/ jueves 13 de septiembre de 2018

Se reestrena el filme Canoa, el vigente terror del 68

Canoa en una película convertida ahora en una obra de culto

Para Felipe Cazals el linchamiento de tres trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla, ocurrido hace 50 años y que relata en su película Canoa son sucesos “lamentablemente incorregibles. En Puebla por lo visto no hay justicia, aunque es de todo el país, pero los poblanos hacen justicia por su propia mano y su metodología es digna de un estudio profundo. No ironizo porque es lamentable: Tres siglos de evangelización no se quitan de un plumazo”.

El cineasta se refiere a otros linchamientos en poblaciones poblanas, entre ellos el ocurrido el 29 de agosto pasado en Acatlán de Osorio, donde quemaron a dos personas inocentes. Que suceda al tiempo que los estudiantes universitarios se están movilizando, le da a su cinta una vigencia brutal, pero no ve un paralelismo con los sucesos del 68 “porque cada ciclo de tiempo se repite en Puebla. No podemos hablar de una maldición, sino de que está a flor de piel un acto que junto con las condiciones de vida que son adversas en esa capa social, repentinamente se prende la mecha y todos se van al linchamiento, como se van a la fiesta: Hay algo muy profundo e inquietante”.

Por eso, le gustaría encontrar “a un sociólogo o arqueólogo social que pudiera darme una explicación que vaya más allá de la que tratamos en Canoa, en la que no intentamos hacer un testimonio de los hechos, sino un análisis crítico; ahora es lo mismo, no es sólo la miseria, el alcoholismo, el despojo, la paranoia religiosa…, qué es a final de cuentas”, pregunta.

A punto de embarcarse rumbo a Medellín, Colombia donde recibirá hoy un magno homenaje en la XII edición de la Fiesta del Libro y la Cultura,dedicada a México y nuestro cine, y donde exhibirán Los Motivos de Luz, Las vueltas del citrillo y Canoa, asegura que, si “hay una película del género de terror que se encuadre dentro de los acontecimientos del 68 y sea clara y precisa, es Canoa”.

Filmada siete años después del linchamiento de los trabajadores de la UAP ocurrido el 14 de septiembre de 1968, el rodaje se realizó en condiciones precarias en Santa Rita Tlahuapan (Puebla) “porque no podíamos arrimarnos a San Miguel Canoa”.

Durante la filmación estuvieron presentes, e incluso aparecen en la película, tres de los sobrevivientes: Julián González Báez, Roberto Rojano y Miguel Flores Cruz. “Fue si no perturbador, sí muy inquisitivo. Era muy difícil ponerlos frente al acontecimiento, aunque fuera una recreación, porque había elementos como la noche, las antorchas, los gritos, la sangre, el lodo, que los tenían que remitir inevitablemente a un episodio cercano. Para mí, significaron un barómetro para saber qué tan lejos o cerca andaba en mi proposición”.

Narrada como una suerte de documental, “la encuesta, la narración y la ficción, se intercalan de una manera admirable y la prueba es que sigue funcionando. De ahí la importancia de tener actores poco conocidos, de modo que el espectador no pudiera reflejarse,y el no mover mi cámara para nada, con el fin de no distraer para que, lo que sucede, adquiriera cada vez más peso y creara un clima de estrangulamiento”.

Con más de dos mil proyecciones desde su estreno el 7 de diciembre de 1975, Canoa, ganó el Oso de Plata de Berlín en 1976; fue remasterizada en 1999 y hace dos años fue adquirido por Criteron Collection, que reúne las mejores obras de cine para distribuirlas mundialmente.

Para Felipe Cazals el linchamiento de tres trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla, ocurrido hace 50 años y que relata en su película Canoa son sucesos “lamentablemente incorregibles. En Puebla por lo visto no hay justicia, aunque es de todo el país, pero los poblanos hacen justicia por su propia mano y su metodología es digna de un estudio profundo. No ironizo porque es lamentable: Tres siglos de evangelización no se quitan de un plumazo”.

El cineasta se refiere a otros linchamientos en poblaciones poblanas, entre ellos el ocurrido el 29 de agosto pasado en Acatlán de Osorio, donde quemaron a dos personas inocentes. Que suceda al tiempo que los estudiantes universitarios se están movilizando, le da a su cinta una vigencia brutal, pero no ve un paralelismo con los sucesos del 68 “porque cada ciclo de tiempo se repite en Puebla. No podemos hablar de una maldición, sino de que está a flor de piel un acto que junto con las condiciones de vida que son adversas en esa capa social, repentinamente se prende la mecha y todos se van al linchamiento, como se van a la fiesta: Hay algo muy profundo e inquietante”.

Por eso, le gustaría encontrar “a un sociólogo o arqueólogo social que pudiera darme una explicación que vaya más allá de la que tratamos en Canoa, en la que no intentamos hacer un testimonio de los hechos, sino un análisis crítico; ahora es lo mismo, no es sólo la miseria, el alcoholismo, el despojo, la paranoia religiosa…, qué es a final de cuentas”, pregunta.

A punto de embarcarse rumbo a Medellín, Colombia donde recibirá hoy un magno homenaje en la XII edición de la Fiesta del Libro y la Cultura,dedicada a México y nuestro cine, y donde exhibirán Los Motivos de Luz, Las vueltas del citrillo y Canoa, asegura que, si “hay una película del género de terror que se encuadre dentro de los acontecimientos del 68 y sea clara y precisa, es Canoa”.

Filmada siete años después del linchamiento de los trabajadores de la UAP ocurrido el 14 de septiembre de 1968, el rodaje se realizó en condiciones precarias en Santa Rita Tlahuapan (Puebla) “porque no podíamos arrimarnos a San Miguel Canoa”.

Durante la filmación estuvieron presentes, e incluso aparecen en la película, tres de los sobrevivientes: Julián González Báez, Roberto Rojano y Miguel Flores Cruz. “Fue si no perturbador, sí muy inquisitivo. Era muy difícil ponerlos frente al acontecimiento, aunque fuera una recreación, porque había elementos como la noche, las antorchas, los gritos, la sangre, el lodo, que los tenían que remitir inevitablemente a un episodio cercano. Para mí, significaron un barómetro para saber qué tan lejos o cerca andaba en mi proposición”.

Narrada como una suerte de documental, “la encuesta, la narración y la ficción, se intercalan de una manera admirable y la prueba es que sigue funcionando. De ahí la importancia de tener actores poco conocidos, de modo que el espectador no pudiera reflejarse,y el no mover mi cámara para nada, con el fin de no distraer para que, lo que sucede, adquiriera cada vez más peso y creara un clima de estrangulamiento”.

Con más de dos mil proyecciones desde su estreno el 7 de diciembre de 1975, Canoa, ganó el Oso de Plata de Berlín en 1976; fue remasterizada en 1999 y hace dos años fue adquirido por Criteron Collection, que reúne las mejores obras de cine para distribuirlas mundialmente.

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