/ lunes 30 de diciembre de 2019

Comparte su décima novela

De visita en Xalapa, una ciudad que ha sido parte fundamental de su vida y de su literatura, el escritor radicado en El Paso, Texas, pero originario de Minatitlán (1947), Luis Arturo Ramos, trae en sus manos Los motivos de Bayardo

De visita en Xalapa, una ciudad que ha sido parte fundamental de su vida y de su literatura, el escritor radicado en El Paso, Texas, pero originario de Minatitlán (1947), Luis Arturo Ramos, trae en sus manos Los motivos de Bayardo, su décima novela, ligada de alguna manera a la novena, De puño y letra.

Autor de Violeta-Perú (1979), Intramuros (1983); Este era un gato (1988); La mujer que quiso ser Dios (2000) y Mickey y sus amigos (2010), entre una gran cantidad de cuentos, novelas y ensayos literarios, Luis Arturo Ramos sigue explorando el mundo de los intelectuales y el poder.

¿Regresa Bayardo Arizpe el poeta-detective de tu novela anterior, De puño y letra?

Desde el punto de vista literario yo tenía el interés de retomar no solo un argumento específico, sino un personaje, una serie de personajes para que reaparecieran en otro de mis libros. Los motivos de Bayardo es una secuela de De puño y letra, aunque Bayardo no es el protagonista principal sino uno de los varios protagonistas.

Es, como dicen los profesores de letras, una novela polifónica, donde varios personajes, ocho o nueve personajes, recurren alrededor del argumento central, que no voy a decir cuál es para que vayan y la compren los incautos. (Sonríe)

¿Por qué Bayardo? ¿Qué me puedes decir concretamente del nombre?

Bayardo era un personaje del siglo XIX, el caballero sin miedo y sin tacha. Era así como una especie de equivalente a D'Artagnan, el mosquetero. Bayardo es un nombre que tiene una gran connotación, un gran peso literario e histórico. Es el valiente, el héroe, el que antepone todo, para quien lo principal es el honor y la justicia, de ahí surge. Su madre le pone Bayardo porque es una manera de bautizarlo y encausarlo.

Como en De puño y letra, nuevamente planteas el tema de escritores, intelectuales y el poder.

Definitivamente es el mismo argumento. A mí siempre me ha interesado esa relación del intelectual, específicamente del escritor de un país de poca lectura, de escasísima lectura. Esa relación, que no existe en otros países. A mí siempre me dicen por qué en México a los autores le preguntan de todo, desde por qué hay baches en las calles, por qué el peso está tan arriba o tan abajo, qué pasa con la política, etcétera.

En otros países a nadie le interesa lo que piensan los escritores, aquí sí. Entonces me interesaba reflexionar mucho acerca de esta situación, la relación del poder con el escritor y esas formas de vivir dentro del presupuesto cultural y demás.

De Octavio Paz y Carlos Salinas a Elena Poniatowska y Andrés Manuel López Obrador.

Bueno, yo no veo mucha diferencia. Octavio Paz déjate de Salinas, Octavio Paz decía que Echeverría le devolvió la transparencia a las palabras y en todas las fotos vemos a todo ese grupo de intelectuales retratados con el presidente en turno, incluyendo la situación actual.

Se sigue repitiendo este esquema.

Se sigue repitiendo. Yo creo que el intelectual debe mantener distancia, la sana distancia con el poder, que amerita y además da crédito a su crítica, la necesaria crítica, porque no hay hombres perfectos, todos cometen errores y es necesario que se los indique todo el mundo.

El ciudadano común y corriente, como soy yo, los criticamos con nuestro voto, porque por fortuna ya el voto cuenta y entonces votamos a favor o en contra de un proyecto de una personalidad o demás. El intelectual tiene que ser crítico y para que su crítica sea válida tiene que estar garantizada por su relación o falta de relación con el poder.

¿Qué piensas, como también lo planteas en la novela, del escritor, del artista, del poeta que se burocratiza?

Bueno, de alguna manera los que trabajamos tras un escritorio somos burócratas. Hay que separar muy bien la producción literaria, poética, de la manera en que te ganas la vida. Uno se gana la vida donde hay trabajo, pero no puedes supeditar tu obra literaria a las conveniencias del poder político ni del poder cultural, ni del poder editorial.

Uno de los problemas que yo veo actualmente es que las editoriales están imponiendo estilos, tendencias e inclusive extensiones, sobre todo en los autores jóvenes y ese tipo de imposición afecta lo que tu libérrima disposición a escribir acerca de lo que quieras pese a los riesgos.

Yo me vanaglorio y lo digo con mucho orgullo, que siempre he escrito lo que me sale de las tripas, lo que me interesa y por fortuna y esta novela es un ejemplo, esta es la novela número 10, y pues publico y ya que si me leen o no es otra cosa y no gano dinero de lo que publico, porque vendo muy poco, pero al menos me queda la satisfacción de hacer lo que se me pega la regalada gana.

¿Qué es lo que más te ha gustado a ti como lector de ti mismo, de Los motivos de Bayardo?

Mira, una que creo, que llevé a buen término, eso lo dirá el lector, si es que leyó la primera novela, que es un argumento interesante, que se sostiene.

Robándole una frase a Sergio Pitol, pasión por el argumento, por el tema. Es una novela que disfruté mucho porque no solo está encuadrada por el tema de la novela negra, policiaca y ahí tienes una necesidad, una obligación secuencial de ir desarrollando los subtemas hasta que explote en el final. El descubrir el misterio, en este caso, cuáles son los motivos de Bayardo para haber hecho lo que hizo a lo largo del tema. Pasión por la trama, decía Sergio Pitol. Y a mí me interesan mucho las tramas, la construcción de historias y por lo tanto de personajes fidedignos, creíbles, verosímiles.

En México a los autores le preguntan de todo, desde por qué hay baches en las calles, por qué el peso está tan arriba o tan abajo, qué pasa con la política, etcétera. En otros países a nadie le interesa lo que piensan los escritores.

De visita en Xalapa, una ciudad que ha sido parte fundamental de su vida y de su literatura, el escritor radicado en El Paso, Texas, pero originario de Minatitlán (1947), Luis Arturo Ramos, trae en sus manos Los motivos de Bayardo, su décima novela, ligada de alguna manera a la novena, De puño y letra.

Autor de Violeta-Perú (1979), Intramuros (1983); Este era un gato (1988); La mujer que quiso ser Dios (2000) y Mickey y sus amigos (2010), entre una gran cantidad de cuentos, novelas y ensayos literarios, Luis Arturo Ramos sigue explorando el mundo de los intelectuales y el poder.

¿Regresa Bayardo Arizpe el poeta-detective de tu novela anterior, De puño y letra?

Desde el punto de vista literario yo tenía el interés de retomar no solo un argumento específico, sino un personaje, una serie de personajes para que reaparecieran en otro de mis libros. Los motivos de Bayardo es una secuela de De puño y letra, aunque Bayardo no es el protagonista principal sino uno de los varios protagonistas.

Es, como dicen los profesores de letras, una novela polifónica, donde varios personajes, ocho o nueve personajes, recurren alrededor del argumento central, que no voy a decir cuál es para que vayan y la compren los incautos. (Sonríe)

¿Por qué Bayardo? ¿Qué me puedes decir concretamente del nombre?

Bayardo era un personaje del siglo XIX, el caballero sin miedo y sin tacha. Era así como una especie de equivalente a D'Artagnan, el mosquetero. Bayardo es un nombre que tiene una gran connotación, un gran peso literario e histórico. Es el valiente, el héroe, el que antepone todo, para quien lo principal es el honor y la justicia, de ahí surge. Su madre le pone Bayardo porque es una manera de bautizarlo y encausarlo.

Como en De puño y letra, nuevamente planteas el tema de escritores, intelectuales y el poder.

Definitivamente es el mismo argumento. A mí siempre me ha interesado esa relación del intelectual, específicamente del escritor de un país de poca lectura, de escasísima lectura. Esa relación, que no existe en otros países. A mí siempre me dicen por qué en México a los autores le preguntan de todo, desde por qué hay baches en las calles, por qué el peso está tan arriba o tan abajo, qué pasa con la política, etcétera.

En otros países a nadie le interesa lo que piensan los escritores, aquí sí. Entonces me interesaba reflexionar mucho acerca de esta situación, la relación del poder con el escritor y esas formas de vivir dentro del presupuesto cultural y demás.

De Octavio Paz y Carlos Salinas a Elena Poniatowska y Andrés Manuel López Obrador.

Bueno, yo no veo mucha diferencia. Octavio Paz déjate de Salinas, Octavio Paz decía que Echeverría le devolvió la transparencia a las palabras y en todas las fotos vemos a todo ese grupo de intelectuales retratados con el presidente en turno, incluyendo la situación actual.

Se sigue repitiendo este esquema.

Se sigue repitiendo. Yo creo que el intelectual debe mantener distancia, la sana distancia con el poder, que amerita y además da crédito a su crítica, la necesaria crítica, porque no hay hombres perfectos, todos cometen errores y es necesario que se los indique todo el mundo.

El ciudadano común y corriente, como soy yo, los criticamos con nuestro voto, porque por fortuna ya el voto cuenta y entonces votamos a favor o en contra de un proyecto de una personalidad o demás. El intelectual tiene que ser crítico y para que su crítica sea válida tiene que estar garantizada por su relación o falta de relación con el poder.

¿Qué piensas, como también lo planteas en la novela, del escritor, del artista, del poeta que se burocratiza?

Bueno, de alguna manera los que trabajamos tras un escritorio somos burócratas. Hay que separar muy bien la producción literaria, poética, de la manera en que te ganas la vida. Uno se gana la vida donde hay trabajo, pero no puedes supeditar tu obra literaria a las conveniencias del poder político ni del poder cultural, ni del poder editorial.

Uno de los problemas que yo veo actualmente es que las editoriales están imponiendo estilos, tendencias e inclusive extensiones, sobre todo en los autores jóvenes y ese tipo de imposición afecta lo que tu libérrima disposición a escribir acerca de lo que quieras pese a los riesgos.

Yo me vanaglorio y lo digo con mucho orgullo, que siempre he escrito lo que me sale de las tripas, lo que me interesa y por fortuna y esta novela es un ejemplo, esta es la novela número 10, y pues publico y ya que si me leen o no es otra cosa y no gano dinero de lo que publico, porque vendo muy poco, pero al menos me queda la satisfacción de hacer lo que se me pega la regalada gana.

¿Qué es lo que más te ha gustado a ti como lector de ti mismo, de Los motivos de Bayardo?

Mira, una que creo, que llevé a buen término, eso lo dirá el lector, si es que leyó la primera novela, que es un argumento interesante, que se sostiene.

Robándole una frase a Sergio Pitol, pasión por el argumento, por el tema. Es una novela que disfruté mucho porque no solo está encuadrada por el tema de la novela negra, policiaca y ahí tienes una necesidad, una obligación secuencial de ir desarrollando los subtemas hasta que explote en el final. El descubrir el misterio, en este caso, cuáles son los motivos de Bayardo para haber hecho lo que hizo a lo largo del tema. Pasión por la trama, decía Sergio Pitol. Y a mí me interesan mucho las tramas, la construcción de historias y por lo tanto de personajes fidedignos, creíbles, verosímiles.

En México a los autores le preguntan de todo, desde por qué hay baches en las calles, por qué el peso está tan arriba o tan abajo, qué pasa con la política, etcétera. En otros países a nadie le interesa lo que piensan los escritores.

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