/ domingo 25 de octubre de 2020

Relato: Historias milagrosas del santo Guízar y Valencia

En esta ocasión Miguel Valera nos cuenta historias de peregrinos que vienen a Xalapa cada año para recordar los milagros de Rafael Guízar y Valencia

La fe es un misterio. Es algo que no se ve, pero que puede mover montañas. La fe es un don que se traduce en confianza en la persona que se cree.

El creyente se deja caer en el vacío y sabe que ahí, en ese vacío, están unos brazos para acurrucarlo.

Gracias a Óscar Ortega Gómez me encontré este viernes a hombres y mujeres que caminaron desde diferentes comunidades del centro de Veracruz hasta la Catedral de Xalapa, para rendir honores a San Rafael Guízar y Valencia, un hombre que fue obispo y se distinguió por su servicio a los más pobres.

Originario de la comunidad Metlac Hernández, de La Perla, Valentín González Nicanor realiza año con año una peregrinación de Totutla a la Catedral de Xalapa, movido por la fe y el amor a este santo.

Acompañado de su esposa Carlota Arenas, salen de Totutla por la iniciativa de su amigo, Valerio, quien vive en esa población ubicada a 71 kilómetros de Xalapa.

El trayecto, en vehículo, es de aproximadamente una hora con 20 minutos, pero a pie aumenta a 13 horas y media por carretera. Rodeando por veredas y senderos puede ser más corto.

La Caminata

¿Qué le motiva, cuál es el sentido de esta caminata, por qué la hace, qué interés tiene?, le pregunto y emocionado, firme, con voz transparente, como sus palabras, dice que sigue el ejemplo de San Rafael Guízar y Valencia, quien fue un gran peregrino y misionero.

“Muchos caminan y no saben por qué o a qué, simplemente por caminar. Es bueno saber a qué va uno o este caminar a qué lleva. A mi este caminar me conmueve mucho y me llena mucho de alegría. Es una cosa muy linda, es como la vida que uno tiene, por ejemplo yo que vengo desde lejos me vengo topando con muchas cosas bonitas, hay veces que el camino me parece muy bonito, a veces poco hostil, difícil, de todo, así es la vida, es un poco buena y hay veces que la vida nos trata un poco mal, pero más que nada este santito nos muestra que nada es fácil en la vida, si queremos la salvación hay que ganársela y qué más que ganársela con gusto, porque una cosa que uno hace con gusto a Dios le agrada”, asevera.

También me encontré a Rafael Durante Cessa, un abogado de 30 años que me contó que cuando aún estaba en el vientre de su madre, los médicos le diagnosticaron hidrocefalia y recomendaron acabar con él, abortarlo, para salvarla a ella, porque sería un embarazo de alto riesgo y traería a este mundo a un niño enfermo, con pocas posibilidades de sobrevivencia.

Con tristeza, dolor y preocupación, pero con mucha fe, su madre desatendió la instrucción médica y acudió en oración a monseñor Rafael Guízar y Valencia para pedirle por la salud de su hijo.

El santo la escuchó y por su intercesión, el 8 de octubre de 1990 nació un niño sano, pleno, a quien le puso por nombre Rafael, en honor del santo.

Mientras va llegando a las vías del tren de la colonia Zapata, en Xalapa, el viernes 23 de octubre a las 17.53 horas, Rafael Durante Cessa me cuenta que es “hijo de un milagro” y que tanto su madre, Doris Cessa Barradas, como él ahora, le han mostrado su agradecimiento a San Rafael Guízar y Valencia con esta caminata de Huatusco a Xalapa, que han realizado a lo largo de varios años.

En esta ocasión, un grupo de 70 u 80 pobladores de ese municipio, con todos los protocolos sanitarios, por la pandemia del COVID-19, salieron a las 7 de la mañana del jueves 22 de octubre de Huatusco, una ciudad del centro del estado de Veracruz, ubicada a 84 kilómetros de Xalapa, la capital.

Luego de un recorrido de 13 horas, cerca de las ocho de la noche se quedaron a dormir debajo del puente de Los Pescados y a las 6 de la mañana del viernes 23 continuaron el recorrido. Además de los amaneceres y atardeceres, Rafael Durante Cessa y sus acompañantes se encontraron con los paisajes naturales del periplo y con la calidez y generosidad de mucha gente que les ofreció agua y alimentos.

Le insisto por el motivo de esta caminata y cuenta que “podría decirse que soy hijo de un milagro que se realizó hace 30 años. “Crecí con esa historia y por eso me nació el deseo de ser peregrino en honor a monseñor Guízar y Valencia".

Además "Esta es la tercera peregrinación que hago. Me siento muy bien. Cada año tiene sus dificultades, son muy diferentes las caminatas".

"Algunas veces con mucho sol, algunas veces con mucha agua, algunas veces te lastimas, a veces vas bien, pero la cosa es llegar sin parar, con descansos pequeños de media hora, para llegar a la Catedral”.

Nacido en el seno de una familia religiosa, con raíces italianas y de estirpe sacerdotal, porque es familiar de los padres Arturo Cessa Barradas, René Cessa Cantón y Antolín Bernardi Castelán, Rafael Durante Cessa se siente contento de llegar a Xalapa, después de este recorrido de dos días desde Huatusco hasta la tumba del santo nacido en Cotija, Michoacán, en su tercera caminata.

Así es la fe, es algo que no se ve, pero que nos mueve a caminar, a ser mejores personas, en busca de un mejor lugar. Tan tan.

La fe es un misterio. Es algo que no se ve, pero que puede mover montañas. La fe es un don que se traduce en confianza en la persona que se cree.

El creyente se deja caer en el vacío y sabe que ahí, en ese vacío, están unos brazos para acurrucarlo.

Gracias a Óscar Ortega Gómez me encontré este viernes a hombres y mujeres que caminaron desde diferentes comunidades del centro de Veracruz hasta la Catedral de Xalapa, para rendir honores a San Rafael Guízar y Valencia, un hombre que fue obispo y se distinguió por su servicio a los más pobres.

Originario de la comunidad Metlac Hernández, de La Perla, Valentín González Nicanor realiza año con año una peregrinación de Totutla a la Catedral de Xalapa, movido por la fe y el amor a este santo.

Acompañado de su esposa Carlota Arenas, salen de Totutla por la iniciativa de su amigo, Valerio, quien vive en esa población ubicada a 71 kilómetros de Xalapa.

El trayecto, en vehículo, es de aproximadamente una hora con 20 minutos, pero a pie aumenta a 13 horas y media por carretera. Rodeando por veredas y senderos puede ser más corto.

La Caminata

¿Qué le motiva, cuál es el sentido de esta caminata, por qué la hace, qué interés tiene?, le pregunto y emocionado, firme, con voz transparente, como sus palabras, dice que sigue el ejemplo de San Rafael Guízar y Valencia, quien fue un gran peregrino y misionero.

“Muchos caminan y no saben por qué o a qué, simplemente por caminar. Es bueno saber a qué va uno o este caminar a qué lleva. A mi este caminar me conmueve mucho y me llena mucho de alegría. Es una cosa muy linda, es como la vida que uno tiene, por ejemplo yo que vengo desde lejos me vengo topando con muchas cosas bonitas, hay veces que el camino me parece muy bonito, a veces poco hostil, difícil, de todo, así es la vida, es un poco buena y hay veces que la vida nos trata un poco mal, pero más que nada este santito nos muestra que nada es fácil en la vida, si queremos la salvación hay que ganársela y qué más que ganársela con gusto, porque una cosa que uno hace con gusto a Dios le agrada”, asevera.

También me encontré a Rafael Durante Cessa, un abogado de 30 años que me contó que cuando aún estaba en el vientre de su madre, los médicos le diagnosticaron hidrocefalia y recomendaron acabar con él, abortarlo, para salvarla a ella, porque sería un embarazo de alto riesgo y traería a este mundo a un niño enfermo, con pocas posibilidades de sobrevivencia.

Con tristeza, dolor y preocupación, pero con mucha fe, su madre desatendió la instrucción médica y acudió en oración a monseñor Rafael Guízar y Valencia para pedirle por la salud de su hijo.

El santo la escuchó y por su intercesión, el 8 de octubre de 1990 nació un niño sano, pleno, a quien le puso por nombre Rafael, en honor del santo.

Mientras va llegando a las vías del tren de la colonia Zapata, en Xalapa, el viernes 23 de octubre a las 17.53 horas, Rafael Durante Cessa me cuenta que es “hijo de un milagro” y que tanto su madre, Doris Cessa Barradas, como él ahora, le han mostrado su agradecimiento a San Rafael Guízar y Valencia con esta caminata de Huatusco a Xalapa, que han realizado a lo largo de varios años.

En esta ocasión, un grupo de 70 u 80 pobladores de ese municipio, con todos los protocolos sanitarios, por la pandemia del COVID-19, salieron a las 7 de la mañana del jueves 22 de octubre de Huatusco, una ciudad del centro del estado de Veracruz, ubicada a 84 kilómetros de Xalapa, la capital.

Luego de un recorrido de 13 horas, cerca de las ocho de la noche se quedaron a dormir debajo del puente de Los Pescados y a las 6 de la mañana del viernes 23 continuaron el recorrido. Además de los amaneceres y atardeceres, Rafael Durante Cessa y sus acompañantes se encontraron con los paisajes naturales del periplo y con la calidez y generosidad de mucha gente que les ofreció agua y alimentos.

Le insisto por el motivo de esta caminata y cuenta que “podría decirse que soy hijo de un milagro que se realizó hace 30 años. “Crecí con esa historia y por eso me nació el deseo de ser peregrino en honor a monseñor Guízar y Valencia".

Además "Esta es la tercera peregrinación que hago. Me siento muy bien. Cada año tiene sus dificultades, son muy diferentes las caminatas".

"Algunas veces con mucho sol, algunas veces con mucha agua, algunas veces te lastimas, a veces vas bien, pero la cosa es llegar sin parar, con descansos pequeños de media hora, para llegar a la Catedral”.

Nacido en el seno de una familia religiosa, con raíces italianas y de estirpe sacerdotal, porque es familiar de los padres Arturo Cessa Barradas, René Cessa Cantón y Antolín Bernardi Castelán, Rafael Durante Cessa se siente contento de llegar a Xalapa, después de este recorrido de dos días desde Huatusco hasta la tumba del santo nacido en Cotija, Michoacán, en su tercera caminata.

Así es la fe, es algo que no se ve, pero que nos mueve a caminar, a ser mejores personas, en busca de un mejor lugar. Tan tan.

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