/ miércoles 15 de enero de 2020

Arqueólogos de UV hallan vestigios de asentamiento prehispánico en la región

Es la primera exploración de este tipo en la zona; descubrimientos serán de vital importancia para la historia de Teocelo, dice investigador

ISLA GRANDE (Teocelo), Ver.- “Donde las personas veían cerros nosotros vimos dos edificios prehispánicos”, asegura Alfredo Vargas González, académico e investigador de la carrera de Antropología de la Universidad Veracruzana (UV), quien junto a 15 estudiantes universitarios realizan una exploración arqueológica, la primera en su tipo, en un sitio que ellos han bautizado como “El Jobo- Los Cerritos”.

El terreno explorado –ubicado al sureste de la cabecera municipal de Teocelo- es propiedad de Heriberto Mendoza, un campesino que utiliza estas tierras para la siembra de café y cítricos. Tras darle a conocer el proyecto, el habitante de la comunidad de Isla Grande ha permitido que el grupo de investigadores se asienten durante casi un mes con el fin de encontrar piezas que permitan conocer detalles de la población, dieta, aspecto físico, estilos de cerámica y consumo de la gente que vivió hace siglos. “La gente le llama a esta zona ‘Los cerritos’ debido a estos dos ‘cerritos’ que realmente son emplazamientos prehispánicos. Son edificios que delimitan una plaza habitacional”, precisó.

Entrevistado en el campamento base que los antropólogos han establecido en la zona, el catedrático explica que el espacio que ahora posee Mendoza pudo ser un asentamiento habitacional en el siglo IX después de Cristo, esto de acuerdo a los restos que han ido encontrando y almacenando los estudiantes. Sin embargo, será hasta dentro de seis meses cuando concluya la primera parte de la investigación de los restos y cuando se pueda asegurar el tipo de dinámica que se desarrolló en la tierra del ocelote.

ASENTAMIENTOS HABITACIONALES

Luego de una semana de trabajo, los antropólogos de la UV ya han establecido en el predio cuatro espacios de trabajo en los que han cavado y colocado los señalamientos necesarios.

Sin embargo, la lluvia de ayer dificultó el trabajo y obligó a los universitarios y su profesor a detenerse y buscar refugio bajo una lona azul. Con una extensión de dos por dos metros, las unidades de excavación en las que han trabajan lucen llenas de agua.

Pese al contratiempo, los jóvenes estudiantes se muestran animados en su exploración de campo. Aún más significativo es que la primera excavación de su carrera profesional sea en un sitio que ellos descubrieron el año pasado y que en seis días de trabajo ya haya arrojado decenas de vestigios.

El investigador de la Facultad de Antropología de la UV destaca que la que realizan es la primera exploración arqueológica de la zona ya que hasta el momento, solo se tiene conocimiento de la forma de vida que se tenía en los municipios de Xalapa y Xico. Precisó que los antecedentes de ambos municipios vecinos permiten calcular que en la localidad de Isla Grande, en Teocelo hubo ocupación desde el siglo IV A.C hasta el siglo VII DC. “El material que hemos visto aquí, hasta ahora, parece ser que es del siglo IX DC, lo que en arqueología se le conoce como postclásico temprano de la costa del Golfo de Veracruz”.

Bajo la llovizna que no cede, explica que la que ocupan es una zona importante a nivel geográfico, histórico y cultural debido a la conexión que tiene con otras regiones del estado de Veracruz. Por ello, añade, los descubrimientos que realicen serán de vital importancia para la historia de este municipio. “Esperamos encontrar indicadores que nos hablen de la dieta o paleodieta y ojalá podamos sacar muestras de tierra para datación de carbono 14 lo que nos permitiría tener fechas absolutas en el tiempo”.

La exploración arrancó de manera formal el pasado 6 de enero y concluirá el 30 de enero; sin embargo, hasta el momento se tiene apenas un avance de un 10 por ciento. Pese a esto, el profesor universitario descartó que la lluvia ocasione retrasos significativos para la investigación ya que se trata de un proyecto que está contemplado para dos décadas. “Estamos buscando orígenes y un poco de evidencia de la vida pasada a través de los artefactos que vayamos encontrando y eso no es tarea fácil”, reconoce.

RESTOS Y BASURA, TESOROS PARA ARQUEÓLOGOS

Jonathan Israel González Ramírez, quien cursa el quinto semestre de la carrera de Arqueología, en la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana, asegura que fue el año pasado cuando en un recorrido notaron indicios de que la zona había sido habitada varios siglos atrás. Destacó que tras conversar con pobladores de la localidad de Isla Grande pudieron confirmar que ellos ya habían encontrado algunos restos de cerámica y ‘basura’ de la época confirmando así que hubo asentamientos. “Al final la arqueología se trata de estos restos y aquí lo que podemos inducir con ellos es que hubo presencia doméstica bastante intensa”.

Tras estas confirmaciones es que los estudiantes y Alfredo Vargas González llevan a cabo el proyecto arqueológico y lo envían al Consejo de Arqueología para su aprobación. Posteriormente solicitan la anuencia del Ayuntamiento de Teocelo y hablan con el propietario del terreno para darle a conocer la intención. En todos los casos reciben las autorizaciones correspondientes por lo que deciden ocupar el periodo intersemestral para realizar las excavaciones que concluirán el último día de enero.

Lo que sigue después del trabajo de campo es regresar a los laboratorios a hacer comparaciones de fragmentos, de cerámicas para establecer estilos, antigüedad y tipología.

González Ramírez asegura que los habitantes de Isla Grande tomaron con mucho agrado la noticia de las exploraciones arqueológicas de su comunidad y que han sido ellos los que han apoyado los trabajos no solo procurando con comida y agua a los integrantes, sino compartiendo parte de los hallazgos que durante años han encontrado en sus casas y terrenos. Por su parte, el ayuntamiento de Teocelo a través de su cuerpo edilicio también han colaborado de manera estrecha con estudiantes y el profesor que ya viven en este espacio. “El propietario del lugar ha colaborado mucho con nosotros y está muy emocionado con el trabajo que se está haciendo. Hace un año que llegamos él nos dijo que teníamos las puertas abiertas y nos donó algunas piezas que había encontrado, fragmentos de cerámica”.

APARECIERON LOS PRIMEROS VESTIGIOS

Con los primeros días de excavación han comenzado a surgir ya piezas que pueden “hablar” de la vida que tenían los habitantes del espacio que ahora forma parte de Teocelo. Con palas, picos, guantes y cintas métricas, los arqueólogos en formación y su maestro han seleccionado aquellos restos que ayuden a la investigación de la vida cotidiana.

Y es que, de acuerdo al catedrático que encabeza el proyecto, este espacio podría constituir una especie de “Infonavit” de la época. En los espacios elevados habrían estado construidas las casas y en los bajos, las plazas o patios comunes.

Hasta el momento, en el primero de los cuatro pozos de sondeos que los universitarios realizaron en El Jobo- Los Cerritos, se tuvo el hallazgo de dos piezas. Esto obligó a los estudiantes a extender el terreno a escavar y aumentar un metro por un metro más en la parte suroeste, cuenta Martín Iván Hernández Martínez, universitario. Explicó que estos primeros vestigios son de cerámica y se espera que en los próximos días se pueda confirmar si son piezas completas o solo fragmentos además de piezas de obsidiana.

Aquí en nuestro pozo vamos a determinar la cronología del tiempo mediante las capas que tenemos estatigráficas. Tenemos ya unos perfiles, que ya se mojaron, pero que establecen diferencia de coloración en las capas que pueden ser de uso o de cultivos.

En el segundo pozo de sondeo, explica Francisco Córdoba, se presentaron dificultades especiales ya que la composición de la tierra es más arcillosa que el resto de los espacios de trabajo. Es por ello que los estudiantes determinaron que se iba a acortar el área a cavar y limitarse a un metro cuadrado a fin de conocer el tipo de tierra y el tiempo de ocupación del suelo. “Esta es una plaza que está en medio de los asentamientos y lo que queremos es determinar el uso que se le daba a este espacio. Saber qué es lo que se hacía y los alcances de estos”, precisó el estudiante.

El tercer pozo de sondeo ha sido hasta el momento el que más evidencia ha dado y mediante el cual se tienen ya evidencias de la forma en que vivían las personas que se asentaron de manera inicial en este espacio. Lizet Canela, estudiante de Arqueología, explicó que de este espacio se ha obtenido material cerámico, comúnmente denominados tepalcates, pero que hasta el momento no han salido piezas completas. “Pero ya con esos fragmentos tenemos indicios de las actividades que se pudieron haber realizado”.

La estudiante expuso que cada vez que una pieza o fragmento es hallado se deposita en bolsas de plástico con una etiqueta en la que se apunta el nombre del sitio, el lugar en el que se encuentra, la capa de la que surgió así como la fecha y el nombre de la persona que lo encontró. “Así se va haciendo registro por niveles. Hasta ahora en el primer nivel no encontramos nada, en el segundo y tercero tuvimos cerca de 30, pero esperamos que conforme avance la excavación se encuentre más material”.

Cabe destacar que, de manera simultánea a la exploración arqueológica de “El Jobo- Los Cerritos”, se llevan a cabo cuatro proyectos más por parte de la Universidad Veracruzana. Uno de ellos es encabezado por el profesor Rodolfo Parra en el municipio de Tenampa; uno más en Jamapa, liderado por Lucía Martínez; otro proyecto de Martha Hernández Velasco, en Córdoba y finalmente un proyecto encabezado por Lourdes Budar, en la zona de Los Tuxtlas.

ISLA GRANDE (Teocelo), Ver.- “Donde las personas veían cerros nosotros vimos dos edificios prehispánicos”, asegura Alfredo Vargas González, académico e investigador de la carrera de Antropología de la Universidad Veracruzana (UV), quien junto a 15 estudiantes universitarios realizan una exploración arqueológica, la primera en su tipo, en un sitio que ellos han bautizado como “El Jobo- Los Cerritos”.

El terreno explorado –ubicado al sureste de la cabecera municipal de Teocelo- es propiedad de Heriberto Mendoza, un campesino que utiliza estas tierras para la siembra de café y cítricos. Tras darle a conocer el proyecto, el habitante de la comunidad de Isla Grande ha permitido que el grupo de investigadores se asienten durante casi un mes con el fin de encontrar piezas que permitan conocer detalles de la población, dieta, aspecto físico, estilos de cerámica y consumo de la gente que vivió hace siglos. “La gente le llama a esta zona ‘Los cerritos’ debido a estos dos ‘cerritos’ que realmente son emplazamientos prehispánicos. Son edificios que delimitan una plaza habitacional”, precisó.

Entrevistado en el campamento base que los antropólogos han establecido en la zona, el catedrático explica que el espacio que ahora posee Mendoza pudo ser un asentamiento habitacional en el siglo IX después de Cristo, esto de acuerdo a los restos que han ido encontrando y almacenando los estudiantes. Sin embargo, será hasta dentro de seis meses cuando concluya la primera parte de la investigación de los restos y cuando se pueda asegurar el tipo de dinámica que se desarrolló en la tierra del ocelote.

ASENTAMIENTOS HABITACIONALES

Luego de una semana de trabajo, los antropólogos de la UV ya han establecido en el predio cuatro espacios de trabajo en los que han cavado y colocado los señalamientos necesarios.

Sin embargo, la lluvia de ayer dificultó el trabajo y obligó a los universitarios y su profesor a detenerse y buscar refugio bajo una lona azul. Con una extensión de dos por dos metros, las unidades de excavación en las que han trabajan lucen llenas de agua.

Pese al contratiempo, los jóvenes estudiantes se muestran animados en su exploración de campo. Aún más significativo es que la primera excavación de su carrera profesional sea en un sitio que ellos descubrieron el año pasado y que en seis días de trabajo ya haya arrojado decenas de vestigios.

El investigador de la Facultad de Antropología de la UV destaca que la que realizan es la primera exploración arqueológica de la zona ya que hasta el momento, solo se tiene conocimiento de la forma de vida que se tenía en los municipios de Xalapa y Xico. Precisó que los antecedentes de ambos municipios vecinos permiten calcular que en la localidad de Isla Grande, en Teocelo hubo ocupación desde el siglo IV A.C hasta el siglo VII DC. “El material que hemos visto aquí, hasta ahora, parece ser que es del siglo IX DC, lo que en arqueología se le conoce como postclásico temprano de la costa del Golfo de Veracruz”.

Bajo la llovizna que no cede, explica que la que ocupan es una zona importante a nivel geográfico, histórico y cultural debido a la conexión que tiene con otras regiones del estado de Veracruz. Por ello, añade, los descubrimientos que realicen serán de vital importancia para la historia de este municipio. “Esperamos encontrar indicadores que nos hablen de la dieta o paleodieta y ojalá podamos sacar muestras de tierra para datación de carbono 14 lo que nos permitiría tener fechas absolutas en el tiempo”.

La exploración arrancó de manera formal el pasado 6 de enero y concluirá el 30 de enero; sin embargo, hasta el momento se tiene apenas un avance de un 10 por ciento. Pese a esto, el profesor universitario descartó que la lluvia ocasione retrasos significativos para la investigación ya que se trata de un proyecto que está contemplado para dos décadas. “Estamos buscando orígenes y un poco de evidencia de la vida pasada a través de los artefactos que vayamos encontrando y eso no es tarea fácil”, reconoce.

RESTOS Y BASURA, TESOROS PARA ARQUEÓLOGOS

Jonathan Israel González Ramírez, quien cursa el quinto semestre de la carrera de Arqueología, en la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana, asegura que fue el año pasado cuando en un recorrido notaron indicios de que la zona había sido habitada varios siglos atrás. Destacó que tras conversar con pobladores de la localidad de Isla Grande pudieron confirmar que ellos ya habían encontrado algunos restos de cerámica y ‘basura’ de la época confirmando así que hubo asentamientos. “Al final la arqueología se trata de estos restos y aquí lo que podemos inducir con ellos es que hubo presencia doméstica bastante intensa”.

Tras estas confirmaciones es que los estudiantes y Alfredo Vargas González llevan a cabo el proyecto arqueológico y lo envían al Consejo de Arqueología para su aprobación. Posteriormente solicitan la anuencia del Ayuntamiento de Teocelo y hablan con el propietario del terreno para darle a conocer la intención. En todos los casos reciben las autorizaciones correspondientes por lo que deciden ocupar el periodo intersemestral para realizar las excavaciones que concluirán el último día de enero.

Lo que sigue después del trabajo de campo es regresar a los laboratorios a hacer comparaciones de fragmentos, de cerámicas para establecer estilos, antigüedad y tipología.

González Ramírez asegura que los habitantes de Isla Grande tomaron con mucho agrado la noticia de las exploraciones arqueológicas de su comunidad y que han sido ellos los que han apoyado los trabajos no solo procurando con comida y agua a los integrantes, sino compartiendo parte de los hallazgos que durante años han encontrado en sus casas y terrenos. Por su parte, el ayuntamiento de Teocelo a través de su cuerpo edilicio también han colaborado de manera estrecha con estudiantes y el profesor que ya viven en este espacio. “El propietario del lugar ha colaborado mucho con nosotros y está muy emocionado con el trabajo que se está haciendo. Hace un año que llegamos él nos dijo que teníamos las puertas abiertas y nos donó algunas piezas que había encontrado, fragmentos de cerámica”.

APARECIERON LOS PRIMEROS VESTIGIOS

Con los primeros días de excavación han comenzado a surgir ya piezas que pueden “hablar” de la vida que tenían los habitantes del espacio que ahora forma parte de Teocelo. Con palas, picos, guantes y cintas métricas, los arqueólogos en formación y su maestro han seleccionado aquellos restos que ayuden a la investigación de la vida cotidiana.

Y es que, de acuerdo al catedrático que encabeza el proyecto, este espacio podría constituir una especie de “Infonavit” de la época. En los espacios elevados habrían estado construidas las casas y en los bajos, las plazas o patios comunes.

Hasta el momento, en el primero de los cuatro pozos de sondeos que los universitarios realizaron en El Jobo- Los Cerritos, se tuvo el hallazgo de dos piezas. Esto obligó a los estudiantes a extender el terreno a escavar y aumentar un metro por un metro más en la parte suroeste, cuenta Martín Iván Hernández Martínez, universitario. Explicó que estos primeros vestigios son de cerámica y se espera que en los próximos días se pueda confirmar si son piezas completas o solo fragmentos además de piezas de obsidiana.

Aquí en nuestro pozo vamos a determinar la cronología del tiempo mediante las capas que tenemos estatigráficas. Tenemos ya unos perfiles, que ya se mojaron, pero que establecen diferencia de coloración en las capas que pueden ser de uso o de cultivos.

En el segundo pozo de sondeo, explica Francisco Córdoba, se presentaron dificultades especiales ya que la composición de la tierra es más arcillosa que el resto de los espacios de trabajo. Es por ello que los estudiantes determinaron que se iba a acortar el área a cavar y limitarse a un metro cuadrado a fin de conocer el tipo de tierra y el tiempo de ocupación del suelo. “Esta es una plaza que está en medio de los asentamientos y lo que queremos es determinar el uso que se le daba a este espacio. Saber qué es lo que se hacía y los alcances de estos”, precisó el estudiante.

El tercer pozo de sondeo ha sido hasta el momento el que más evidencia ha dado y mediante el cual se tienen ya evidencias de la forma en que vivían las personas que se asentaron de manera inicial en este espacio. Lizet Canela, estudiante de Arqueología, explicó que de este espacio se ha obtenido material cerámico, comúnmente denominados tepalcates, pero que hasta el momento no han salido piezas completas. “Pero ya con esos fragmentos tenemos indicios de las actividades que se pudieron haber realizado”.

La estudiante expuso que cada vez que una pieza o fragmento es hallado se deposita en bolsas de plástico con una etiqueta en la que se apunta el nombre del sitio, el lugar en el que se encuentra, la capa de la que surgió así como la fecha y el nombre de la persona que lo encontró. “Así se va haciendo registro por niveles. Hasta ahora en el primer nivel no encontramos nada, en el segundo y tercero tuvimos cerca de 30, pero esperamos que conforme avance la excavación se encuentre más material”.

Cabe destacar que, de manera simultánea a la exploración arqueológica de “El Jobo- Los Cerritos”, se llevan a cabo cuatro proyectos más por parte de la Universidad Veracruzana. Uno de ellos es encabezado por el profesor Rodolfo Parra en el municipio de Tenampa; uno más en Jamapa, liderado por Lucía Martínez; otro proyecto de Martha Hernández Velasco, en Córdoba y finalmente un proyecto encabezado por Lourdes Budar, en la zona de Los Tuxtlas.

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