ese conocimiento está en riesgo, señala Eugenia Islas, ambientalista integrante del colectivo Nopalera.

“Este conocimiento llama la atención de las empresas, principalmente de las farmacéuticas, y llegan a las comunidades para apropiarse de él sin que haya un reconocimiento ni retribución a ese saber, y lo que terminan haciendo es un despojo de ese conocimiento colectivo”, indica Islas.

Agrega que a este tipo de práctica se le conoce como extractivismo de saberes, y que es “una mala práctica, pero ventajosa para la empresa que busca saquear grandes volúmenes de algo planetario. Normalmente lo escuchamos en minería, hidrocarburos, pero llevado al plano de los saberes originarios, significa cómo grandes interés o personas buscan ciertos conocimientos, pero no existe el darle realmente el valor a las comunidades que detentan estos saberes”.

La comunicóloga social, egresada de la UNAM, indica que las comunidades son ricas en saberes ancestrales, y que los rubros donde principalmente se da el saqueo es en la herbolaria, semillas nativas, formas sustentables de agricultura y conservación de su cosmovisión en tejidos y bordados.

Señala que el extractivismo de saberes se da donde hay mayores áreas de biodiversidad del planeta, por lo que América Latina y África son las zonas más saqueadas.

“Cuando estos grandes intereses llegan a las comunidades generan incluso conflictos, porque hay negociaciones bajo el agua con autoridades donde solo unos se ven beneficiados. No podríamos hablar de extractivismo sin hablar de la corrupción, de los vacíos legales, donde llegan estas empresas, presentan contratos aparentemente positivos, pero en realidad no hay una ventaja para la comunidad; prometen trabajos, reciprocidad monetaria, pero si realmente hubiera un equilibrio, no tendríamos estas desigualdades de comunidades empobrecidas y empresas millonarias”, argumenta la ambientalista.

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Extractivismo genera autodiscriminación

Islas, quien también imparte talleres urbanos como parte de la visión del colectivo Nopalera de ruralizar las ciudades, indica que el extractivismo afecta la visión de los pueblos originarios, pues uno de los discursos de las empresas trasnacionales es que cada persona debe ver por sí misma y su familia, lo que terminando generando conflictos al interior de la comunidad.

“En las comunidades no se tiene una visión individualista sino comunal, y entonces llegan de fuera y se valen de que estos pueblos sí es cierto que viven marginados y con pobreza, entonces comienzan a sembrar estas ideas de ‘ve solo por tu familia’, lo que afecta la forma en que se han relacionado de siempre”.

Los pueblos originarios son poseedores de un cúmulo valioso de saberes que han sido conservados a través de los años / Foto: Cortesía | Eugenia Islas

Agrega que el extractivismo surge desde ideología del desarrollo, del progreso, donde se da por sentado que el indígena es el “atrasado”, discurso que no sólo viene de las trasnacionales.

“Es un discurso colonialista que se va legitimando desde las universidades, las empresas, las asociaciones civiles, que indica que las comunidades son atrasadas y sin conocimientos reales; desde las universidades vas pensando que los saberes de las comunidades ya no tienen validez o que es mejor lo que te enseñan en una escuela”.

Por tanto, la activista considera que el extractivismo viene por parte de profesionales de la biología o de la antropología: “van a las comunidades y en lugar de darles su lugar y enaltecerlos por lo que saben, se apropian de lo que hay ahí y salen a decir ‘yo lo descubrí’, pero no, no descubrió absolutamente nada, es un saber que ya estaba y que ha permanecido durante muchos años por la memoria colectiva de esa comunidad y hay que reconocerla”.

Explica que este bombardeo discursivo que se da en las comunidades “hace que haya una auto discriminación, donde te hacen pensar que no sabes nada si no vas a la escuela, que eres un tonto, que quien sabe es el que va a la universidad; pero en realidad la gente siempre está conociendo. No se trata de despreciar ningún saber, pero no es cierto que sólo se sabe si se estudia y se va a las universidades, el conocimiento que genera la práctica es igual de valioso porque se abordan los problemas de otra forma”.


Mirar los pueblos originarios

Para Eugenia Islas es vital que se ponga atención a las comunidades, pues el saqueo de los bienes y saberes se da de manera silenciosa pero atenta contra la vida planetaria y la permanencia de los propios pueblos indígenas.

“Las comunidades originarias son las verdaderas guardianas de la biodiversidad en semillas y las defensoras del 80% de la vida en el planeta. Sin acuerdos internacionales en los que participen realmente las voces de las comunidades originarias, el mundo seguirá haciendo como que hace algo para frenar las múltiples crisis ambientales”.

Indica que, en el momento planetario actual de crisis y cambio climático, es cuando más se debe escuchar y recurrir a los saberes ancestrales, de manera respetuosa y dando el reconocimiento que merecen, pues los pueblos originarios son quienes han logrado vivir de manera armónica y sustentable.

Los pueblos originarios son poseedores de un cúmulo valioso de saberes que han sido conservados a través de los años / Foto: Cortesía | Eugenia Islas

La ambientalista invita a la población a ser autocrítica, “observar las prácticas que tenemos, qué consumismos, qué intereses hay en las empresas que nos venden productos, animarnos a analizar para desmantelar nuestro sistema de creencias, y decirnos que sí se puede vivir distinto; no es normal que el ser humano esté enfermo todo el tiempo, no es normal que exista una polaridad tan grande de desigualdad en este planeta; estas desigualdades son violentas”.

“No nos acostumbremos a mirar el mundo así, seamos capaces de visualizar esas otras formas de existir y socialicemos esa visión, hay que compartirla con las personas más cercanas, familias, amigos, y empezar por otras formas de relacionarse que vienen del pensamiento comunitario, donde la idea es pensar desde el nosotros, no desde el yo”.


Xalapa, Ver.-Los pueblos originarios son poseedores de un cúmulo valioso de saberes que han sido conservados a través de los años y gracias a una relación respetuosa con la naturaleza; sin embargo, ese conocimiento está en riesgo, señala Eugenia Islas, ambientalista integrante del colectivo Nopalera.

“Este conocimiento llama la atención de las empresas, principalmente de las farmacéuticas, y llegan a las comunidades para apropiarse de él sin que haya un reconocimiento ni retribución a ese saber, y lo que terminan haciendo es un despojo de ese conocimiento colectivo”, indica Islas.

Agrega que a este tipo de práctica se le conoce como extractivismo de saberes, y que es “una mala práctica, pero ventajosa para la empresa que busca saquear grandes volúmenes de algo planetario. Normalmente lo escuchamos en minería, hidrocarburos, pero llevado al plano de los saberes originarios, significa cómo grandes interés o personas buscan ciertos conocimientos, pero no existe el darle realmente el valor a las comunidades que detentan estos saberes”.

La comunicóloga social, egresada de la UNAM, indica que las comunidades son ricas en saberes ancestrales, y que los rubros donde principalmente se da el saqueo es en la herbolaria, semillas nativas, formas sustentables de agricultura y conservación de su cosmovisión en tejidos y bordados.

Señala que el extractivismo de saberes se da donde hay mayores áreas de biodiversidad del planeta, por lo que América Latina y África son las zonas más saqueadas.

“Cuando estos grandes intereses llegan a las comunidades generan incluso conflictos, porque hay negociaciones bajo el agua con autoridades donde solo unos se ven beneficiados. No podríamos hablar de extractivismo sin hablar de la corrupción, de los vacíos legales, donde llegan estas empresas, presentan contratos aparentemente positivos, pero en realidad no hay una ventaja para la comunidad; prometen trabajos, reciprocidad monetaria, pero si realmente hubiera un equilibrio, no tendríamos estas desigualdades de comunidades empobrecidas y empresas millonarias”, argumenta la ambientalista.

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Extractivismo genera autodiscriminación

Islas, quien también imparte talleres urbanos como parte de la visión del colectivo Nopalera de ruralizar las ciudades, indica que el extractivismo afecta la visión de los pueblos originarios, pues uno de los discursos de las empresas trasnacionales es que cada persona debe ver por sí misma y su familia, lo que terminando generando conflictos al interior de la comunidad.

“En las comunidades no se tiene una visión individualista sino comunal, y entonces llegan de fuera y se valen de que estos pueblos sí es cierto que viven marginados y con pobreza, entonces comienzan a sembrar estas ideas de ‘ve solo por tu familia’, lo que afecta la forma en que se han relacionado de siempre”.

Los pueblos originarios son poseedores de un cúmulo valioso de saberes que han sido conservados a través de los años / Foto: Cortesía | Eugenia Islas

Agrega que el extractivismo surge desde ideología del desarrollo, del progreso, donde se da por sentado que el indígena es el “atrasado”, discurso que no sólo viene de las trasnacionales.

“Es un discurso colonialista que se va legitimando desde las universidades, las empresas, las asociaciones civiles, que indica que las comunidades son atrasadas y sin conocimientos reales; desde las universidades vas pensando que los saberes de las comunidades ya no tienen validez o que es mejor lo que te enseñan en una escuela”.

Por tanto, la activista considera que el extractivismo viene por parte de profesionales de la biología o de la antropología: “van a las comunidades y en lugar de darles su lugar y enaltecerlos por lo que saben, se apropian de lo que hay ahí y salen a decir ‘yo lo descubrí’, pero no, no descubrió absolutamente nada, es un saber que ya estaba y que ha permanecido durante muchos años por la memoria colectiva de esa comunidad y hay que reconocerla”.

Explica que este bombardeo discursivo que se da en las comunidades “hace que haya una auto discriminación, donde te hacen pensar que no sabes nada si no vas a la escuela, que eres un tonto, que quien sabe es el que va a la universidad; pero en realidad la gente siempre está conociendo. No se trata de despreciar ningún saber, pero no es cierto que sólo se sabe si se estudia y se va a las universidades, el conocimiento que genera la práctica es igual de valioso porque se abordan los problemas de otra forma”.


Mirar los pueblos originarios

Para Eugenia Islas es vital que se ponga atención a las comunidades, pues el saqueo de los bienes y saberes se da de manera silenciosa pero atenta contra la vida planetaria y la permanencia de los propios pueblos indígenas.

“Las comunidades originarias son las verdaderas guardianas de la biodiversidad en semillas y las defensoras del 80% de la vida en el planeta. Sin acuerdos internacionales en los que participen realmente las voces de las comunidades originarias, el mundo seguirá haciendo como que hace algo para frenar las múltiples crisis ambientales”.

Indica que, en el momento planetario actual de crisis y cambio climático, es cuando más se debe escuchar y recurrir a los saberes ancestrales, de manera respetuosa y dando el reconocimiento que merecen, pues los pueblos originarios son quienes han logrado vivir de manera armónica y sustentable.

Los pueblos originarios son poseedores de un cúmulo valioso de saberes que han sido conservados a través de los años / Foto: Cortesía | Eugenia Islas

La ambientalista invita a la población a ser autocrítica, “observar las prácticas que tenemos, qué consumismos, qué intereses hay en las empresas que nos venden productos, animarnos a analizar para desmantelar nuestro sistema de creencias, y decirnos que sí se puede vivir distinto; no es normal que el ser humano esté enfermo todo el tiempo, no es normal que exista una polaridad tan grande de desigualdad en este planeta; estas desigualdades son violentas”.

“No nos acostumbremos a mirar el mundo así, seamos capaces de visualizar esas otras formas de existir y socialicemos esa visión, hay que compartirla con las personas más cercanas, familias, amigos, y empezar por otras formas de relacionarse que vienen del pensamiento comunitario, donde la idea es pensar desde el nosotros, no desde el yo”.


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