/ viernes 18 de septiembre de 2020

Don Isaac, ni la pandemia lo detiene, 46 años de lucha y venta de fruta

Adultos mayores no pudieron vender durante tres meses, por restricciones de las autoridades y por ser parte de un sector vulnerable ante el covid-19

Orizaba, Ver.- Con 78 años a cuestas, cansado pero con la responsabilidad de sacar adelante a dos nietos de 9 y 8 años, don Isaac Guzmán vende de lunes a viernes bolsitas de fruta en la esquina de conocida escuela particular desde hace 46 años.

En todo ese tiempo, aun con lluvia, viento, calor o frío, han sido contadas las veces que don Isaac ha faltado, pues tiene que vender para sostener a su esposa y desde hace siete años a sus nietos. Sus clientes frecuentes son los estudiantes que al salir de la escuela o de camino a la misma, le compran bolsitas de fruta o cacahuates.

Don Isaac, como le dicen muchos de cariño, camina durante una hora desde su casa, en Sur 11, muy cerca de Jalapilla hasta la Oriente 4 y Sur 31 jalando su carrito de madera donde acondicionó una vitrina donde coloca las bolsitas con fruta, protegiéndolas de la contaminación.

No pudo vender durante tres meses

A raíz de la pandemia su venta cayó. Por el cierre de las escuelas dejó de haber clientes, además de que el Ayuntamiento no le permitió vender durante los primeros tres meses de la pandemia, por ser, además, adulto mayor.

Durante ese tiempo su situación económica se complicó y sólo sobrevivía él y su familia con lo que ganaba su esposa con la venta de antojitos.

Ya no aguanté, el ayuntamiento no quería que saliera a trabajar, salgo con el peligro, pero qué le hago

Lo que lo motiva a seguir buscando el pan de cada día son sus nietos, que les dejó su nuera desde hace 8 años, cuando los pequeñitos tenían dos y un año de edad.

Aunque son muchos los hoy adultos que crecieron comprando fruta a don Isaac, la emergencia sanitaria provocó que éstos también dejaran de llegar a comprar y había días que no tenía venta.

Foto: Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Antes preparaba 40 bolsitas de fruta, a raíz de la pandemia 15

Diariamente, cuenta, prepara alrededor de 40 bolsitas de fruta picada: sandía, pepino, jícama, piña, naranja, coco, durazno, papa extranjera y otra fruta de la temporada, además de cacahuates enchilados; por la pandemia preparaba sólo 15 bolsitas, que no vendía en su totalidad.

Muchos años mantuvo el costo de la bolsita de fruta en 10 pesos, pero últimamente lo tuvo que ajustar a 15 pesos para sacar un poquito de ganancia, ya que el precio de la fruta también aumentó.

"Con chile para hombre"

“Con chile para hombre o para medio hombre”, es la frase con la que recibe a sus clientes, y es que el picante que utiliza pica más de lo normal, pero le da un excelente sabor la fruta.

Siempre con una sonrisa y una plática amena, don Isaac Guzmán, quien dejó por un rato a un lado su sombrero para utilizar una gorra con careta, se ha ganado el cariño y respeto de sus clientes, que poco a poco vuelven a comprarle.

Unos, los que tienen la posibilidad de hacerlo, le dejan un donativo económico, otros, en especie, su intención es ayudarlo a pasar este tiempo de pandemia, con dignidad.

Reconoce que hay días en que el cansancio por su edad lo vence, pero pensar en sus nietos, lo levanta. Afortunadamente no padece ninguna enfermedad y dice que seguirá llegando a vender a ese lugar, hasta que Dios se lo permita.

En Córdoba lleva 40 años siendo betunero

Luego de permanecer alejado de su carrito, la grasa de zapatos, los cepillos y sus amigos "aseadores" de calzado, o boleros como son popularmente conocidos, Isaac regresó al parque 21 de Mayo a dar lustre a los zapatos de las y los cordobeses pues luego de que tuvo que cambiar de oficio para llevar sustento a su casa desde hace 8 días ya está nuevamente en su sitio.

Isaac lleva más de 40 años dedicado a este trabajo y narró que no había tenido que guardar su material por tanto tiempo, pues estuvo 7 meses en casa y en ese tiempo aprendió a pintar, impermeabilizar e inclusive le tocó ser campesino, una labor que reconoció no es fácil de hacer.

Con la llegada de la pandemia de Coronavirus a la región, el cierre de espacios públicos empezó a afectar a diversos sectores, entre ellos a los boleros quienes tuvieron que salirse del Parque 21 de Mayo pues este fue cerrado al público en general.

Dijo que para él no fue sencillo el permanecer 7 meses sin laborar diariamente, pues aunque tenía empleos una o dos veces a la semana, nada más seguro que un ingreso diario.

Él fue apoyado por familiares, amigos e inclusive empresarios que no lo soltaron, ayudas económicas o despensas ingresaban a su casa y hoy agradece a cada una de esas personas que le brindaron la mano cuando más lo necesitó.

Contó que hace 16 años tuvo dengue hemorrágico lo que lo coloca como vulnerable ante el Covid-19, pero eso no impidió que pudiera buscar pequeños trabajos para tener un ingreso económico.

Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba

Para quienes viven en la ciudad de Córdoba, desde hace 3 meses a la fecha se podía notar a unos cuantos boleros en la parte trasera de la catedral de la Inmaculada Concepción, donde únicamente con sus cajones se ponían a dar grasa a quienes por allí pasaba, siendo que no es la misma comodidad pues los usuarios estaban parados pero eso no impidió ayudar a este sector.

Isaac tiene 3 hijas, dos en bachillerato y una en la universidad, y para él que las clases no fueran presenciales le resultó de mucha ayuda pues se ahorró unos cuantos pesos en pasajes y comidas, así como gastos diarios.

Aunque por el momento no es rentable, los ingresos económicos que entran a su bolsillo desde hace 8 días que volvió a colocarse en el parque, sabe que aún existe el miedo de la gente por el virus y la mayoría de sus clientes son personas adultos mayores con quienes comparte anécdotas y charlas diversas.

Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba


Una silla forrada con tela de flores blancas y fondo azul espera a ser ocupada por un cliente y pese a que las medias de sanidad son muy marcadas en sus usuarios, agradece lo hagan pues es una forma de cuidarse entre ellos mismos.

Unos lentes transparentes, un cubrebocas negro y una gorra, zapatos negros bien lustrados y un pequeño cajón con los materiales necesarios para atender a quienes llegan a su carrito, Isaac empieza su día con mucho entusiasmo pues sabe que esto es paulatino.

Con información de Guadalupe Castillo

Orizaba, Ver.- Con 78 años a cuestas, cansado pero con la responsabilidad de sacar adelante a dos nietos de 9 y 8 años, don Isaac Guzmán vende de lunes a viernes bolsitas de fruta en la esquina de conocida escuela particular desde hace 46 años.

En todo ese tiempo, aun con lluvia, viento, calor o frío, han sido contadas las veces que don Isaac ha faltado, pues tiene que vender para sostener a su esposa y desde hace siete años a sus nietos. Sus clientes frecuentes son los estudiantes que al salir de la escuela o de camino a la misma, le compran bolsitas de fruta o cacahuates.

Don Isaac, como le dicen muchos de cariño, camina durante una hora desde su casa, en Sur 11, muy cerca de Jalapilla hasta la Oriente 4 y Sur 31 jalando su carrito de madera donde acondicionó una vitrina donde coloca las bolsitas con fruta, protegiéndolas de la contaminación.

No pudo vender durante tres meses

A raíz de la pandemia su venta cayó. Por el cierre de las escuelas dejó de haber clientes, además de que el Ayuntamiento no le permitió vender durante los primeros tres meses de la pandemia, por ser, además, adulto mayor.

Durante ese tiempo su situación económica se complicó y sólo sobrevivía él y su familia con lo que ganaba su esposa con la venta de antojitos.

Ya no aguanté, el ayuntamiento no quería que saliera a trabajar, salgo con el peligro, pero qué le hago

Lo que lo motiva a seguir buscando el pan de cada día son sus nietos, que les dejó su nuera desde hace 8 años, cuando los pequeñitos tenían dos y un año de edad.

Aunque son muchos los hoy adultos que crecieron comprando fruta a don Isaac, la emergencia sanitaria provocó que éstos también dejaran de llegar a comprar y había días que no tenía venta.

Foto: Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Antes preparaba 40 bolsitas de fruta, a raíz de la pandemia 15

Diariamente, cuenta, prepara alrededor de 40 bolsitas de fruta picada: sandía, pepino, jícama, piña, naranja, coco, durazno, papa extranjera y otra fruta de la temporada, además de cacahuates enchilados; por la pandemia preparaba sólo 15 bolsitas, que no vendía en su totalidad.

Muchos años mantuvo el costo de la bolsita de fruta en 10 pesos, pero últimamente lo tuvo que ajustar a 15 pesos para sacar un poquito de ganancia, ya que el precio de la fruta también aumentó.

"Con chile para hombre"

“Con chile para hombre o para medio hombre”, es la frase con la que recibe a sus clientes, y es que el picante que utiliza pica más de lo normal, pero le da un excelente sabor la fruta.

Siempre con una sonrisa y una plática amena, don Isaac Guzmán, quien dejó por un rato a un lado su sombrero para utilizar una gorra con careta, se ha ganado el cariño y respeto de sus clientes, que poco a poco vuelven a comprarle.

Unos, los que tienen la posibilidad de hacerlo, le dejan un donativo económico, otros, en especie, su intención es ayudarlo a pasar este tiempo de pandemia, con dignidad.

Reconoce que hay días en que el cansancio por su edad lo vence, pero pensar en sus nietos, lo levanta. Afortunadamente no padece ninguna enfermedad y dice que seguirá llegando a vender a ese lugar, hasta que Dios se lo permita.

En Córdoba lleva 40 años siendo betunero

Luego de permanecer alejado de su carrito, la grasa de zapatos, los cepillos y sus amigos "aseadores" de calzado, o boleros como son popularmente conocidos, Isaac regresó al parque 21 de Mayo a dar lustre a los zapatos de las y los cordobeses pues luego de que tuvo que cambiar de oficio para llevar sustento a su casa desde hace 8 días ya está nuevamente en su sitio.

Isaac lleva más de 40 años dedicado a este trabajo y narró que no había tenido que guardar su material por tanto tiempo, pues estuvo 7 meses en casa y en ese tiempo aprendió a pintar, impermeabilizar e inclusive le tocó ser campesino, una labor que reconoció no es fácil de hacer.

Con la llegada de la pandemia de Coronavirus a la región, el cierre de espacios públicos empezó a afectar a diversos sectores, entre ellos a los boleros quienes tuvieron que salirse del Parque 21 de Mayo pues este fue cerrado al público en general.

Dijo que para él no fue sencillo el permanecer 7 meses sin laborar diariamente, pues aunque tenía empleos una o dos veces a la semana, nada más seguro que un ingreso diario.

Él fue apoyado por familiares, amigos e inclusive empresarios que no lo soltaron, ayudas económicas o despensas ingresaban a su casa y hoy agradece a cada una de esas personas que le brindaron la mano cuando más lo necesitó.

Contó que hace 16 años tuvo dengue hemorrágico lo que lo coloca como vulnerable ante el Covid-19, pero eso no impidió que pudiera buscar pequeños trabajos para tener un ingreso económico.

Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba

Para quienes viven en la ciudad de Córdoba, desde hace 3 meses a la fecha se podía notar a unos cuantos boleros en la parte trasera de la catedral de la Inmaculada Concepción, donde únicamente con sus cajones se ponían a dar grasa a quienes por allí pasaba, siendo que no es la misma comodidad pues los usuarios estaban parados pero eso no impidió ayudar a este sector.

Isaac tiene 3 hijas, dos en bachillerato y una en la universidad, y para él que las clases no fueran presenciales le resultó de mucha ayuda pues se ahorró unos cuantos pesos en pasajes y comidas, así como gastos diarios.

Aunque por el momento no es rentable, los ingresos económicos que entran a su bolsillo desde hace 8 días que volvió a colocarse en el parque, sabe que aún existe el miedo de la gente por el virus y la mayoría de sus clientes son personas adultos mayores con quienes comparte anécdotas y charlas diversas.

Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba


Una silla forrada con tela de flores blancas y fondo azul espera a ser ocupada por un cliente y pese a que las medias de sanidad son muy marcadas en sus usuarios, agradece lo hagan pues es una forma de cuidarse entre ellos mismos.

Unos lentes transparentes, un cubrebocas negro y una gorra, zapatos negros bien lustrados y un pequeño cajón con los materiales necesarios para atender a quienes llegan a su carrito, Isaac empieza su día con mucho entusiasmo pues sabe que esto es paulatino.

Con información de Guadalupe Castillo

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