/ domingo 21 de junio de 2020

Así vivo el coronavirus desde mi reclusión

María Fernanda purga una condena por ser cómplice de robo a una tiendita; desde una cárcel narra cómo sobrelleva la pandemia por coronavirus

Atrincherada en su casa, con una mesa bien provista y el mundo a sus pies a través de banda ancha de wifi, spotify y netflix, entre otras plataformas creativas y recreativas, Míriam espera con paciencia que concluya la pandemia del Covid-19.

En la comodidad de esa burbuja, a Míriam le cuesta trabajo distinguir la ficción de la realidad, frente al bombardeo mediático de fake news y los “escándalos” triviales que se generan día con día en las redes sociales, escondiendo, debajo de la alfombra, el dolor de quienes sufren de verdad.

Por eso se quedó pasmada cuando leyó en Twitter un relato de @Reinserta, convertido en un hilo sobre la vida de María Fernanda en una cárcel de México, desde donde intenta sobrevivir al coronavirus. Así, #ReinsertaRelata

Les quiero contar una historia. Me llamo María Fernanda. María nunca me ha gustado, pero Fernanda tampoco, entonces hice que mis amigas desde siempre me dijeran Brujita. Me gustaba la idea de disfrazarme y de poder hacer magia para cambiar mi vida. Hoy, hace 5 años que estoy en un centro penitenciario y quiero contarles por qué me gustaría que eso de Brujita fuera cierto para no estar viviendo la pandemia de COVID-19 acá adentro

“Yo la verdad anduve con malas amistades desde chiquita. El señor que embarazó a mi mamá se fue de la casa cuando yo tenía como 4 o 5 años. Mi mamá entonces tuvo que irse a vivir con sus hermanas porque ya no podía pagar el cuartito donde vivíamos. Mis tías siempre han sido buenas personas. Me acuerdo que de chiquita me regalaron una calabaza de plástico bien chida para ir a pedir calaverita. Ahora que hago memoria, creo que de ahí vino lo de Brujita. Si bien mis tías eran buenas conmigo y nos daban lo que podían, uno de mis tíos era otra cosa completamente. Le gustaba irse a tomar a las cantinas y a veces se perdía por semanas enteras”.

"Mi tía sufría mucho y cuando regresaba ya sabía que se tenía que preparar para una golpiza. Yo, la verdad, odiaba ese ambiente de violencia y mucho llanto, y a las primeras que tenía de salirme, lo hacía...”.

"Así fue como conocí a Pancho. Pancho era un niño que me caía re-bien. Siempre decía cosas chistosas y cuando era chiquito, era muy amable con todos. Pero las cosas empezaron a cambiar cuando entramos a la secu”. “Ahí se empezó a llevar con niños que se la pasaban drogándose y haciendo destrozos. Yo, la verdad quería mucho a Pancho y lo seguía a todos lados sólo para estar con él. Creo que esa fue la primera vez que me enamoré”. “Total que pa no hacerles el cuento largo, un día agarraron a Pancho entrando a una tiendita a robar. Yo sólo lo estaba esperando afuera, pero poco importó. Cuando menos me di cuenta, ya estaba privada de mi libertad”. “En el proceso hubo abogados que solamente le robaron mucho dinero a mi familia y demás cosas muy horribles que luego contaré en otra historia. Ahora, de lo que de verdad quiero hablarles, es de la pandemia acá adentro...”.

“En el centro penitenciario hay muchísimos casos de COVID-19. La verdad fue un proceso muy raro el enterarnos poco a poco de lo que era esta enfermedad. No sabíamos nada”.

“Al principio no entendíamos por qué había tanto miedo y pocas palabras por algo que, nos decían, era como una gripa, pero cuando nos dimos cuenta de la cantidad de contagios, pudimos ver la razón del alboroto”.

“Tengo muchas compañeras a las que han estado aislando por la enfermedad y nos tienen amenazadas de que no podemos decir nada”. “La directora ha mandado a golpearnos y nos ha repetido muchas veces que no podemos hablar ni decir nada a nuestros familiares. Esto, combinado con el miedo a la enfermedad es algo muy horrible, la verdad”. Yo agradezco que no me he sentido mal, si no, no sé qué hubiera hecho. Hace muchas semanas que no hablo con mi familia y estoy segura que también la está pasando mal, pobrecita. Si de por sí estar encerrada acá es bien feo, cuando te cortan la poca comunicación que puedes tener es mucho peor. Pero también hay días que sientes que la vida se te va de la angustia”. “Amigas y amigos, cuídense mucho y cuiden a los que quieren, mientras nosotros seguiremos acá adentro luchando por sobrevivir y que el coronavirus no nos derrote a todos. ¡Se despide la Brujita, bye! #ReinsertaRelata”.

Atrincherada en su casa, con una mesa bien provista y el mundo a sus pies a través de banda ancha de wifi, spotify y netflix, entre otras plataformas creativas y recreativas, Míriam espera con paciencia que concluya la pandemia del Covid-19.

En la comodidad de esa burbuja, a Míriam le cuesta trabajo distinguir la ficción de la realidad, frente al bombardeo mediático de fake news y los “escándalos” triviales que se generan día con día en las redes sociales, escondiendo, debajo de la alfombra, el dolor de quienes sufren de verdad.

Por eso se quedó pasmada cuando leyó en Twitter un relato de @Reinserta, convertido en un hilo sobre la vida de María Fernanda en una cárcel de México, desde donde intenta sobrevivir al coronavirus. Así, #ReinsertaRelata

Les quiero contar una historia. Me llamo María Fernanda. María nunca me ha gustado, pero Fernanda tampoco, entonces hice que mis amigas desde siempre me dijeran Brujita. Me gustaba la idea de disfrazarme y de poder hacer magia para cambiar mi vida. Hoy, hace 5 años que estoy en un centro penitenciario y quiero contarles por qué me gustaría que eso de Brujita fuera cierto para no estar viviendo la pandemia de COVID-19 acá adentro

“Yo la verdad anduve con malas amistades desde chiquita. El señor que embarazó a mi mamá se fue de la casa cuando yo tenía como 4 o 5 años. Mi mamá entonces tuvo que irse a vivir con sus hermanas porque ya no podía pagar el cuartito donde vivíamos. Mis tías siempre han sido buenas personas. Me acuerdo que de chiquita me regalaron una calabaza de plástico bien chida para ir a pedir calaverita. Ahora que hago memoria, creo que de ahí vino lo de Brujita. Si bien mis tías eran buenas conmigo y nos daban lo que podían, uno de mis tíos era otra cosa completamente. Le gustaba irse a tomar a las cantinas y a veces se perdía por semanas enteras”.

"Mi tía sufría mucho y cuando regresaba ya sabía que se tenía que preparar para una golpiza. Yo, la verdad, odiaba ese ambiente de violencia y mucho llanto, y a las primeras que tenía de salirme, lo hacía...”.

"Así fue como conocí a Pancho. Pancho era un niño que me caía re-bien. Siempre decía cosas chistosas y cuando era chiquito, era muy amable con todos. Pero las cosas empezaron a cambiar cuando entramos a la secu”. “Ahí se empezó a llevar con niños que se la pasaban drogándose y haciendo destrozos. Yo, la verdad quería mucho a Pancho y lo seguía a todos lados sólo para estar con él. Creo que esa fue la primera vez que me enamoré”. “Total que pa no hacerles el cuento largo, un día agarraron a Pancho entrando a una tiendita a robar. Yo sólo lo estaba esperando afuera, pero poco importó. Cuando menos me di cuenta, ya estaba privada de mi libertad”. “En el proceso hubo abogados que solamente le robaron mucho dinero a mi familia y demás cosas muy horribles que luego contaré en otra historia. Ahora, de lo que de verdad quiero hablarles, es de la pandemia acá adentro...”.

“En el centro penitenciario hay muchísimos casos de COVID-19. La verdad fue un proceso muy raro el enterarnos poco a poco de lo que era esta enfermedad. No sabíamos nada”.

“Al principio no entendíamos por qué había tanto miedo y pocas palabras por algo que, nos decían, era como una gripa, pero cuando nos dimos cuenta de la cantidad de contagios, pudimos ver la razón del alboroto”.

“Tengo muchas compañeras a las que han estado aislando por la enfermedad y nos tienen amenazadas de que no podemos decir nada”. “La directora ha mandado a golpearnos y nos ha repetido muchas veces que no podemos hablar ni decir nada a nuestros familiares. Esto, combinado con el miedo a la enfermedad es algo muy horrible, la verdad”. Yo agradezco que no me he sentido mal, si no, no sé qué hubiera hecho. Hace muchas semanas que no hablo con mi familia y estoy segura que también la está pasando mal, pobrecita. Si de por sí estar encerrada acá es bien feo, cuando te cortan la poca comunicación que puedes tener es mucho peor. Pero también hay días que sientes que la vida se te va de la angustia”. “Amigas y amigos, cuídense mucho y cuiden a los que quieren, mientras nosotros seguiremos acá adentro luchando por sobrevivir y que el coronavirus no nos derrote a todos. ¡Se despide la Brujita, bye! #ReinsertaRelata”.

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