/ sábado 29 de diciembre de 2018

Industriales aprovechan pobreza y arrasan con el Pico de Orizaba

La tala y venta de madera es un negocio desfavorable para quienes llevan a cabo el corte

LA PERLA, Ver.- Son las 5 de la tarde y aún no oscurece. Un grupo de hombres sube en caballo a las faldas del Pico de Orizaba, la montaña más alta del país, llevando consigo machetes y sierras eléctricas.

Dejan los caballos al pie de un camino de terracería ubicado en el municipio de La Perla y suben caminando unos cien metros entre los árboles. A pesar de estar a 4 mil metros sobre el nivel del mar su andar es veloz y tras unos minutos comienzan el trabajo. El ruido de las sierras se mezcla con la plática y las risas. Minutos después, el sonido de uno, dos y tres árboles cayendo al suelo.

Se trata de un grupo de talamontes que a cambio de 240 pesos trabajarán durante varias horas para acumular tanta madera como sea posible. Pese a encontrarse en el interior del Parque Nacional, realizan esta actividad ilegal sin ningún apercibimiento o sanción.

Tras el corte, la madera es apilada y con ayuda de los caballos bajada hasta algún punto en el municipio de La Perla. Cuando sea suficiente, hombres a bordo de un camión llegarán a recogerla y pagar el trabajo.

Pese a que el “salario” que reciben los hombres que suben a la montaña por la madera es más de dos veces el salario mínimo vigente; la tala y venta de madera de oyamel y pino —especies nativas del Pico de Orizaba— es un negocio completamente desfavorable para quienes llevan a cabo el corte ya que con la venta de una sola de las vigas que entregan se paga a cuatro de ellos.

“La gente que se dedica a la tala sigue igual de pobre, entonces lo que se entiende es que son empleados de gente que lucra con la miseria y los que lucran son intermediarios que compran el producto a precio de nada de tal suerte que la gente esté talando diariamente la madera, pero sólo sacan lo necesario para comer”, asegura de manera anónima un trabajador federal.

Detalla que las industrias que lucran con la madera de la región ya están identificadas por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y se encuentran asentadas en Orizaba, Córdoba y Nogales y se emplea para la fabricación de tarimas y cajas para transportar papa. “Árboles que llevan 80 años creciendo se convierten en una tarima que se usa una sola vez y que se va a desechar”, precisó.

De acuerdo con los datos de la Procuraduría de Protección Federal al Ambiente (Profepa), entre 30% y 50% de la madera que se produce en México es de procedencia ilícita. El Programa Nacional Forestal 2013-2018 advierte que los estados más afectados por esta actividad son Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Estado de México, Hidalgo, Veracruz, Guerrero, Tlaxcala, Puebla, Morelos, Colima y Durango.

En el mercado, una viga de oyamel de cinco metros tiene un costo aproximado de mil pesos mientras que, si es de pino, el precio se eleva a los mil 200 pesos. Por ello, un camión de madera proveniente de los bosques veracruzanos puede tener un valor en el mercado de hasta 70 mil pesos. “Por unos millones al año de ganancia de cinco a ocho empresas madereras estamos pagando tres millones de pesos el costo ambiental de perder los bosques”, precisó el entrevistado.

FALTAN OPORTUNIDADES EN LA REGIÓN

Con 93% de su población en situación de pobreza extrema, La Perla se encuentra en la lista de los municipios con más alto índice de marginación en la entidad. Las precarias condiciones económicas de la mayoría de las familias que habitan en la zona los hace vulnerables a la presión económica de grupos organizados que hacen negocio con la madera clandestina.

Héctor Narave Flores, catedrático e investigador de la facultad de Biología de la Universidad Veracruzana, reconoció que la mayor deforestación del Pico de Orizaba ocurre en el territorio veracruzano mediante un esquema de exigencia por parte de grupos de industriales a los campesinos que la venden a precios irrisorios. “Tanto La Perla como Calcahualco son municipios con alto índice de marginación donde la gente necesita alternativas económicas y desafortunadamente la madera sigue siendo la alternativa para algunas familias”.

Dedicado a la cría de borregos, don Gelasio reconoció que la falta de oportunidades en la zona ha provocado la migración de cientos de jóvenes hacia otros municipios o estados, pero también ha sido factor para que algunos hombres de las comunidades aledañas al Pico de Orizaba se dediquen a actividades ilegales como la tala clandestina. Reconoció que también es común que muchos campesinos “tumben” árboles para poder sembrar en sus tierras. “Es en las tierras de uno, no en las de arriba”, explica. “Y al final se hace por necesidad no por otra cosa”.

Sin embargo, de acuerdo con Luis Raúl Álvarez Oseguera, director del Parque Nacional Pico de Orizaba y Parque Nacional Cofre de Perote, por tratarse de terrenos que se encuentran en la zona limítrofe con el Área Natural Protegida, las afectaciones al suelo, vegetación y fauna son las mismas.



Dio a conocer que, aunque lo ideal es que en el Pico de Orizaba se aplique un esquema de cinturón de bosque de bajo manejo para que los propietarios de las tierras que se encuentran en la zona aledaña al Parque Nacional puedan tener un aprovechamiento controlado de los bosques como sucede en el Cofre de Perote; el problema de tenencia de la tierra en la zona lo impide. “Es un pendiente recomponer la estructura de la propiedad de la tierra”, precisó.

Son las tres de la tarde en los alrededores de la comunidad San Miguel Pilancón. A pesar de ser mediados de diciembre, en esta comunidad ubicada a escasos dos kilómetros de la cima del Pico de Orizaba se siente calor. Debajo de un árbol, tres jóvenes de no más de 25 años que descansan bajo un árbol mientras cerca de 30 borregos brincan por un páramo.

A unos metros se encuentra “Villas Puerta del Cielo”, un complejo de cuatro cabañas construido para alojar a turistas que gustan de la montaña, pero que requieren de más comodidades que las que ofrece un campamento.

—No hay nadie ahorita. Los dueños no tenían gente y se fueron a ver sus tierras—, asegura uno de ellos al vernos llegar.

Muy cerca de ahí se ubica “Villas Pico”, otro complejo similar, aunque con mayor infraestructura. Martín Moreno Rojas, propietario de Villas Pico de Orizaba, reconoce que la falta de oportunidades de desarrollo de las comunidades aledañas a la montaña es evidente. Indicó que pese a la riqueza natural en la que viven en los municipios de La Perla y Calcahualco carecen de proyectos productivos, por lo que la llegada de turistas a través de este desarrollo ha permitido la creación de empleos directos e indirectos.

“La gente antes sólo vivía de extraer madera o de proyectos que se les generaban a través del Parque Nacional, pero ahora fungen como guías, dan los paseos y en un futuro se busca que además puedan desarrollar artesanías con la lana de los borregos y las vendan a los turistas. “La gente de las comunidades ya se dio cuenta que sí se puede hacer ecoturismo, que sí se puede hacer algo más aquí. Ya hay dos vecinos más que han construido sus cabañas y estamos trabajando en equipo”, sentenció.

TALA CLANDESTINA, TODOS LOS DÍAS

Juan tiene 19 años y se dedica a la guía de turistas en el Pico de Orizaba. Diariamente dirige paseos a caballo por un par de senderos. Para él un día normal de trabajo comienza a las 4 de la mañana para poder llegar al amanecer a la base del volcán más alto de México, aunque agradece que le toquen turistas “más dormilones” que prefieran salir a las 6 de la mañana y es que en ese punto, las temperaturas que se sienten son inferiores a los 0 grados centígrados.

El joven nos recoge a las 6 en punto con los caballos ensillados. Aún no sale el sol y el camino de 12 kilómetros hasta la zona conocida como “Los Arenales” está cubierto de escarcha. El termómetro marca -2 grados y una altitud de 4 mil metros sobre el nivel del mar.

En cuanto se comienza el ascenso se puede observar la tala que hay en la región. Pese a avanzar por terrenos del Parque Nacional, hay áreas completamente deforestadas. Hectáreas completas que han sido derivadas para convertirse en terrenos para cultivar papa o maíz y otras más en la que los troncos de apenas unos centímetros de altura dan cuenta del tráfico ilegal de la madera.

Con cada hectárea derribada por talamontes clandestinos, que es cambiada para la siembra de papa, o que se utiliza para el pastoreo de borregos, se pierden no sólo la vegetación sino también especies de fauna que al no encontrar lugar para vivir y reproducirse acabarán muriendo.

De acuerdo con el Programa de Manejo del Parque Nacional Pico de Orizaba, esta zona debería albergar especies de fauna como coyote (Canis latrans), zorrillos (Conepatus sp., Mephitis macroura), gato montés (Lynx rufus), zorra gris (Urocyon cinereoargentus), así como especies con alguna categoría de riesgo como gavilán de Cooper (Accipiter cooperii), lagarto alicante del Popocatépetl también conocido como escorpión (Barisia imbricata) y la lagartija cornuda de montaña (Phrynosoma orbiculare). “Antes era común ver aquí ardillas, conejos, coyotes, pero cada vez son menos. También las aves se han ido”, lamenta el joven.

Al alcanzar el último punto del recorrido, a una altura aproximada de 4 mil 500 metros sobre el nivel del mar, el Pico de Orizaba puede observarse a la perfección. Es mediados de diciembre y debería estar cubierto de nieve, sin embargo apenas una pequeña porción de los glaseares cubre la cima. “Eso también ha cambiado mucho, la nieve. Por estas fechas en otros años estaba cubierto hasta la base y ahora no. Eso también es culpa de la falta de árboles”, precisa.

Pese a ser muy joven, el guía explica que la mayor parte de la tala de la zona superior de la falda se dio en los años 70; sin embargo, las repercusiones se mantienen, ya que son pocos los renuevos de árboles que han crecido. Además, dijo, de manera constante grupos de personas suben a realizar talas clandestinas por lo que cada mañana tiene menos árboles que mostrarles a los turistas.

LA PERLA, Ver.- Son las 5 de la tarde y aún no oscurece. Un grupo de hombres sube en caballo a las faldas del Pico de Orizaba, la montaña más alta del país, llevando consigo machetes y sierras eléctricas.

Dejan los caballos al pie de un camino de terracería ubicado en el municipio de La Perla y suben caminando unos cien metros entre los árboles. A pesar de estar a 4 mil metros sobre el nivel del mar su andar es veloz y tras unos minutos comienzan el trabajo. El ruido de las sierras se mezcla con la plática y las risas. Minutos después, el sonido de uno, dos y tres árboles cayendo al suelo.

Se trata de un grupo de talamontes que a cambio de 240 pesos trabajarán durante varias horas para acumular tanta madera como sea posible. Pese a encontrarse en el interior del Parque Nacional, realizan esta actividad ilegal sin ningún apercibimiento o sanción.

Tras el corte, la madera es apilada y con ayuda de los caballos bajada hasta algún punto en el municipio de La Perla. Cuando sea suficiente, hombres a bordo de un camión llegarán a recogerla y pagar el trabajo.

Pese a que el “salario” que reciben los hombres que suben a la montaña por la madera es más de dos veces el salario mínimo vigente; la tala y venta de madera de oyamel y pino —especies nativas del Pico de Orizaba— es un negocio completamente desfavorable para quienes llevan a cabo el corte ya que con la venta de una sola de las vigas que entregan se paga a cuatro de ellos.

“La gente que se dedica a la tala sigue igual de pobre, entonces lo que se entiende es que son empleados de gente que lucra con la miseria y los que lucran son intermediarios que compran el producto a precio de nada de tal suerte que la gente esté talando diariamente la madera, pero sólo sacan lo necesario para comer”, asegura de manera anónima un trabajador federal.

Detalla que las industrias que lucran con la madera de la región ya están identificadas por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y se encuentran asentadas en Orizaba, Córdoba y Nogales y se emplea para la fabricación de tarimas y cajas para transportar papa. “Árboles que llevan 80 años creciendo se convierten en una tarima que se usa una sola vez y que se va a desechar”, precisó.

De acuerdo con los datos de la Procuraduría de Protección Federal al Ambiente (Profepa), entre 30% y 50% de la madera que se produce en México es de procedencia ilícita. El Programa Nacional Forestal 2013-2018 advierte que los estados más afectados por esta actividad son Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Estado de México, Hidalgo, Veracruz, Guerrero, Tlaxcala, Puebla, Morelos, Colima y Durango.

En el mercado, una viga de oyamel de cinco metros tiene un costo aproximado de mil pesos mientras que, si es de pino, el precio se eleva a los mil 200 pesos. Por ello, un camión de madera proveniente de los bosques veracruzanos puede tener un valor en el mercado de hasta 70 mil pesos. “Por unos millones al año de ganancia de cinco a ocho empresas madereras estamos pagando tres millones de pesos el costo ambiental de perder los bosques”, precisó el entrevistado.

FALTAN OPORTUNIDADES EN LA REGIÓN

Con 93% de su población en situación de pobreza extrema, La Perla se encuentra en la lista de los municipios con más alto índice de marginación en la entidad. Las precarias condiciones económicas de la mayoría de las familias que habitan en la zona los hace vulnerables a la presión económica de grupos organizados que hacen negocio con la madera clandestina.

Héctor Narave Flores, catedrático e investigador de la facultad de Biología de la Universidad Veracruzana, reconoció que la mayor deforestación del Pico de Orizaba ocurre en el territorio veracruzano mediante un esquema de exigencia por parte de grupos de industriales a los campesinos que la venden a precios irrisorios. “Tanto La Perla como Calcahualco son municipios con alto índice de marginación donde la gente necesita alternativas económicas y desafortunadamente la madera sigue siendo la alternativa para algunas familias”.

Dedicado a la cría de borregos, don Gelasio reconoció que la falta de oportunidades en la zona ha provocado la migración de cientos de jóvenes hacia otros municipios o estados, pero también ha sido factor para que algunos hombres de las comunidades aledañas al Pico de Orizaba se dediquen a actividades ilegales como la tala clandestina. Reconoció que también es común que muchos campesinos “tumben” árboles para poder sembrar en sus tierras. “Es en las tierras de uno, no en las de arriba”, explica. “Y al final se hace por necesidad no por otra cosa”.

Sin embargo, de acuerdo con Luis Raúl Álvarez Oseguera, director del Parque Nacional Pico de Orizaba y Parque Nacional Cofre de Perote, por tratarse de terrenos que se encuentran en la zona limítrofe con el Área Natural Protegida, las afectaciones al suelo, vegetación y fauna son las mismas.



Dio a conocer que, aunque lo ideal es que en el Pico de Orizaba se aplique un esquema de cinturón de bosque de bajo manejo para que los propietarios de las tierras que se encuentran en la zona aledaña al Parque Nacional puedan tener un aprovechamiento controlado de los bosques como sucede en el Cofre de Perote; el problema de tenencia de la tierra en la zona lo impide. “Es un pendiente recomponer la estructura de la propiedad de la tierra”, precisó.

Son las tres de la tarde en los alrededores de la comunidad San Miguel Pilancón. A pesar de ser mediados de diciembre, en esta comunidad ubicada a escasos dos kilómetros de la cima del Pico de Orizaba se siente calor. Debajo de un árbol, tres jóvenes de no más de 25 años que descansan bajo un árbol mientras cerca de 30 borregos brincan por un páramo.

A unos metros se encuentra “Villas Puerta del Cielo”, un complejo de cuatro cabañas construido para alojar a turistas que gustan de la montaña, pero que requieren de más comodidades que las que ofrece un campamento.

—No hay nadie ahorita. Los dueños no tenían gente y se fueron a ver sus tierras—, asegura uno de ellos al vernos llegar.

Muy cerca de ahí se ubica “Villas Pico”, otro complejo similar, aunque con mayor infraestructura. Martín Moreno Rojas, propietario de Villas Pico de Orizaba, reconoce que la falta de oportunidades de desarrollo de las comunidades aledañas a la montaña es evidente. Indicó que pese a la riqueza natural en la que viven en los municipios de La Perla y Calcahualco carecen de proyectos productivos, por lo que la llegada de turistas a través de este desarrollo ha permitido la creación de empleos directos e indirectos.

“La gente antes sólo vivía de extraer madera o de proyectos que se les generaban a través del Parque Nacional, pero ahora fungen como guías, dan los paseos y en un futuro se busca que además puedan desarrollar artesanías con la lana de los borregos y las vendan a los turistas. “La gente de las comunidades ya se dio cuenta que sí se puede hacer ecoturismo, que sí se puede hacer algo más aquí. Ya hay dos vecinos más que han construido sus cabañas y estamos trabajando en equipo”, sentenció.

TALA CLANDESTINA, TODOS LOS DÍAS

Juan tiene 19 años y se dedica a la guía de turistas en el Pico de Orizaba. Diariamente dirige paseos a caballo por un par de senderos. Para él un día normal de trabajo comienza a las 4 de la mañana para poder llegar al amanecer a la base del volcán más alto de México, aunque agradece que le toquen turistas “más dormilones” que prefieran salir a las 6 de la mañana y es que en ese punto, las temperaturas que se sienten son inferiores a los 0 grados centígrados.

El joven nos recoge a las 6 en punto con los caballos ensillados. Aún no sale el sol y el camino de 12 kilómetros hasta la zona conocida como “Los Arenales” está cubierto de escarcha. El termómetro marca -2 grados y una altitud de 4 mil metros sobre el nivel del mar.

En cuanto se comienza el ascenso se puede observar la tala que hay en la región. Pese a avanzar por terrenos del Parque Nacional, hay áreas completamente deforestadas. Hectáreas completas que han sido derivadas para convertirse en terrenos para cultivar papa o maíz y otras más en la que los troncos de apenas unos centímetros de altura dan cuenta del tráfico ilegal de la madera.

Con cada hectárea derribada por talamontes clandestinos, que es cambiada para la siembra de papa, o que se utiliza para el pastoreo de borregos, se pierden no sólo la vegetación sino también especies de fauna que al no encontrar lugar para vivir y reproducirse acabarán muriendo.

De acuerdo con el Programa de Manejo del Parque Nacional Pico de Orizaba, esta zona debería albergar especies de fauna como coyote (Canis latrans), zorrillos (Conepatus sp., Mephitis macroura), gato montés (Lynx rufus), zorra gris (Urocyon cinereoargentus), así como especies con alguna categoría de riesgo como gavilán de Cooper (Accipiter cooperii), lagarto alicante del Popocatépetl también conocido como escorpión (Barisia imbricata) y la lagartija cornuda de montaña (Phrynosoma orbiculare). “Antes era común ver aquí ardillas, conejos, coyotes, pero cada vez son menos. También las aves se han ido”, lamenta el joven.

Al alcanzar el último punto del recorrido, a una altura aproximada de 4 mil 500 metros sobre el nivel del mar, el Pico de Orizaba puede observarse a la perfección. Es mediados de diciembre y debería estar cubierto de nieve, sin embargo apenas una pequeña porción de los glaseares cubre la cima. “Eso también ha cambiado mucho, la nieve. Por estas fechas en otros años estaba cubierto hasta la base y ahora no. Eso también es culpa de la falta de árboles”, precisa.

Pese a ser muy joven, el guía explica que la mayor parte de la tala de la zona superior de la falda se dio en los años 70; sin embargo, las repercusiones se mantienen, ya que son pocos los renuevos de árboles que han crecido. Además, dijo, de manera constante grupos de personas suben a realizar talas clandestinas por lo que cada mañana tiene menos árboles que mostrarles a los turistas.

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