La investigadora del Instituto de Ecología Ornela de Gasperín Quintero declara que en 2024 ya no se debe hablar de cambio climático sino de catástrofe climática, pues las consecuencias están llegando peores y antes de lo estimado.
En "Tardes de Ciencia" de la Universidad Veracruzana, advirtió que de no hacer cambios inmediatos el ser humano está a punto de romper sistemas del planeta que llevarían a un estado no compatible con las sociedades organizadas actuales.
En análisis de los aumentos de temperatura y con datos específicos de estrés hídrico, la posdoctorada en Ecología y Evolución puntualiza que la actual es la crisis más grande de la historia de la especie comparada con un “suicidio colectivo con el pie en el acelerador… Hay que meter freno”.
De acuerdo con datos del Panel Intergubernamental de Expertos de Cambio Climático (IPCC), detalla que al paso actual, a finales de siglo habría un aumento de 3.2º Celsius, cuando no hay compatibilidad con un mundo de 3º Celsius más caliente, “no sería ni amigable ni seguro para la Humanidad”.
¿Hay esperanza? “Si cambiamos todo, sí hay una pequeña ventana de oportunidad, pero debe ser muy rápido y con cambios en el funcionamiento de las sociedades, incluidos valores, visiones del mundo, ideologías, estructuras sociales, sistemas políticos, económicos y relaciones de poder”, responde la integrante del Laboratorio Nacional de Biología del Cambio Climático-Conahcyt.
Limitar el calentamiento a 1.5 y 2º C requiere reducciones rápidas e inmediatas de emisiones de gases de efecto invernadero, añade la doctora por la Universidad de Cambridge y miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México.
En la emergencia planetaria, manifiesta la urgencia del cambio de valores, pasar de lo privado a lo público, de lo individual a lo compartido, de lo grande a lo chico, de lo nuevo a lo reparable, de lo desechable a lo reusable, de lo turístico y globalizado a lo local, y de lo eficiente y rápido a lo lento y disfrutable.
Añade que las reformas climáticas más importantes son reformas económicas y sociales: “Una economía enfocada en florecer necesidades humanas les daría excelentes niveles de vida a 10 mil millones de personas usando 60 por ciento menos energía”.
Injusticia social
La catástrofe climática es una injusticia social, dice, pues la responsabilidad de los excesos de emisiones recae en un 40 por ciento en Estados Unidos, 29 por ciento en 28 países de la Unión Europea, el 13 por ciento en el resto de Europa, el 10 por ciento en el resto del Norte global y el 8 por ciento en el sur global.
Detalla que actualmente el mundo está en 1.2º C sobre niveles pre-industriales, con la migración de 20 millones de personas por año, principalmente mujeres y niños, y que hay la idea de que las sequías e inundaciones como se viven ahora serán así año con año, pero no es cierto.
“Esto es solo el principio. Según consensos de científicos, si seguimos en esta trayectoria, la catástrofe climática llevará a que la mitad de la población humana tenga que migrar o morir. A 3.2º C deberá haber desplazamientos pues el lugar donde se vive no será habitable”, expresa.
Al referirse a las predicciones del IPCC con respecto al estrés hídrico para 2050, comparte que habrá 40 por ciento más demanda de agua de la que puede suministrarse, y entre los países afectados está México.
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Anota que habrá quien pueda pensar que es exagerado, pero asegura se trata de consensos científicos con informes y del calentamiento se sabe desde 1856; para 1988, los gobiernos ya estaban informados que se trataba de una amenaza para la especie humana.
“Para 1992 se firmaron acuerdos internacionales para protección, pero la realidad es que la última medición de 2023 confirma que hay 60 por ciento más CO2 que en 1992. Si quisiéramos quedarnos en 1.5º, tendríamos que estar reduciendo ya el 10 por ciento de las emisiones por año”, señala.
Ahonda que esta crisis no se ha frenado por las empresas fósiles con fines de lucro, por las guerras (el Pentágono emite más gases de efecto invernadero que 140 países), la situación económica, la desigualdad y la riqueza, y la modelación climática, pues se asumía que habría tecnología que capturaría CO2.
Además de enumerar la transgresión a otros límites planetarios, entre ellos la pérdida de biodiversidad y el cambio de uso de suelo, Ornela de Gasperín Quintero afirma que la ciencia ha sido muy clara, pero el actual es un problema de dinero y poder, y no se han atacado los problemas de raíz.